Poesía

Esperando que nieve en Itabo

Si un segundo antes de morir de inanición
a Vallejo le hubieran dado el Nobel
todo sería distinto.
Vallejo premio Nobel diría en los libros de historia,
y de seguro a Van Gogh la vida le hubiera reservado algo agradable
justo antes de que se cortara la oreja
justo antes que se perdiera en ajenjo de tanto ser olvidado,
quizás algún marchand compraría alguna de sus obras,
o alguna muchacha de las que pasean por las orillas del Sena
se hubiera detenido un segundo a admirar su cara de atormentado,
de bueno para nada,
todo eso para garantizar el futuro premio Nobel de Vallejo.
Porque si Vallejo fuera premio Nobel
Se podría meditar con más calma,
Ya no fuera tan precisa la convicción
de que la vida es una mierda,
Siendo Vallejo premio Nobel
tú y yo también seríamos un poco premio Nobel
aunque no nos postularan,
aunque nadie diga se merece un Nobel:
un país de premios nobeles,
un país de bebedores de ajenjo y desorejados.
Vamos a cantarle una nana a la noche
Vamos a cantarla junto a Van Gogh y Vallejo
Y los que nunca jamás seremos premios nobeles,
Ni de contra:
Porque para ser premio Nobel
No basta con morir en París con aguacero.

***

Esta mañana el médico me diagnosticó
una psicosis disfuncional de tipo periférico.
Yo no entendí mucho,
Soy un poco lerdo para esas cuestiones
pero supe que a partir de hoy
las rosas tendrían otro aroma para mí,
el aroma del loco
y hasta mi mujer
sería otra,
la mujer del loco.
Esta mañana me volví loco,
a partir de hoy mi madre ya no es mi madre
Es la madre del loco
Tengo que ir a decírselo.
Mamá, le diré,
Todo ha cambiado
Eres ahora la madre del loco.
También ha cambiado el país
Cuba es ahora el país del loco,
qué diferente suena,
qué cúmulo de infinitas posibilidades,
Decir:
Vivo en el país del loco,
me domicilio en ciudad Esquizofrenia,
calle psicosis entre orate y demencia,
el número se lo debo,
toque cualquier puerta.

***

Veíamos la cara de Alejo Carpentier,
las mejillas de tortuga milenaria,
los ojos hundidos de quien nació vetusto,
la boca que balbuceaba sandeces refinadas
en un francés gutural.
Veíamos el traje de funerario en día de asueto
Y aquellas manos que como fantasmas neurasténicos
No podían estarse quietas
y nos juramos a nosotros mismos
que nunca jamás seríamos como él.
Seríamos los felices,
los normales.
Ahora todo pasó
y somos peores que Alejo Carpentier
más gordos que Lezama
más flacos que Virgilio,
más tristes que el más triste de ellos.
Sin fama ni talento,
Solo algas aferradas al casco de una nave
que se hunde.

***

Claro, te gustaría escribir como lo hacen los grandes,
pero para eso debiste haber tenido experiencias muy distintas,
debiste haber conocido el verdadero París
y no un bar de la calle Arguelles de Cienfuegos
que ni siquiera se llama París,
se llama la Lonja y allí sirven un mejunje de porquería
que ni siquiera es ajenjo,
es puro matarrata o chispa de tren como lo llaman los sabios.
Hasta las mujeres que amaste están marcadas por no ser de Paris.
Así, es muy difícil solazarse en el verso
como lo logran los grandes,
así sólo te queda adentrarte en tu pequeña verdad
como en una cueva donde entras sin linterna
y donde no siempre sales ileso,
en un túnel al final del cual no está Notre Dame
sino la funeraria de Cienfuegos
y si la suerte te acompaña
saldrá en un periódico de circulación nacional:
Ayer murió el escritor.
¿Y quién es ese? preguntará más de uno
Y tú, ya muerto, te deslizaras sobre la niebla
de la noche insular y sus jardines invisibles
y pensaras en lo fatal de no haber nacido en París,
lugar donde como sauces se alzan los poetas
y los que se creen poetas que es casi lo mismo.

Sobre lo ignoto.
Muy adentro de ti hay algo
que no se deja comprimir en palabras.
Sé que no es tu alma
ni el corazón tan manido.
Es algo que está aún más adentro de ti,
donde no llega nada,
ni mis ojos,
ni la voz con que invoco tu nombre,
algo sagrado que no se deja tocar.
Moriría por saber que es
Daría todo por llegar a eso tuyo
que no me provees
y que no es el amor.
Es algo más.
Me crecerían alas si lo supiera.
Sería un Dios si lo supiera,
porque lo cierto es que al tocarte
no llego a tocarte
y debido a eso la vida es tan triste,
porque nunca llegamos a adentrarnos
en el ser del otro,
Allí donde se pierde toda esperanza,
allí.

ESPERANDO QUE NIEVE EN ITABO, MATANZAS

La noche cabalga
nuestras sombras,
aquellas que abandonamos en nuestras casas
para venir a contemplar como cae la nieve.
En Itabo, Matanzas.
el tiempo se estiró como un escueto pez
y luego dijo:
la noche y yo somos los únicos que logramos tocar
en el tambor del aire

Y al volver
la casa ya no nos esperaba
y tú habías muerto de esa muerte leve de los gorriones,
que apenas se deja pronunciar
porque no es una muerte en serio,
sólo una manera de quedarse callado.
Esperarás que nieve en Itabo Matanzas
al asomarte a la puerta
oirás el rumor de tu propio entierro:
¿No lo sabías?
Ayer murió el último cubano,
Una fiebre alta lo condujo a la tumba
Nevaba tanto como en aquel conocido entierro de Mozart
O en el de Edgar Allan Poe no menos célebre,
Por eso no fue casi gente,
Ese rumor que escuchas es el de los gorriones
Lloran por el último cubano
,
Querrás decir algo entonces,
Querrás decir aquí estoy
¿pero para qué
Si en Itabo Matanzas nieva ya para dentro
para el sueño.

Marcial Gala. La Habana, 1963. Narrador

Es autor de los libros de cuento Enemigo de los ángeles (1991); El juego que no cesa (1993); Dios y los locos (1995) y Es muy temprano (Editorial Letras Cubanas, 2010), así como de la novela Sentada en su verde limón (Letras Cubanas, 2004).