Poesía

De la puerta para adentro (Décimas)

A mi Mamá Xiomara, a Marta
que sabe de esto. A mis hijas que
ahí se mueven. A mi padre, que en
paz descanse, porque por muy
lejos que se haya ido, está con
nosotros.

I
Pase usted.
Vea mi casa.
Casa vieja y sin pintura.
Con mil duendes de ternura en cada gesto.
Una taza de café para el que pasa por su puerta bien temprano
Con la ausencia del hermano en la guitarra sin voz
Con un plato sin arroz entre la mesa y la mano.
Hay un cuadro sin Jesús en el medio de la sala
y el polvo muerto en un ala
de una mariposa en cruz.
Hay un ánima sin luz del portal a la cocina
Un vendaval de rutina de la puerta para adentro
Y un corazón en el centro que sobre un bastón camina.
Cuando amanece,
lo humano del sol se vuelve sonrisa
y en el olor a ceniza que hay en la foto
crece un grano de ternura en cada mano
temblorosa de mi madre…
No hay amargor que descuadre el sabor de su café
si en cada rincón se ve la silueta de mi padre.
Hay visitas cotidianas.
Rostros que se van y vienen
y que al saludar detienen
sus voces en las ventanas.
En las tardes meridianas
quise decir:
las en punto
alguien se nos sienta junto
al sillón que está vacío
y en la casa se oye el río
de su espíritu difunto.
Por las noches
entre la puerta y la acera,
queda oscuro el portal.
Estoy seguro
que a esa hora se despierta el ángel que cuida alerta
los silencios de la casa,
Intuyo que se disfraza con una paz increíble
y es un guardián invencible cuando lo malo amenaza.

II
12: AM
Madrugada de un invierno con angina.
Hoy una sombra camina tras una sombra extraviada.
No hay luces.
La voz sellada tiene al silencio sin fe.
¡quien más mira nada ve!
Huye la luz que me nombra.
Junto a mi mesa una sombra
se está tomado un café
Hay días que por la casa anda el olor de la ausencia
pues temprano la existencia es un reloj que se atrasa.
Hoy la familia es escasa
En la mesa faltan platos,
y aunque hay sonrisas, a ratos,
pasa un Ángel confundido
por el color desteñido de familiares retratos.
Así la semana
El mes
El año
La vida
Todo transcurre del mismo modo
y a veces más de una vez
Un silencio con cien pies
llega en la noche.
Domina
en cada rincón y esquina
donde es callado el amor
eternizando un dolor
que no cura una aspirina.
Vasos con agua,
ritual del cotidiano sostén
ánimas que no se ven
son su núcleo existencial.
Carne y hueso espiritual que le da fuerza al aliento
de seguir en el intento de amanecer cada día.
La religiosa utopía de asegurar el sustento.
Los hijos crecen.
Se alejan.
Escogen rumbos dispares…
Llegan cartas de lugares lejanos,
Voces que dejan nostalgias
y que aconsejan tener al amor unido.
Pero a cada reglón leído
El llanto sale al encuentro….
De la puerta para adentro
Mi casa no tiene olvido.
Los sillones están viejos
con sus huellas de fantasmas
y son críticas las asmas
de los manchados espejos.
Vuela un enjambre de dejos
en los minutos vacíos.
Los silencios son más fríos
cuando la noche es adulta
y la nostalgia se oculta
detrás de los sueños míos.
Mi cama
—digo, el sofá—
cómplice de mis sueños cansados
y de los rezos callados que el silencio escuchará.
Cada noche se que está el ángel noble que lucha
Por encaminar la mucha esperanza de mi voz
Cuando le suplico a Dios
sin saber si acaso escucha…

III
(monólogo a Marta)
Por la casa pasa un perro de necesidades mustias
hay voces con más angustias en las ventanas de hierro.
Madre padece el encierro obligada por la artritis.
El techo con dermatitis de humedad se deteriora
y el reloj que da la hora padece de apendicitis.
El martes si no ha venido el café a la bodega
anda una jaqueca ciega igual que un niño aburrido.
Es más corpulento el ruido que se queja en los rincones
Su beso hasta los tendones me descalabra de cuajo
y es un martes del carajo para beber infusiones.
Un miércoles de rodillas se arrastra por el reparto
con el dolor de un infarto renaciendo en sus cotillas.
Rearmamos las astillas más sanas del ostracismo.
Nos protegemos del sismo de la escasez cotidiana
con un té de Mejorana rehaciendo el optimismo.
Rebota entre las paredes una soledad intrusa,
ya no queda ni una excusa para escapar de sus redes.
El vicio de Ganimedes a veces entra en el cuarto
y con tus senos comparto un abrazo vulnerable
en la casa inhabitable en la mitad del reparto.
Por el no almuerzo del jueves mientras afuera llovizna
o porque el fogón nos tizna los calderos.
Otro jueves sin sol donde te atreves a desnudarte sin susto
para calmar el disgusto de esa soledad con hambre
tejes tu alambre a mi alambre donde el amor es más justo.
¿Qué dios quiso por su hacer tanto vacío en la casa?
¿Qué ausencia vino en la taza de la familia a beber?
Te abrazo para creer que existo porque te beso
que por tu amor salgo ileso de las tristezas del día
Que cuando estás, todavía tengo vida en cada hueso.
Viernes de casa y costumbre.
Se va la luz.
¡Todo oscuro!
Nosotros detrás del muro
sin alimento y sin lumbre
Tu desnudez es la cumbre
de esta agonía inhumana.
Estás flaca y cada cana
De tu cabello
te arruga…
Hoy es viernes y se nos fuga el amor de la semana.
La madrugada se mueve sigilosa calle afuera
Una luna en tu cadera se moja.
Creo que llueve despacio
nadie se atreve a deambular la ciudad.
Sobre ti soy la mitad de tu país al desnudo
quise decir un escudo de evitar la soledad.
Es sábado las 2: AM.
Te quiero: —me dices rara—.
Con una luz en la cara seductora.
Nada teme tu cuerpo.
Invertida M en el arco de mis brazos.
Así huyen esos trazos de necesidad del día
y en orgásmicas orgías nos inventamos abrazos.
Si alguien supiera que ayer por el desayuno ausente
se desbordó un mal torrente de injuria al amanecer,
que hasta quise descoser de un mal concepto tu voz…
Pero nacimos los dos en carne y hueso tatuados
y una vez más perdonados por el amor y por Dios.
El sol
que por una hendija de la ventana ha venido
Sobre tu vientre dormido ha conseguido cobija.
¿Qué deparará la Ouija del domingo en la mañana?
¿Con qué sabor la semana de otro día empezará?
¿Qué otro lunes nos vendrá con su escasez en la Habana?

Guanabacoa, La Habana, 1999-2000

Frank Upierre Casellas. Guanabacoa, 1956. Músico, trovador, poeta y decimista.

Ha obtenido premios y menciones a nivel nacional y provincial, entre los que destaca el Premio en el Concurso AlaDécima 2000 por su cuaderno La identidad del espejo. Además, ha publicado los libros de décimas Está lloviendo en la Habana (Editorial Pino Suárez, México, 1991); Bajo la calma y el sueño (Editorial Hermanos Loynaz, 1993); Tablero de Ifa (Editorial Extramuros, 1994) y el poemario El cantar de los callares (Editorial Extramuros, 2000). Textos suyos han sido incluidos en diversas antologías de España y México. Actualmente trabaja como músico y reside en Moscú.