El juez de los divorcios y otros entremeses

El juez de los divorcios y otros entremeses

Resumen del libro: "El juez de los divorcios y otros entremeses" de

La serie completa de ocho entremeses de Miguel de Cervantes, que fueron publicados en 1615 en el volumen con el nombre de «Ocho comedias y ocho entremeses nuevos nunca representados».

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ENTREMÉS DEL JUEZ DE LOS DIVORCIOS

Salen el JUEZ y otros dos con él, que son ESCRIBANO y PROCURADOR, y siéntase en una silla; salen EL VEJETE y MARIANA, su mujer

MAR.—Aun bien que está ya el señor juez de los divorcios sentado en la silla de su audiencia. Desta vez tengo de quedar dentro o fuera; desta vegada tengo de quedar libre de pedido y alcabala, como el gavilán.

VEZ.—Por amor de Dios, Mariana, que no almodonees tanto tu negocio. Habla paso, por la pasión que Dios pasó. Mira que tienes atronada a toda la vecindad con tus gritos; y, pues tienes delante al señor juez, con menos voces le puedes informar de tu justicia.

JUEZ.—¿Qué pendencia traéis, buena gente?

MAR.—Señor, ¡divorcio, divorcio y más divorcio, y otras mil veces divorcio!

JUEZ.—¿De quién, o por qué, señora?

MAR.—¿De quién? Deste viejo que está presente.

JUEZ.—¿Por qué?

MAR.—Porque no puedo sufrir sus impertinencias ni estar contino atenta a curar todas sus enfermedades, que son sin número; y no me criaron a mí mis padres para ser hospitalera ni enfermera. Muy buena dote llevé al poder desta espuerta de huesos, que me tiene consumidos los días de la vida, cuando entré en su poder me relumbraba la cara como un espejo, y agora la tengo con una vara de frisa encima. Vuesa merced, señor juez, me descase, si no quiere que me ahorque. Mire, mire los surcos que tengo por este rostro de las lágrimas que derramo cada día por verme casada con esta anatomía.

JUEZ.—No lloréis, señora; bajad la voz y enjugad las lágrimas, que yo os haré justicia.

MAR.—Déjeme vuesa merced llorar, que con esto descanso. En los reinos y en las repúblicas bien ordenadas había de ser limitado el tiempo de los matrimonios, y de tres en tres años se habían de deshacer o confirmarse de nuevo, como cosas de arrendamiento; y no que hayan de durar toda la vida, con perpetuo dolor de entrambas partes.

JUEZ.—Si ese arbitrio se pudiera o debiera poner en práctica, y por dineros, ya se hubiera hecho. Pero especificad más, señora, las ocasiones que os mueven a pedir divorcio.

MAR.—El invierno de mi marido y la primavera de mi edad; el quitarme el sueño por levantarme a medianoche a calentar paños y saquillos de salvado para ponerle en la ijada; el ponerle ora aquesta, ora aquella ligadura, ¡que ligado le vea yo a un palo por justicia!; el cuidado que tengo de ponerle de noche alta (la) cabecera de la cama, jarabes lenitivos por que no se ahogue del pecho; y el estar obligada a sufrirle el mal olor de la boca, que le güele mal a tres tiros de arcabuz.

ESC.—Debe de ser alguna muela podrida.

VEZ.—No puede ser, porque ¡lleve el diablo la muela ni diente que tengo en toda ella!

PROC.—Pues ley hay que dice, según he oído decir, que por sólo el mal olor de la boca se puede desc(as)ar la mujer del marido, y el marido de la mujer.

VEZ.—En verdad, señores, que el mal aliento que ella dice que tengo no se engendra de mis podridas muelas, pues no las tengo, ni menos procede de mi estómago, que está sanísimo, sino desa mala intención de su pecho. Mal conocen vuesas mercedes a esta señora; pues a fe que, si la conociesen, que la ayunarían o la santiguarían. Veinte y dos años ha que vivo con ella mártir, sin haber sido jamás confesor de sus insolencias, de sus voces y de sus fantasías, y ya va para dos años que cada día me va dando vaivenes y empujones hacia la sepultura, a cuyas voces me tiene medio sordo, y, a puro reñir, sin juicio. Si me cura, como ella dice, cúrame a regañadientes, habiendo de ser suave la mano y la condición del médico. En resolución, señores: yo soy el que muero en su poder, y ella es la que vive en el mío, porque es señora con mero mixto imperio de la hacienda que tengo.

MAR.—¿Hacienda vuestra? ¿Y qué hacienda tenéis vos que no la hayáis ganado con la que llevastes en mi dote? Y son míos la mitad de los bienes gananciales, mal que os pese, y dellos y de la dote, si me muriese agora, no os dejaría valor de un maravedí, porque veáis el amor que os tengo.

JUEZ.—Decid, señor: cuando entrastes en poder de vuestra mujer, ¿no entrastes gallardo, sano y bien acondicionado?

VEZ.—Ya he dicho que ha veinte y dos años que entré en su poder, como quien entra en el de un cómitre calabrés a remar en galeras de por fuerza; y entré tan sano, que podía decir y hacer como quien juega a las pintas.

MAR.—¡Cedacico nuevo, tres días en estaca!

JUEZ.—Callad, callad nora en tal, mujer de bien, y andad con Dios, que yo no hallo causa para descasaros: y, pues comistes las maduras, gustad de las duras: que no está obligado ningún marido a tener la velocidad y corrida del tiempo, que no pase por su puerta y por sus días; y descontad los malos que ahora os da con los buenos que os dio cuando pudo. Y no repliquéis más palabra.

VEZ.—Si fuese posible, recebiría gran merced que vuesa merced me la hiciese de despenarme, alzándome esta carcelería; porque, dejándome así, habiendo ya llegado a este rompimiento, será de nuevo entregarme al verdugo que me martirice. Y si no, hagamos una cosa: enciérrese ella en un monesterio, y yo en otro: partamos la hacienda, y desta suerte podremos vivir en paz y en servicio de Dios lo que nos queda de la vida.

Miguel de Cervantes Saavedra. El genio literario detrás de la obra maestra "Don Quijote de la Mancha", es uno de los pilares de la literatura universal. Nacido en Alcalá de Henares, España, en 1547, su vida estuvo marcada por la aventura, la tragedia y la creatividad desbordante.

Desde su juventud, Cervantes demostró una pasión innata por las letras, dedicándose a la poesía y al teatro antes de adentrarse en la prosa. Sin embargo, su camino estuvo lleno de desafíos y contratiempos, incluyendo su participación en batallas militares donde sufrió heridas que marcarían su cuerpo y su espíritu.

La genialidad de Cervantes se revela en la obra cumbre de la literatura española, "Don Quijote de la Mancha", una epopeya que desafía las convenciones literarias de su tiempo y que perdura como un monumento a la imaginación humana. En ella, Cervantes teje una trama llena de humor, ironía y profundidad filosófica, creando personajes inolvidables que han conquistado los corazones de generaciones enteras.

Pero la vida de Cervantes es mucho más que su obra más famosa. A lo largo de su carrera, escribió una amplia gama de obras, incluyendo novelas, poemas y obras teatrales, todas impregnadas del ingenio y la humanidad que caracterizan su estilo único.

Cervantes falleció en 1616, dejando un legado literario que perdura hasta nuestros días. Su influencia se extiende por todo el mundo, inspirando a escritores, artistas y pensadores a través de los siglos. Su vida fue una aventura épica, y su obra, un testamento eterno a la capacidad del ser humano para soñar, crear y trascender las limitaciones del tiempo y el espacio.