Poesía

A.M.

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A.M.

A Annalay; entre sueños, sueño que salva.

…mientras la noche gotea
y se silencia el mundo.
Lina de Feria

No deja huellas
en la tierra la noche:
sabe que vuelve.
Raúl Hernández Novás

El día sepulta la sábana
en el cuerpo de aquella joven.
En sueño sin líquenes
busca el sitio donde esculpir con el cincel del ayuno
una esperanza antigua, para levantarse adentro de los ojos.

Afuera el sol estampa lo que de la noche vive.
Veladora de los gallos en menguante
que pronuncian la poda del tiempo*
cuando los relojes vencen
la apnea de las horas.

Muchacha que tatúas los párpados con la somnolencia.
Antes que aprendas el oficio de inhalar la sucesión del tiempo:
a tu alrededor transcurre el rocío,
naciéndose contra la hierba de la vigilia.

La mansa rosa/ criatura del silencio
que acostumbra sus pétalos
al descanso de la madrugada, donde la luz se esparce
para que los dormidos sean decapitados por la aurora.

De las hendijas vierte
la claridad su bosque.
Lentitud del cuerpo en nube que simula
una respiración libada por la vida del cuarto,
en la que unas arterias de sosiego
trasladan el silencio a la nocturnidad anterior.

Oh joven de ornamental ronquido,
abandonada en la planicie
de un despertar indócil,
abre tus ojos a la liturgia del amanecer:
el laberinto que amaestras soñando
desemboca en la vida de otras lanzas*

para que en los resplandores de un bostezo asesines
la resucitada noche con el puñal del día.

* Variaciones de versos de Raúl Hernández Novás.

VIDA DE UNA MÚSICA

Al tren Santa Clara-Nuevitas: por el concierto que de él mana.

Aquí solo va quedando el camino del humo en el aire
un sonido desleído ya por otras ausencias
desde la última vez
que los rieles vibraron sobre mí.
Teresa Melo

…viaje que dura más que la vida de todos los viajeros.
Luis Rogelio Nogueras

Locomotora-vástago/ miope cielo en el ojo de los rieles.
Desde los vagones que en ayuno van a las pupilas
la cercanía se ahonda en el humo
que en forma de abedul o antílope
el horizonte devuelve a la llegada.

Una anciana pregunta si los mercaderes
ya bajaron al andén —vertebral río— a vender sus especias:
como quien amanece
para ahorcarle a la lengua
una divinidad más exótica.

Las soledades se avientan contra el tren
desde los rieles hasta los rostros que flamean
al lado de las líneas.
Los que aguardan
idénticos a la paciencia de los días;
ven espigar los pregones, esculpidos por el precio;
donde cruzan personas
libres de la paz preconizada,
descendiendo de los vagones con ristras de marfil
y las manos sacudidas por las manos del viaje.

La vida nos sosiega por el alumbramiento
de una cabeza de ajo en suspensión
sembrada como antes
en la contemplación de unas monedas.

Un andén más profundo está en los hombres
que plantan bajo el sol pregones vírgenes,
fijados en el viento que retorna de las gargantas
en bemol o sostenida fa.

Como carriles amansados por la carne
ristras de ajo y de cebolla
la muchedumbre gentilmente lleva
a la horca de una jaba:
dispersas al canje
de la pulida sinfonía,
en el espacio tallada
por el solfeo de los comerciantes.

Entre la lealtad y la acupuntura del apuro
suben al tren los pasajeros.
Descrito por los escandinavos como tag o toe
arrastrará los latidos del aire
sobre la música ida al poniente de los ojos / trenes que se cansan
de los rieles perfectos*.

Otros mañana zarparán de una vía férrea más honda
a un tiempo menos cicatrizado de su lontananza:
en el que la vida
nos parecerá un órgano que aborta
conciertos caminados sobre ruedas.

* Versos de Lina de Feria.

CASCADA O KENGAI*

A la hora en que el sol se eleva como un salmo.
Roberto Méndez

De las manos del jardinero
hacia el vacío caen
las ramas que sacuden
la plenitud del equilibrio.
Tiesto de barro que al aire lanza
sus respiraciones últimas
contra las turbulencias que en los tallos
hasta el descenso asoman.

A veces en la luz
hay minúsculos retoños
que amanecen para sorber enebros
en saltos de agua del Tequendama:
fecundados por la mansedumbre
desde la belleza de la caída.

El alma es fértil para sembrar
la mínima clorofila
que algún sueño inhala.
Tiemblan las frondas a ruego de tijeras
bajo la música táctil de los dedos:
miniatura del soplo
que el horizonte cansa
para imitar la fuga.

Quien pudo hacer de la calma
una corteza liliputiense
sabrá que todo lo que se muestra enano
por dentro es grande / y devuelve la réplica
de lo que le es más ilimitado a los ojos.

Antes que el nogal suceda en su acrobacia
selecciona el jardinero de las pulsaciones
el tiempo dado en prodigio
a la esperanza que cultiva,
por los vástagos ofrece el universo
a la contemplación doméstica
de lo que pudo ser más hondo.

En su oficio de coagularse en las venas del árbol
la amaestrada soledad que crece
le deshoja los brotes al sosiego.

* Estilo de bonsái

EL PEREGRINO

Me alimento el vacío
con un trozo de dios abandonado.
Ileana Álvarez

Por latir el sosiego la manía
de abrazarnos el rostro en fértil yesca.
El camino que aviento no obedezca
al quicio que planea sobre el día.

Horizontales horas subo al alba,
en secuencias del torso que la muerde.
Sacude el abandono al sol si pierde
la memoria del hombre que lo salva.

Doméstico en su fiebre, bajo fondo
el margen que nos crece, reverencio
contra el límite manso, vid que escondo.

En vigilias del aire me sentencio
la soledad que sana en donde hondo
el peregrino esculpe otro silencio.

Álvaro Martín Peraza. Santa Clarita, Chambas, 1989. Locutor, poeta, investigador y artista plástico

Graduado en la especialidad de Grabado en la Academia Provincial de Artes Plásticas Raúl Martínez, de Morón. Cursa el 6to año de la carrera de Estudios Socioculturales del CUM de Chambas. Especialista en Comunicación Cultural de la Dirección Municipal de Cultura en Florencia. Ha recibido varios premios y menciones en certámenes poéticos provinciales y de alcance nacional. Fue publicado en el blog Cuba Ala Décima  y  en las revistas Carta Lírica, VidenciaEl Caimán Barbudo y Letralia. Tierra de Letras. Pertenece a la Asociación Hermanos Saíz.