Poesía

Manual del condenado

MANUAL DEL CONDENADO

Debo tu nombre al reino, oscuro pueblo.
por una de tus calles he mirado
el palacio de Cnosos, las ventanas
abiertas al abismo y a la noche.
Pienso en Dushara, su secreta historia,
y en las altas batallas de Numancia
que acaso ocurrieron sólo en sueños.
Entre muros de piedras he dormido
y he vislumbrado el alba en un instante.
Sé el oscuro misterio de los templos
y esa imagen de Kaaba con su piedra
de sacro mármol negro, misterioso.
Yo he querido morir en estas calles.
He querido encontrarme con mi muerte.
Solitario me escurro entre las sombras.
Otra gloria no quiero. Todo es sueño.
Desde aquí me desmienten las penumbras.
Mis pasos ya se pierden sin destino.
La condena de un hombre es mi condena.
Aquí puedo decir, oh, ciegos dioses,
no existen ya las luces ni las sombras,
ni la rosa, ni el bosque, ni el estuario,
ni la espada del último guerrero,
ni el oro de esas tardes tan lejanas,
ni el anillo de Odín ni de sus elfos,
ni el recuerdo que el Nilo me prohíbe,
ni el cuerpo que he lanzado hacia las aguas.

HUCK FINN

La suavidad del remo junto al agua.
Sobre los círculos del tiempo sigue
el pez del sueño un mismo pez esquivo.
El mar me envuelve hondo en el silencio.
La barca que me lleva me sostiene
el miedo de llegar junto a los míos.
Sé que la muerte acecha a los que han sido
mortales un instante, no a los dioses.
Si alguna casa tengo la he perdido.
He comerciado sólo con los muertos.
Me han detestado reyes y señores.
Príncipe soy, mendigo; ya los dos
acaso he de ser siempre. No hay salida
de estos sitios tan lejos que me encierran.
Sueño con mi agitada muerte en sueños.
He abjurado del oro de las tardes.
Midas he sido, Shakespeare y Taliesin.
He llorado mi muerte como un niño,
yo, Huck Finn, para siempre en este río.

UN NIÑO OSCURO Y SOLO ME CONMUEVE

Un niño oscuro y solo me conmueve
como el cadáver viejo de algún muerto.
Como el cadáver viejo de algún muerto,
un niño oscuro y solo me conmueve.

Saberlo en la penumbra me entristece,
como la tarde gris cuando me mira.
Como la tarde gris cuando me mira,
saberlo en la penumbra me entristece.

¿Qué me separa acaso de sus manos?
¿Qué tiempo inabarcable y hondo pasa
entre los dos, de pronto en una plaza

y al querer acercarnos todo es vano?
Un espejo, una fuente nos separa.
En otro tiempo estamos cara a cara.

ESCRITO EN 1988

Denme la sombra, oscura mansedumbre.
Denme la pluma, el ave; denme el sueño.
Denme el castillo, el foso y el empeño
de nombrar los misterios de la lumbre.

Denme la vida, y denme ya la suerte
de ver el paraíso y el infierno
y el veneno y la copa y aquel cuerno
que en la sombra alumbró toda mi muerte.

Denme la eternidad que poco dura.
Denme el breve recuerdo que procura
mis templos, mis ciudades, mis Parnasos.

Denme todo el valor, todo el soñado
valor que sólo en sueños he buscado.
Y denme amor, la luz y los ocasos.

AGOSTO 15, 1989

De qué frágil madera un sueño apura
a mostrarme la cruz en que descanso.
No duraré ya mucho. Este remanso
me vuelve a la agonía y a la oscura

noche. Cuán fuerte la cruz o cuán pura
la madera, pregunto, en que descanso
del eterno fluir del día, el manso
fluir que, eterno en mí, terror procura.

Indigno soy del tiempo y de la muerte.
No me salva el amor; no hay otra suerte.
Si alzo mis dedos siento la pulida

superficie que espero y que me espera.
Quiero seguir viviendo, no es quimera.
Si otros me matan, no soy yo el suicida.

PALIMPSESTO

Descifrar el misterio de las cosas,
las ambiguas palabras, el severo
orden de tantas frases, el austero
mecanismo de noches silenciosas.

Ver en lo que nos legan con cuidado
oscuras escrituras muy secretas,
manuscritos de dioses, las discretas
historias que los hombres han soñado.

¿De tus símbolos cuál ha resistido?
¿Qué letras ya borradas han surgido
del alba tan eterna, tan distante?

¿Quién nombrar puede tus misterios todos?
¿Qué marcas o qué trazos son tus modos
perdurables, secretos, inconstantes?

POR LAS PUERTAS DE CUERNO Y DE MARFIL

Por las puertas de cuerno y de marfil
he adivinado un rostro. Sigo un sueño.
La penumbra me envuelve con empeño.
Pienso en Homero y en el torvo alfil

que, sin saberlo, borra mi memoria
y que mi mano sigue sosteniendo.
¿Acaso quien me juzga va sintiendo
el increíble peso de mi historia?

¿Qué puerta he de tomar para que siga
la sombra urdiendo el sueño que prodiga
la honda nieve y la luz en la mañana?

De cuerno y de marfil dos puertas veo.
La indecisión me invade. Ya no creo.
Nadie pregunta. La respuesta es vana.

