Galveston

Resumen del libro: "Galveston" de

En su brillante debut como novelista, Nic Pizzolatto, conocido por ser el creador de la aclamada serie «True Detective», nos sumerge en un mundo de violencia, filosofía y redención a través de su novela «Galveston». La trama sigue a Roy Cody, un imponente matón texano con una perspectiva filosófica única, cuya vida toma un giro inesperado cuando le diagnostican un cáncer avanzado.

Cody, un hombre de sombrero de ala ancha y botas de cowboy, se enfrenta no solo a la mortalidad, sino también a las complejidades de su propio mundo oscuro. La trama se complica aún más cuando Cody sospecha que su jefe, el poderoso extorsionador Stan Ptitko, tiene planes siniestros para él. En una noche llena de whisky y revelaciones, se ve atrapado en una trampa mortal mientras lleva a cabo una de sus rutinarias visitas de intimidación.

La novela se desarrolla en un escenario de paisajes desolados a lo largo de la costa del Golfo, creando una atmósfera vívida y evocadora. La prosa de Pizzolatto oscila entre lo violento y lo lírico, entre lo sórdido y lo poético, ofreciendo una narrativa que rompe con los convencionalismos del género policiaco. La historia está plagada de personajes que, a pesar de estar condenados, luchan por preservar su dignidad, convirtiéndola en una odisea trepidante y conmovedora.

Nic Pizzolatto demuestra su maestría no solo en la construcción de personajes complejos, como el introspectivo Cody, sino también en la creación de un ambiente que se convierte en un personaje en sí mismo. La novela explora temas universales como la redención, la pérdida y la búsqueda de significado en un mundo caótico.

«Galveston» emerge como una obra policiaca extraordinaria, fusionando lo canónico con lo heterodoxo, llevando al lector a un viaje emocional a través de la oscura y salvaje costa del Golfo, donde los antihéroes buscan redimirse incluso cuando lo han perdido todo.

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UNO

Un médico me fotografió los pulmones. Estaban repletos de copos de nieve.

Al salir de la consulta me pareció que todos los presentes en la sala de espera se alegraban de no ser yo. Ciertas cosas se notan en la cara de la gente.

Yo ya sospechaba que algo iba mal porque unos días antes, al subir dos tramos de escalera persiguiendo a un tipo, había notado que me costaba respirar, como si cargase con unas pesas en el pecho. Había pasado un par de semanas bebiendo más de la cuenta, pero tuve claro que se trataba de algo más que eso. Me dio tanta rabia ese dolor repentino que le rompí la mano al tipo. Escupió algún diente y se quejó a Stan de que le parecía excesivo.

Pero es que siempre me han dado trabajo por eso. Porque soy excesivo.

Le conté a Stan lo del dolor en el pecho y me mandó a un médico que le debía cuarenta de los grandes.

Al salir de la consulta, saqué los cigarrillos del bolsillo de la chaqueta y empecé a estrujar el paquete, pero decidí que no era un buen momento para dejarlo. Encendí uno allí mismo, en la acera, pero no me supo bien y el humo me hizo pensar en los hilos de algodón que se entretejían en mis pulmones. Los coches y autobuses circulaban a escasa velocidad y la luz del sol arrancaba destellos de sus cristales y de los cromados de las carrocerías. Con las gafas de sol puestas, era como si estuviese en el fondo del mar y los vehículos fueran peces. Imaginé un lugar mucho más oscuro y fresco, y los peces se convirtieron en sombras.

Un bocinazo me espabiló de golpe. Había sobrepasado el bordillo de la acera. Levanté una mano para parar un taxi.

Iba pensando en Loraine, una chica con la que salí hace tiempo, y en aquella noche que pasé despierto hablando con ella hasta el amanecer en una playa de Galveston, sentados en un lugar desde el que veíamos las gruesas columnas de humo blanco de las refinerías de petróleo ascendiendo a lo lejos como una carretera en dirección al sol. Habrían pasado unos diez u once años desde entonces. Supongo que ella siempre fue demasiado joven para mí.

