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El evento más importante del mundo

Tal vez no protagonizamos el evento literario más importante del mundo. Ni de Cuba. Ni siquiera de La Habana. En verdad se trató de un acontecimiento que no tuvo la mayor relevancia fuera del ámbito de nuestros propios intereses: los de quienes, por alguna razón incomprensible, intentamos hacernos sitio en la web con un proyecto independiente (¿un proyecto de autor?) encaminado a divulgar —a veces hasta a dar a conocer— el trabajo de los escritores cubanos de las generaciones más recientes; dígase: aquellos que han vivido y creado —en el país o fuera de él— a lo largo de las últimas cinco décadas (años de más o de menos).

Pues sí. Durante los días 16 y 17 de noviembre nos reunimos por fin en la sala Villena de la UNEAC (en su sede central de 17 y H), más una última sesión (ya en la tarde del sábado) efectuada en el Salón de Mayo del Pabellón Cuba, en plena rampa habanera, donde la Asociación Hermanos Saíz ha mantenido desde siempre su cuartel general. Lo hicimos por una de las siguientes razones (escoja el lector la que le suene más convincente):

1. Porque deseábamos conocernos entre nosotros mismos, darnos un abrazo y elogiar mutuamente nuestros respectivos proyectos, repitiendo una y otra vez que lo que hacemos es magnífico.

2. Porque la mayoría nos conocíamos ya lo suficiente y mucho nos complace sentarnos a conversar de cualquier cosa (incluso de literatura cubana).

3. Porque integramos, nos parece, un sector poblacional que se decide por las potencialidades de la Gran Red —aunque vivamos en una isla unplugged— y el mejor modo de lograrlo es compartiendo los éxitos, fracasos y experiencias que hemos ido acumulando (cada quien en su esquina).

4. Porque en la unión está la fuerza (como dice el refrán) y amerita que nos interconectemos en el logro de esa aspiración común —la de promover literatura (cultura en general)—, sin obviar que tenemos otras aspiraciones; tantas, que en su conjunto rebasarían “los bordes de este sencillo hemisferio”.

5. Porque Senel Paz (quien nos lanzó la idea), además de excelente escritor es excelente ser humano y hombre de largas miras, que ha puesto (desde su esquina) el ojo en la diana exacta, en la que urge hacer blanco si se pretende salvar del implacable la obra de muchos creadores —incluida la de aquellos que, tras resultar premiados y publicados en debida forma— no recibieron sino la indiferencia de un público desavisado que jamás manoseó sus libros.

6. Porque a los participantes e invitados nos animaba la secreta intención de que nos escucharan —y nos vieran, por supuesto— a través de la prensa (y de ser posible por la televisión nacional, je-je), ya que en el mundo de hoy hasta la mierda puede venderse (como asegura el Rafa) y lo de menos sería perder tiempo y energía en el empeño por hacernos visibles: hey, estamos aquí y hacemos lo que podemos aunque no podemos mucho (casi nada) con nuestras viejas PCs y nuestra conexión anoréxica y el duro embargo norteamericano y los huracanes que de un tiempo a acá les ha dado por asolar esta tierra (ya de por sí asolada) y la corta o nublada visión de quienes deciden qué hacer o no con la cultura cubana (y con la literatura) y qué obras se publican o no y qué libros se promueven o no y qué productos se venden o no y a qué autores se les tiene en cuenta para que nos representen (como nación literaria) ante las editoriales y los editores extranjeros (oigan eso: extranjeros) que acuden a las Ferias del Libro de Guadalajara o de quién sabe dónde.

7. Porque nos gusta cocinarnos en nuestra propia salsa (como asegura Yoss).

8. Porque, hablando de salsas, nos prometieron un suculento almuerzo para cada uno de los días —hasta nos mencionaron la palabra merienda— y he aquí que, contrario a lo que pueda creerse, se hizo realidad lo del almuerzo… ¿Les cuento? Hubo lomo. Y el pan con jamón de media tarde…

9. Porque los participantes de provincia (esa expresión me encanta) asumieron el evento como una buena oportunidad de viajar a la capital, algunos de ellos teniendo garantizado el hospedaje y el boleto para su eventual retorno (tener en cuenta que no todos regresan, este redactor entre ellos).