ANTE UNA PUERTA

Descanso ante la antigua puerta oscura.
Miro sus suaves bordes, su madera
que tan paciente guarda la certera
oscuridad que su interior procura.

Rozo la aldaba en vano. Nadie viene.
Escucho sus lejanas voces solas
entrar en el silencio como olas
sin las aguas del mar que las sostiene.

Todo retumba en el sagrado fondo
de la casa que el tiempo no ha podido
derribar. Casa y tiempo son olvido.

Descanso ante el umbral. Acaso un hondo
y perdurable horror yo sufro en vano:
mi mano en la penumbra no es mi mano.

IGNORO DE LOS DÍAS EL DESTINO

Ignoro de mis días el destino.
nada existe. Mi fin está previsto.
Bajo la eterna noche sólo he visto
un único horizonte y un camino.

Quisiera recordar aquel pasado
en que las cosas no sabían nada
de sus nombres. Quisiera la soñada
urdimbre de ese día que ha engendrado

la eternidad de lunas y de rosas.
Acaso sea cierto que las cosas
de hoy van de lo sagrado a lo perdido.

Ignoro si en mi sueño otro convive.
Una estatua me vela y me recibe
y en su sueño seré el que yo he sido.

DIVAGACIONES

A qué dudar si existe en esta vida
otra vida que igual nos complaciera.
¿Quién nos dará el oro, aunque quisiera?
¿Quién los misterios a los que convida

el tiempo a seguir? ¿Quién las maravillas
que son siete o son ocho nombrar puede?
Yo quiero ver la gloria cuando quede
sólo un hombre soñando pesadillas.

¿Quién seré yo en la noche de las noches?
¿Una sombra o un hombre, quizá espejo,
un río, una rosa o un reflejo?

¿Quién seré yo en la noche de las noches?
¿Alguien que dice si otra vida es vida,
de qué muerte mi muerte es concebida?

OTRA VERSIÓN DE NERVAL

Yo soy el desdichado; soy el triste y el loco
y también el oscuro que insomnes sombras besa.
¿Por qué no me conceden esa esquiva y traviesa
felicidad que tienen todos? Poco

de esplendor el pasado me ha ofrecido.
Ningún legado dejo. Ningún oro.
Siento la soledad como el tesoro
con el que azar me alcanza en el olvido.

Si una música escucho es ya lejana.
Si una mano descubro me ha negado.
No soy del alba ni de la mañana.

Soy de la tarde que invisible ha dado
sus eternas penumbras y un camino
que eterno va a la noche. Es mi destino.

CUADERNO DEL FALSO AMOR IMPURO

No me perdones, tú que sabes todo.
No me perdones tú, torvo señor.
si atravieso mi sombra con horror
es la luz que me espanta como el lodo

en el que soy creado. No permitas
que sea mi amor puro como el agua;
más bien prefiero el fuego de la fragua
a la vasta pureza que limitas.

Quiero ser todo yo aunque fracase
y arda como la hoguera ante la tarde
que si insomne y terrible en otra tarde

persiste sin saberlo en el umbral
de algo que no ignoramos tan fatal:
quiero ser todo yo aunque fracase.

MIDSUMMER’S NIGHT’S DREAM

Yo he soñado perderme en todo viaje;
dejar atrás las cosas que he vivido:
el sueño de mi sombra o ese olvido
que eterno me acompaña en tanto viaje.
Si poco soy, acaso algo he sido;
más que rey o bufón, príncipe o paje,
la vida sus tesoros me ha escondido,
y el árbol rojo donde cuelgo el traje
desmiente mi penumbra desasida.
Solo y desnudo, busco: nunca encuentro:
no me mata la muerte, ni la vida.
Me mata sólo el sueño, el breve sueño
que al despertarme ya me deja adentro
la horrible sensación de lo pequeño.

EL OSCURO PLACER DE LOS ADIOSES

Porque también yo supe del oscuro
placer de los adioses; de las cosas
que imaginé acaso silenciosas
como el amor y el tiempo, hoy procuro

mantenerme alejado de esas cosas.
En otro tiempo vivo. Me figuro
un presente de rostros que el futuro
inundará de esencias y de rosas

que ya han sido cantadas. Despedirse
es en vano. Los días nos devuelven
a un pasado terrible. Soy testigo

de un hecho atroz: mis horas me disuelven
en otras horas. No hay otro castigo.
Acaso el que yo fui está por irse.

Carlos Pintado. Cuba, 1974. Poeta, narrador, ensayista y traductor de poesía inglesa

Licenciado en Lengua y Literatura Inglesa. Ha publicado los libros Habitación a oscuras (Ediciones Vitruvio, Madrid, 2007); Los nombres de la noche (Editorial Bluebird) y próximamente se editará en Buenos Aires El azar y los tesoros. Ha recibido el Premio Internacional de Poesía Sant Jordi en 2006 por su libro Autorretrato en azul. Poemas y cuentos suyos han aparecido en varias antologías y revistas de Cuba, España, Estados Unidos, México, Perú, Alemania y Turquía, algunos de cuyos textos han sido traducidos al inglés, al alemán y al turco. Además, el South Beach Music Ensemble estrenó un quinteto de piano inspirado en sus poemas, bajo la dirección de la compositora norteamericana Pamela Marshall. Actualmente es jefe de redacción de la revista literaria La Zorra y El Cuervo. Reside en los Estados Unidos.