Poesía

Libro Negro del desencantado

Libro Negro del desencantado
Libro Negro del desencantado

EL LIBRO

¿Has visto el libro que dispersa? Te parece que falta algo, ¿indumentaria?, ¿fingida indignación? Tómalo, nubes de galerón para impresionar los domingos a la hora en que ciertos animales se adormecen por la siesta, sobre la tierra húmeda, en búsqueda de una invisible salvación. Con que secreta alegría ancestral percibo ahí un engaño, una lechuza muerta. Mirando sus caras, me he puesto a vomitar, pienso en las lágrimas a sus pies, la escena, los sollozos, la cercanía al engaño insolente, a la jerarquía, al miedo teocrático escondido en el agua. Estoy por los cincuenta y nueve años y no he podido lograr encaje y asentamiento. Respiro estos aires en la severidad ceremonial de la sustancia, son ecos de una asamblea de aquellas largas vidas aguarrás del tiempo, y rechazados. Cuando el Padre fue a pasar su mano sobre la raíz pétrea de mi espalda la depositaban en la tierra, la resistencia de mi mano encontró su mano en el aire.

VIDAS DE ARENA

Arenisca o roca dura, acero, el sermón de la montaña, atol convertido para estas glúteas. Matarás, quemarás al implantar la bandera fingiendo salpicaduras de una luz albina, luego no despiertas, el cuerpo es arena, el enemigo es arena esta sombra son granos que el viento sopla sobre los levitones y la voluptuosa grietada neblina del más perfecto cortinón. De vez en cuando la luciérnaga del acomodador te muestra donde yace la dirección ciega entre la arena. Pero tú no has aprendido, sus granos a escupir todavía.

MITIGUEMOS LA AGRESIVIDAD

Han tocado a la puerta sus emisarios, me han disparado flechas mientras mi brazo caía por un costado en el acuario del sueño, mi mano frente a los ojos una sombra oscura con cuernos. Hoy son todos sonrisas y frases dedigna amabilidad impulsados por un seductor espíritu danzante del ceremonial, tibios como si trasudas en su recta interpretación del pescado en sus rostros. Para mitigar la agresividad pongo mi sangre a evaporar con un chisporroteo duro, antes de abrir la puerta una lluvia de estrellas advierto en el caldero, como mensaje encerrado en una botella donde siempre guardo el plenilunio del Universo.

INSISTE EL ALQUIMISTA

Por una irregular acomodación de hechos y desventuras, radicales, frente al heroísmo falso del elegido mientras los que más claman llenan sus marsupios, he decidido no seguir el muérdago, cruzo estos huesos con decisión dominante, en la saludable plenitud de la mitad de las cosas que no tienen mitad, para poner las mediciones bajo la superficie que atrae y congrega calzando unos zapatos de cristal donde destilo a la deriva la incomprensible sabiduría.

INTRODUCCIÓN AL REINO DE LA NADA

La muerte irreal pesa más que la misma muerte real, de una seriedad tan excesiva deja en tierra todas las variantes, ayer corría tras el balón en un instante el polvo al recibir el aire cruje al perder su forma sus ojos no acatarán la orden de ninguna mirada, inconexos se van a casa en fingida inmutabilidad a sus falsas seguridades escondidas en grandes templos: El reino de la nada se presta a la confusión.

MAMBO – JUMBO

Para el asombro la pausa de la suspensión, la finalidad del regreso, el reconocimiento en esa copa que pasan donde seguiremos en el mismo misterio, molde de cera análogo de sombra violada a la muerte, la recta bondad del artificio, sí penetras por sus ojos un tren sin estación corre cargado de fábulas, pesadillas de mortificación divertida: ahora que estamos vivos andamos por este camino, y ahora que estamos muertos andamos por este otro.

HA MUERTO EL REY, CONCEDAN

¿Quién se angustia por los angustiados? demanda acaso misterio, forzado a ello una asamblea de reyes teocráticos configura conducta gravitante, tan irreal, lejana, y hechizada. Muestra el reidor un sacrificio ante la sequía y la sucesión de unos días de intranquilidad circulatoria, son cínicos de oficio. Mi búsqueda de la iluminación, dolor necesario. Me voy a morir sin angustias por ellos. En la absoluta soledad, no los quiero a mi lado.

Eduardo René Casanova Ealo. Quemado de Güines, Cuba, 1960.

Licenciado en idioma ruso, poeta y editor. Premio Calendario 1999 con su libro de poemas Navegación Impasible. Ha publicado El polvo rojo de la memoria (novela), Al otro lado del mundo (poesía), Las Tablillas de Diógenes. Realizó la antología poética La Habana convida, por el 500 aniversario de la fundación de La Habana. Reside en Miami, Estados Unidos. Preside la Editorial Primigenios.