10. Porque nos gusta joder.

En fin, que nos reunimos tal y como fue planificado concienzudamente antes de librar la convocatoria. Hubo ausencias lamentables, claro, o no habría sido un evento con todas las de la ley: un evento a la cubana. Oscar Cruz, el poeta santiaguero, hacedor de la revista La Noria, avisó unos días antes: dificultades con la transportación. Santiago entre las fauces de Sandy. Los amigos Lorenzo Lunar y Rebeca Murga, escritores, editores y colaboradores de Isliada.com, quienes llevan adelante otro interesante “proyecto de autor”: La Piedra Lunar, una librería que se va convirtiendo en centro cultural para la ciudad de Santa Clara, enfrentaron también las inclemencias del transporte (aunque sin relación con Sandy). Claudio del Castillo, otro villaclareño que cultiva la ciencia ficción con especial acierto, tampoco llegó nunca. El grueso de los convocados, para salvación del Taller, no solo pudo estar, sino que llenó sustancialmente el vacío que en un inicio se nos antojó inminente.

No entraré a relatar —como en las crónicas periodísticas tradicionales— lo que se dijo y lo que no se dijo, lo que se hizo y lo que se dejó de hacer, lo que se imaginó y lo que no pudo imaginarse, durante las cuarenta y ocho horas que duró el encuentro. Baste decir que presentamos cada sitio web, desmenuzando sus interioridades: diseño, programación, administración, edición y gestión de contenidos. Y baste evocar, a la distancia de varios días, la grata sorpresa que a todos produjo, por ejemplo, el contacto en directo con la web Claustrofobias y con sus principales gestores: el escritor Yunier Riquenes y el programador Naskicet Domínguez (quien, cámara en mano, captó momentos esenciales para verterlos en un reportaje audiovisual). Enumerar las incomprensiones, las carencias, los obstáculos que cada día se ven obligados a afrontar no merece la pena. Cualquiera puede intuirlos. Otro tanto para Vercuba, la cooperativa de opinión que implementa el también escritor Ahmel Echevarría y su colaborador Bernardo Acosta, a cargo del diseño, la programación y hasta de la fotografía, llegado el caso.

En desafiante soledad y a ritmo implacable laboran los promotores de la ciencia ficción y la fantasía. Muchos —casi la totalidad— son, además de escritores del género, profesionales de distintas especialidades: informáticos, físicos o biólogos. Desde sus respectivos nichos producen una increíble cantidad de fanzines, ezines y boletines digitales de alto vuelo estético (en lo tocante a visualidad y a contenido), que constituyen casi la única ruta de acceso al conocimiento de esa literatura, que con tanta profusión y calidad se está produciendo en Cuba justo ahora, ajena a los planes de edición de nuestras principales casas editoriales.

Cabe citar a Qubit, revista digital elaborada por Raúl Aguiar desde 2005 con el objetivo de promover la corriente de literatura y pensamiento cyberpunk; el Informativo Estronia, diseñado para su distribución vía correo electrónico por Gonzalo Morán (quien hizo su presentación); Korad, publicación electrónica de fantasía y ciencia ficción dirigida por Raúl Aguiar, en colaboración con los coordinadores del Taller Espacio Abierto (Elaine Vilar Madruga, Carlos Duarte, Jeffrey López Dueñas), que en la actualidad ha encontrado hospedaje en el blog de Daína Chaviano, por gentileza de la reconocida escritora cubana; o el Proyecto DiALFa que coordina Sheila Padrón Morales y que circula de flash en flash apelando al formato PDF.

