Antología poética

Antología poética - Francisco de Quevedo

Resumen del libro: "Antología poética" de

Antología crítica, reúne 100 de entre los casi novecientos poemas del total conservado. Con cuadros cronológicos, bibliografía, notas y llamadas de atención, documentos y orientaciones para el estudio a cargo del catedrático Esteban Gutiérrez-Bernardo.

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Introducción

Dios te libre, lector, de prólogos largos y de malos epítetos (QUEVEDO: El mundo por de dentro).

1. El marco histórico y literario

Si hay una figura que ejemplifique con claridad los avatares de su época, ésta es la de don Francisco de Quevedo y Villegas. En efecto, nuestro autor presenta, como pocos, los reflejos de la agudísima crisis que conduce a la inexorable decadencia española y, a la vez, el prodigio de un arte de excepcional calidad. He aquí la cruz y la cara de una moneda que ofrecemos escuetamente al lector en las líneas que siguen.

1.1. Historia y sociedad

La vida de Quevedo (1580-1645) coincide casi exactamente con el principio y el fin de los postreros esplendores de la monarquía española. La anexión de Portugal (1580) no fue más que un espejismo de gloria pronto desvanecido por el desastre de la Armada Invencible (1588) y el fracaso de otras aventuras imperialistas de los últimos años de Felipe II (1556-1598). Con su sucesor, Felipe III (1598-1621), España hubo de ver la humillación de la Tregua de Doce Años (1609), además de la despreocupación del monarca por los asuntos públicos, enfrascado en sus rezos y obras piadosas (como le reprochará Quevedo), mientras el gobierno paraba en manos de colaboradores, el duque de Lerma a la cabeza, que instalaron en la corte el nepotismo y la corrupción. Felipe IV (1621-1665), con el conde-duque de Olivares como valido (1621-1643), emprende en Europa una política agresiva que trae como consecuencia las guerras en Italia (1628-1631), conflictos con Francia (desde 1635), reveses en Flandes (desde 1637), levantamientos en Cataluña y Portugal (1639-1640), varias conspiraciones… La derrota de Rocroi (1643) se adelanta al Tratado de Westfalia (1648) para certificar el fin del poderío español.

La situación política se da la mano con el estado de la economía y de la sociedad. Los sucesivos impuestos con los que Felipe II financió sus sueños imperialistas acabaron repercutiendo sobre todo en las clases más desfavorecidas. La bancarrota de 1596, junto a la pérdida de cosechas, el hambre y las epidemias de los años noventa, desembocó en una aguda conciencia de crisis, que vio nacer la figura del arbitrista (o persona que proponía remedios, no siempre sensatos, para la restauración del país). Los intentos del duque de Lerma, ya con Felipe III, por repartir una carga tributaria que afectaba casi exclusivamente a Castilla, resultaron fallidos, lo mismo que los de Olivares más tarde. Por otro lado, el languidecimiento de la agricultura se agrava sustancialmente con la pérdida de una importante cantidad de mano de obra agrícola a causa de la expulsión de los moriscos (1609), medida con la que Lerma quiso compensar la firma de la Tregua de Doce Años. Mientras tanto, el flujo de plata americana se va agotando gradualmente. El cuadro social resulta inquietante: una nobleza al arrimo de la corte, una burguesía improductiva pugnando por asimilarse a la nobleza, una inexistente clase media, unas masas populares empobrecidas y hambrientas. Y casi todos por igual despreciando el trabajo manual y el comercio, a los extranjeros en el exterior y a los conversos en el interior, buscando la subsistencia en la Iglesia o en la burocracia, o yéndose a la corte a probar una fortuna pite solía mostrarse bastante esquiva.

Francisco de Quevedo. Nació en Madrid el 17 de septiembre de 1580, y falleció en Ciudad Real, el 8 de septiembre de 1645. Quevedo fue conocido por su defensa del conceptismo como estilo literario y sus múltiples trifulcas políticas, es uno de los poetas y prosistas más importantes de la lengua española. Fue muy sonada su enemistad con el célebre poeta barroco Luis de Góngora.

Nacido en el seno de una familia aristócrata, Quevedo estuvo ligado a la corte y a las altas esferas del poder a lo largo de toda su vida. Se educó en el Colegio Imperial de los jesuitas, y posteriormente en las Universidades de Alcalá de Henares y Valladolid, centrándose en la teología y los idiomas. Su amistad con el duque de Osuna, y más tarde con el Conde-Duque de Olivares fomentaron su prestigio, llegando a ser Caballero de la Orden de Santiago, si bien tuvo varias caídas en desgracia que lo empujaron al destierro en varias ocasiones.

Finalmente, debido a los casos de corrupción que rodeaban al Conde-Duque y las sospechas de éste hacia el autor, fue encerrado en una pequeña celda del convento de San Marcos, del que salió con la salud muy afectada, retirándose definitivamente a la Torre de Juan Abad, desde donde se trasladó a Villanueva de los Infantes, donde murió.

Frente a sus textos satíricos y burlones (desde sus letrillas y sonetos, pasando por su prosa picaresca, como puede apreciarse en su obra más conocida, Historia de la vida del Buscón, llamado don Pablos), destaca su poesía más seria, que refleja su temática reincidente, centrada en el tiempo y la muerte. También trató el ensayo político y filosófico (La cuna y la sepultura) y fue un asiduo traductor y crítico literario.