La vida de Lazarillo de Tormes
Resumen del libro: "La vida de Lazarillo de Tormes" de Anónimo
«La vida de Lazarillo de Tormes» es una obra maestra de la literatura española, escrita por un autor anónimo en el siglo XVI. Esta novela picaresca ha dejado una huella indeleble en la historia literaria, desafiando las convenciones sociales y religiosas de la época mientras ofrece una visión mordaz y satírica de la sociedad española de entonces.
La historia está narrada en primera persona por Lázaro, un astuto y astuto joven que crece en una época de pobreza y desigualdad social. La novela está estructurada en forma de carta que Lázaro dirige a un noble desconocido, lo que le brinda la oportunidad de contar su vida desde su infancia hasta su madurez.
Lázaro se convierte en un niño huérfano y, a medida que pasa de amo en amo, descubre la crudeza de la vida. Cada uno de sus amos es un arquetipo de la sociedad del momento: el ciego, el clérigo, el escudero y otros personajes que explotan y maltratan a Lázaro en su camino hacia la supervivencia. Estos episodios ofrecen una visión vívida de la vida cotidiana y las prácticas sociales de esa época.
A medida que Lázaro narra su historia, la prosa nos sumerge en una experiencia fascinante y a veces desgarradora. Su ingenio y habilidades para adaptarse a cada situación adversa revelan una comprensión lúcida de la naturaleza humana y una astucia que va más allá de su joven edad. A través de su voz, el autor nos confronta con la hipocresía, la codicia y la corrupción que imperan en una sociedad estratificada.
«La vida de Lazarillo de Tormes» también presenta elementos de crítica social y religiosa, desafiando las normas morales y religiosas de la época. Lázaro, aunque es un superviviente astuto, no es presentado como un héroe idealizado, sino como un reflejo de la realidad de su tiempo. Esta honestidad brutal en la caracterización de los personajes es una de las razones por las que esta novela sigue siendo relevante y apreciada en la actualidad.
En conclusión, «La vida de Lazarillo de Tormes» es una obra literaria que trasciende el tiempo y las culturas. Su estilo vívido, sus personajes memorables y su audacia para cuestionar la estructura social de la España del siglo XVI la convierten en una pieza esencial para aquellos que buscan entender la evolución de la literatura y la sociedad. Esta es una lectura imprescindible para todos aquellos que buscan explorar la naturaleza humana y los desafíos de una época pasada.
Capítulo 1
Cuenta Lázaro su vida y cuyo hijo fue
Pues sepa Vuestra Merced, ante todas cosas, que a mí llaman Lázaro de Tormes, hijo de Tomé González y de Antonia Pérez, naturales de Tejares, aldea de Salamanca. Mi nacimiento fue dentro del río Tormes, por la cual causa tomé el sobrenombre; y fue de esta manera: mi padre, que Dios perdone, tenía cargo de proveer una molienda de una aceña que está ribera de aquel río, en la cual fue molinero más de quince años; y, estando mi madre una noche en la aceña, preñada de mí, tomóle el parto y parióme allí. De manera que con verdad me puedo decir nacido en el río.
Pues siendo yo niño de ocho años, achacaron a mi padre ciertas sangrías mal hechas en los costales de los que allí a moler venían, por lo cual fue preso, y confesó y no negó, y padeció persecución por justicia. Espero en Dios que está en la gloria, pues el Evangelio los llama bienaventurados. En este tiempo se hizo cierta armada contra moros, entre los cuales fue mi padre (que a la sazón estaba desterrado por el desastre ya dicho), con cargo de acemilero de un caballero que allá fue. Y con su señor, como leal criado, feneció su vida.
Mi viuda madre, como sin marido y sin abrigo se viese, determinó arrimarse a los buenos por ser uno de ellos, y vínose a vivir a la ciudad y alquiló una casilla y metióse a guisar de comer a ciertos estudiantes, y lavaba la ropa a ciertos mozos de caballos del comendador de la Magdalena, de manera que fue frecuentando las caballerizas.
Ella y un hombre moreno de aquellos que las bestias curaban vinieron en conocimiento. Éste algunas veces se venía a nuestra casa y se iba a la mañana. Otras veces, de día llegaba a la puerta en achaque de comprar huevos, y entrábase en casa. Yo, al principio de su entrada, pesábame con él y habíale miedo, viendo el color y mal gesto que tenía; mas, de que vi que con su venida mejoraba el comer, fuile queriendo bien, porque siempre traía pan, pedazos de carne y en el invierno leños a que nos calentábamos.
De manera que, continuando la posada y conversación, mi madre vino a darme un negrito muy bonito, el cual yo brincaba y ayudaba a calentar. Y acuérdome que, estando el negro de mi padrastro trebejando con el mozuelo, como el niño vía a mi madre y a mí blancos y a él no, huía de él, con miedo, para mi madre, y, señalando con el dedo, decía:
—¡Madre, coco!
Respondió él riendo:
—¡Hideputa!
Yo, aunque bien mochacho, noté aquella palabra de mi hermanico, y dije entre mí: «¡Cuántos debe de haber en el mundo que huyen de otros porque no se ven a sí mismos!».
…
Autor cuyo nombre no es conocido o no ha sido declarado.