Yo ya estaba furioso antes de los rayos X, porque la mujer a la que consideraba mi novia, Carmen, había empezado a acostarse con mi jefe, Stan Ptitko. Iba a verme con él en su bar. No era el mejor día. Pero uno no deja de ser quien es sólo porque le aparezca en los pulmones un torbellino de motas de jabón en polvo.

Nadie sale vivo de esto, pero al menos esperas que no te pongan una fecha límite. No tenía intención de contar a Stan, Angelo o Lou lo de mis pulmones. No quería que pasasen el rato en el bar hablando de mí cuando yo no estuviera delante. Riéndose.

Más allá de la ventanilla del taxi, llena de marcas de dedos, iba acercándose la parte alta de la ciudad. Algunos lugares se abren para dejarte entrar, pero en el caso de Nueva Orleans no había nada parecido a una entrada. La ciudad era un yunque sumergido, envuelto en su propia atmósfera. El sol resplandecía entre los edificios y los robles, y sentí en el rostro la luz y después la sombra, como proyectadas por una lámpara estroboscópica. Pensé en el culo de Carmen y en cómo volvía la cabeza para sonreírme por encima del hombro. Seguía pensando en Carmen, lo cual no tenía sentido porque estaba claro que, además de una zorra, era absolutamente desalmada. Cuando empezamos a salir, ella estaba con Angelo Medeiras. Supongo que más o menos se la birlé. Ahora salía con Stan. Angelo también trabajaba para él. Dar por hecho que estaría montándoselo con otros tíos a espaldas de Stan aliviaba mi sensación de agravio.

Intenté decidir a quién podía contar lo de mis pulmones, porque quería contárselo a alguien. La verdad es que es una cagada recibir una noticia así cuando tienes trabajo pendiente.

El bar se llamaba Stan’s Place y era un edificio de ladrillo visto con tejado de chapa, ventanas enrejadas y una puerta metálica abollada.

«Galveston» de Nic Pizzolatto

Nic Pizzolatto. Es un escritor estadounidense, conocido por ser el creador y guionista de la serie de televisión True Detective. Nació en Nueva Orleans, Louisiana, el 18 de octubre de 1975. Desde pequeño se interesó por la literatura y el cine, especialmente por los géneros de misterio y noir. Estudió literatura inglesa en la Universidad de Louisiana y se doctoró en la Universidad de Arkansas. Antes de dedicarse a la escritura, trabajó como profesor universitario, periodista y camarero.

Su primera obra publicada fue una colección de relatos titulada Between Here and the Yellow Sea (2006), que recibió elogios de la crítica y fue finalista del Premio Frank O'Connor. Su primer novela, Galveston (2010), fue un thriller ambientado en Texas y Louisiana, que también obtuvo buenas reseñas y fue adaptada al cine en 2018. Su segunda novela, The Killing (2015), fue una precuela de True Detective, centrada en el personaje de Rust Cohle.

Su mayor éxito llegó con la creación de True Detective, una serie antológica de HBO que estrenó su primera temporada en 2014. La serie narra diferentes casos policiales en distintas épocas y lugares, con un tono oscuro y filosófico. Pizzolatto ha escrito todos los episodios de las tres temporadas emitidas hasta la fecha, y ha sido nominado a varios premios Emmy y Globos de Oro por su trabajo. Además, ha ejercido como productor ejecutivo y director ocasional de la serie.

Pizzolatto es considerado uno de los escritores más originales e influyentes de la ficción contemporánea estadounidense. Su estilo se caracteriza por una prosa cuidada y poética, una trama compleja y envolvente, unos personajes profundos y atormentados, y unos diálogos ingeniosos y provocadores. Sus obras exploran temas como la violencia, la moralidad, la identidad, el destino y el sentido de la vida.

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