El buque fantasma

Resumen del libro: "El buque fantasma" de

Esta clásica novela de aventuras desarrolla el mito del Holandés Errante. En ella se suceden episodios con piratas, naufragios, combates en tierras desconocidas, pero siempre originados por el halo de misterio que rodea a una vieja reliquia familiar legada a Philip Vanderdecken, un joven que, por azar o destino, llega a toparse con ese buque condenado a navegar (junto a toda su tripulación) hasta el Día del Juicio Final. Philip descubrirá quién es el capitán de ese buque fantasma, alguien demasiado cercano a él como para no dejar de intentar, por todos los medios, volver a encontrar al Holandés Errante.

Libro Impreso

Introducción

El mito del Holandés Errante

Según la tradición, el Holandés Errante o el Holandés Volador (De Vliegende Hollander) es un barco fantasma que no puede volver a puerto, condenado a vagar para siempre por los océanos del mundo. El velero es siempre oteado en la distancia, a veces resplandeciendo con una luz fantasmal. Si otro barco lo saluda, su tripulación tratará de hacer llegar sus mensajes a tierra, a personas muertas siglos atrás.

Las versiones de la leyenda son innumerables. Unas cuentan que la historia originariamente es holandesa, mientras que otras afirman que está basada en la obra de teatro The Flying Dutchman (1826), del dramaturgo inglés Edward Fitzball, y en la novela The Phantom Ship («El buque fantasma», 1837) de Frederick Marryat, más tarde adaptada al holandés como Het Vliegend Schip («El buque volador») por el clérigo de esa nacionalidad A. H. C. Römer. Otras versiones aluden a la ópera El holandés errante, de Richard Wagner (1841) y a The Flying Dutchman on Tappan Sea de Washington Irving (1855). De acuerdo con ciertas fuentes, el capitán holandés Bernard Fokke (del siglo XVII) sirvió de modelo para el comandante del buque fantasma. Fokke fue célebre por la extraña velocidad de crucero que alcanzaba en las travesías entre Holanda y Java, por lo que se sospechaba que había firmado un trato con el demonio. En algunas versiones holandesas del mito, el capitán recibe el nombre de Falkenburg. Marryat, en su versión, le da el nombre de van der Decken (que significa «en cubierta»), y recibe el de Ramhout van Dam en la versión de Washington Irving. Unos y otros no se ponen de acuerdo a la hora de llamar «holandés errante» al barco o al capitán.

Asimismo se dice que éste juró, de cara a una tormenta, que no daría marcha atrás hasta haber doblado el Cabo de Buena Esperanza, aunque le costase llegar al Juicio Final. Se ha hablado también de un horrible crimen cometido a bordo del barco; e incluso de una terrible epidemia que infectó a la tripulación, a la que por ese motivo no se permitió desembarcar en ningún puerto, siendo condenados desde entonces —barco y marineros— a navegar eternamente, sin posibilidad de pisar tierra. En cuanto a las fechas en que ocurriría, se ha hablado de 1641, y de 1680, 1729…

En la obra de Fitzball, al capitán se le permitía bajar a tierra una vez cada varios cientos de años para tratar de hallar una mujer con la que compartir su maldición. En la ópera de Wagner, cada siete años.

Este mismo mito del Holandés Errante se encuentra también en las películas de Piratas del Caribe.

El buque fantasma – Frederick Marryat

Frederick Marryat (1792-1848), un hábil marino y novelista inglés, se erige como pionero en las novelas marítimas. Nacido en Westminster, sus raíces hugonotas y vínculos familiares con prominentes figuras como su abuelo, Thomas Marryat, y su padre, Joseph Marryat, crearon un telón de fondo fascinante. Marryat, trascendiendo su exitosa carrera naval, se lanzó al mundo literario con la publicación en 1829 de "The Naval Officer," precursora de sus más de treinta novelas.

Su narrativa, enriquecida por vivencias en el mar, debutó con "Frank Mildmay" y alcanzó su cúspide en "Mr. Midshipman Easy" (1836). Marryat, con ritmo frenético, forjó personajes icónicos como Gentleman Chucks y Equality Jack, destacando por su estilo lúcido y humor casi farsesco. Su incursión en libros infantiles, como "Masterman Ready," añadió otra dimensión a su legado literario.

Marryat, no solo un prolífico novelista sino también un hábil editor del "Metropolitan Magazine," demostró su versatilidad. Desde su incendiario panfleto sobre la requisición naval hasta sus impresiones en "Diary in America" (1839), su pluma inagotable y perspicacia dejaron una huella duradera.

Aunque las críticas artísticas iniciales no siempre fueron indulgentes, Marryat se ganó un lugar entre los narradores del mar. Sus novelas, elogiadas por Conrad y Hemingway, influyeron en obras posteriores de Forester y O'Brian. Frederick Marryat, príncipe de las narrativas marítimas, fusionó su experiencia genuina con un sentido del humor distintivo, navegando hacia la inmortalidad literaria.

Cine y Literatura

Pandora y el holandés errante

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