Narrativa

De la continuidad de algunos sueños

Zoom-in (arte digital), de Eduardo Moltó

Solamente la veo de noche, ni siquiera todas las noches, la veo cuando puedo o mejor dicho cuando da la casualidad. Lo normal fuera que uno la viera una sola vez, como los sueños comunes y corrientes. No conozco a otra persona que le pase eso, que conozca a alguien en un sueño y que repentinamente se le empiece a aparecer de vez en cuando en los sueños. No la andaba buscando, simplemente apareció ahí y parece tan real, tan viva, y uno la empieza a querer y pasas unas semanas, unos meses en su casa, y ella te muestra minuciosamente su morada y la historia de por qué aquella alfombra tiene los flecos de esa forma o de dónde sacó las figuras de bronce que están en el baño, y se te olvida que nada de eso es real, por un momento no puedes creer que puedas soñar todo eso.

Amo a Lena, pero quererla se está volviendo complicado. Hay una serie de personas que ven el mundo en blanco y negro, amas a alguien o no lo amas, y dicen que si dudas es porque no amas realmente. Yo no sé cómo llamar entonces a esa sensación extraña cuando por un momento sabes que no va a funcionar más, cuando estás decidido a acabar porque no es real y no quieres sentir lástima por ella, y entonces en el momento de la verdad te la imaginas llorando sola, y te sientes terrible, y te callas. Luego te resignas a que debe ser lástima, y te preguntas cuánto tiempo seguirás así, cobarde y bueno. Un día la engañas con una persona de la vida real, y ahí es cuando más quieres a Lena. Sabes que ella nunca va a enterarse de tu traición en otro mundo, simplemente la amas y te das cuenta de que eres un tonto, un idiota. Allí me hago la pregunta: ¿si un sueño tiene consecuencias reales, sigue siendo un sueño?

Por eso digo que quererla es complicado, llego todos los días y cuando me ve se le ilumina la sonrisa, se me queda mirando a cada rato, yo trato de fingir que todo está bien para no hacerla sentir mal, me mira como si flotaray yo no quiero despertarla. Pasamos largos ratos haciendo el amor, oyendo música, cayendo en clichés de películas románticas, como ver películas románticas y reírnos de sus argumentos o quedarnos hablando de noche tras el sexo, haciendo confesiones inocentes y espontáneas, riéndonos de cosas que solamente nosotros entendemos y que son estúpidas, pero son nuestras.

He tratado de acordarme si saqué el rostro de ella del de alguien de la vida real, trato de reconocer la forma de caminar de alguien o la distribución de la casa de alguien, o rasgos del temperamento, o historias que me han ocurrido con otras personas, pero todo es en vano, entre más la examino, me parece que es más legítima. Pero aunque no tenga precedentes, por el contrario sí me contamina la realidad cuando estoy despierto. La veo en los momentos más inesperados, la reconozco en la forma de reír de un niño que se me aparece un día en una tienda y que no vuelvo a ver nunca, o en la forma de sacudir la nariz de una muchacha que acabo de conocer. A veces trato se soñar con ella intencionalmente, pero no funciona de esa forma. Es imposible de capturar o de predecir. Me puse muy triste una vez  que casi la reconozco, lo juro, en el vivero de una floristería, casi era ella, pero cuando me le acerqué noté una voz distinta, un poco más joven. Era como hallarme no frente a ese placer íntimo de tener a alguien para uno, sino de tener a sólo un fragmento de ese alguien, de un alguien que se replica en patrones incognoscibles por ahí, que existió mucho antes que tú y que ha vivido muchas vidas lejos de ti. Y no puedes soñarla más que cuando tienes suerte. Te despiertas solo en la cama todas las mañanas, o te despiertas acurrucado solo en un parque, ya a mediodía. En los parques es en donde mejor puedo soñar con ella. Me he dado cuenta que cuando me duermo en uno veo más nítido el color rojo y el rosado, sin embargo cuando me duermo en un automóvil el color azul deja un rastro extraño por todas partes.

Parece una cosa tonta, pero comienza a preocuparme.No sé si debiera ir al psicólogo, porque los psicólogos siempre tratan de adivinarte, de buscar los antecedentes en tu infancia, tus patrones de comportamiento, de comprobar contigo no sé qué teoría que leyeron en una revista sumamente reconocida, y pensar en lo artificial que es todo eso para tratar a Lena me parece ridículo. Al final no es tan malo, alguna gente se extraña de que esté soltero por tanto tiempo, o de que sienta culpa por tener sexo con otra mujer, supongo que pensarán que estoy loco, pero es que no entenderían lo que Lena significa para mí, cuán distintos somos y a la vez cuán parecidos. Yo la creé, así que nadie va a ser más íntimo para mí que ella, nadie me va a conocer mejor que ella.

Y todo ese asunto de la responsabilidad puede ser un poco agobiante, porque al final ella no sabe que vive en un sueño. Bueno, sí es cierto que ha notado ciertos patrones extraños en la gente, me ha dicho que el resto del mundo parecen solo sombras de otro mundo, me dice que es como si no tuvieran rostro, como si no fueran reales, y yo la miro casi paternalmente. Ha notado cosas incluso peores. Una vez soñé con una luna de color blanco. Lena entró a la casa y al volver a salir se quedó horrorizada porque de un momento a otro la luna se había vuelto amarilla. La mente, a veces holgazana, puede cometer esos pequeños descuidos, y tienes que vivir pendiente de que todas las personas que caminan por una calle sean las mismas cada vez que se pestañea. El horror de Lena frente a esos fallos es otro elemento que laconfundecon un ser consciente.Si pudiera decirle que ella tampoco es real, pero sería imposible, cómo decírselo sin ser injusto, no se lo merece. Imagina que te digan que la persona que amas y sientes tuya es de otro mundo, que tu mundo es una ilusión y que no eres real, que eres como humo en la noche. Querer a Lena es complicado.Sería más fácil si no la quisiera y punto, pero la quiero y eso está más allá de mis manos. No sé si un día va a notar que yo envejezco y ella no, le inventaré alguna excusa pero seguirá sospechando, o no sé lo que pasará cuando yo muera, si va a esperarme esa noche y yo no voy a llegar, ni la siguiente, ni la siguiente, y se va a dar cuenta de que no puede morir, y va a quedar sola por siempre en ese mundo falso e incierto.

Carlos Ávila Villamar. Holguín, 1995.

Actualmente estudia Letras en la Universidad de La Habana. Es egresado del Centro de Formación Literaria Onelio Jorge Cardoso. Obtuvo la Beca Caballo de Coral en 2014 con su proyecto de libro La noche mil dos. Recibió una Mención en el Concurso de Minicuentos El Dinosaurio, 2015; y ganó el Premio en el 2016.