Desde la vecina Matanzas nos llega Mar Desnudo, la revista digital de arte y literatura que tiene al poeta Abel G. Fagundo como figura visible. Desde Santa Clara Jorge Luis Rodríguez con su Cruzada Semanal por el Fomento de la Lectura Inteligente y el boletín electrónico Viento y Marea, que puntualmente llega a nuestros buzones con la información literaria procedente de la región central. No voy a mencionar a todos, pero a todos, absolutamente a todos, me cabe el honor de felicitarles —digitalmente, como debe ser— no por lo mucho realizado sino por lo realizar, que será, sin lugar a dudas, mejor y más.

¿Qué no hicimos (ni probablemente haremos) a partir de un evento como este? Veamos:

1. No fundaremos la Red Nacional de Promotores de Literatura en Internet ni elegiremos su ejecutivo.

2. No crearemos la Sección de Literatura Digital de la UNEAC ni nombraremos a su presidente y demás funcionarios.

3. No nos organizaremos de ninguna manera para dar pie a ninguna institución que termine por coartar la absoluta libertad de creación que nos inspira.

4. No seremos ineficientes ni estableceremos plazas ni calificadores de cargos que terminen por “inflar” nuestras respectivas plantillas, de las que seguiremos formando parte sin recibir un centavo.

En cambio:

1. Mantendremos una relación estrecha con todos los proyectos ya existentes y con aquellos que en el futuro echen a andar ante nuestras narices, sobre la premisa de que la plataforma digital debe ser explotada por todos y para el bien de todos.

2. Colaboraremos en lo adelante entre nosotros mismos (si bien aceptamos, de hecho esperamos, la contribución de escritores, editores, promotores y simples consumidores de literatura cubana, donde sea que vivan y ejerzan).

3. Intentaremos organizar un segundo encuentro, con carácter nacional y mejor preparado, al que no falten quienes no pueden faltar y del que se extraigan, en su día, nuevas experiencias que nos permitan crecer en visibilidad y eficacia.

4. Continuaremos, en la medida de lo posible, representando una alternativa de publicación, discusión, promoción y reflexión en torno a la cultura y la literatura cubanas, que no pretende suplantar a la institución sino complementarla, allí donde su inefectiva estructura y sus inveterados desaciertos la revelan, desde nuestro humilde punto de vista, insuficiente.

El I Taller de Proyectos de Autor y Promoción de Literatura en Internet ya fue un hecho. No emitimos la clásica declaración final ni adoptamos acuerdos cuyo cumplimiento habría que chequear en ediciones futuras. No tenemos un plan de trabajo que aprobarán las instancias superiores. No rendiremos un informe. El que para nosotros ha sido el evento más importante del mundo, quizás no genere sino la expectativa de quienes permanecen atentos a nuestra presencia en Internet (por uno u otro motivo). Que visiten los respectivos sitios y lean cada una de las entradas constituye, de por sí, el mayor de los premios.

Nadie vaya a inquietarse. Continuaremos trabajando en paz. ¿No lo merecen nuestros lectores?

Leopoldo Luis. La Habana, 1961.

Periodista, fotógrafo y narrador. Licenciado en Derecho por la Universidad Central de Las Villas y Diplomado en Periodismo por el Instituto Internacional de Periodismo José Martí. Ha publicado los libros de cuentos Adiós, Habana (Ediciones Holguín, 2009), con el que obtuvo el Premio de la Ciudad un año antes, y Extraño bajo un paraguas (Editorial Capiro, 2013). Poemas suyos aparecen en el volumen El ojo de la luz. Antología de poetas y artistas cubanos (Diana Edizioni, Italia, 2009). Sus relatos han sido incluidos en las antologías El martillo y la hoz y otros cuentos (Reina del Mar Editores, 2013) e Isla en negro. Cuentos de crimen y enigma (Casa Editora Abril, 2014). Fue editor y administrador del sitio web de la revista cultural El Caimán Barbudo. Actualmente trabaja como periodista de la televisión hispana en Estados Unidos.