Las Almas de Brandon

Resumen del libro: "Las Almas de Brandon" de

En «Las Almas de Brandon», César Ndjocu Davies nos sumerge en un universo literario donde las emociones son protagonistas. Este talentoso autor nos ofrece un recopilatorio fascinante de historias cortas, cuentos y poemas que exploran con maestría temas universales como el amor, la soledad, el olvido, el dolor, la alegría, la felicidad, la vida y la muerte.

Con una pluma delicada y evocadora, Davies nos invita a emprender un viaje a través de los sentidos. Cada relato es como una pequeña joya literaria que, a pesar de su brevedad, logra impactar profundamente al lector. La habilidad del autor para transmitir emociones es palpable, y sus palabras se convierten en puentes hacia la reflexión, llevándonos a cuestionar la complejidad de la existencia humana.

La obra se caracteriza por su exquisita mezcla de dulzura y melancolía, creando un equilibrio agridulce que cautiva desde la primera página. Las narrativas de Davies capturan la esencia de la condición humana, ofreciendo relatos que resuenan con experiencias universales y que conectan con la sensibilidad del lector de manera profunda.

César Ndjocu Davies, con «Las Almas de Brandon», demuestra su destreza como narrador versátil. Su capacidad para tejer historias que van desde lo íntimo hasta lo universal refleja una maestría literaria notable. Davies se erige como un contador de historias que no solo entretiene, sino que también invita a la reflexión, dejando una huella duradera en la mente del lector.

En resumen, «Las Almas de Brandon» es más que un simple recopilatorio; es una experiencia literaria que despierta las emociones más profundas. Davies nos regala un viaje emocional cautivador, convirtiendo este libro en una obra imprescindible para aquellos que buscan la belleza en la palabra escrita y la introspección en cada página.

Libro Impreso EPUB

ALMAS

Alma Nº 1

No hay nadie más despierto que una persona con sueño(s).

Será por eso que no puedo dormir. Y que hoy, recordándote, tengo esa sensación de…esa sensación…esa sensación de que soy la persona más feliz del mundo.

¿Te acuerdas? Fue en aquel restaurante de comida rápida y servicio moderado; en medio de una lenta digestión. Olía a café. Tú solías decir que “las mejores historias ocurren en los lugares que huelen a café”. Historias de las que uno, o dos, nunca se olvidan. ¿Te acuerdas? Olía a café. Claro que te acuerdas. Tus manos acariciando las mías; tus labios atando mis nudillos en un beso. Era la primera y la última vez, después de muchas veces más contigo, que una niña me besaba en la mano como si fuese el fin del mundo, o el fin de los besos; o no sé exactamente cómo expresarlo, pero se sentía como el fin de algo que no tenía intención de acabar. Y perdona mi torpeza, tú que veías belleza en la imperfección. Déjame decirlo así: me besabas como solo tú sabes besar. ¡Dios!, mejor no intento explicar cómo se sentían tus besos en mi boca.

Me acuerdo. ¿Te acuerdas? Sonará poco cuerdo, pero estarás de acuerdo conmigo en que la cordura no era nuestro fuerte; en que la locura era nuestra debilidad; en que amar es un arte del desastre: derribar para construir y construir para derribar. Me acuerdo. Tú en tu mundo y tu mundo en… ¡tú!  Tus silencios mirando a no sé dónde porque te estoy mirando a ti mirar. ¡Dios! Qué hay más hermoso que un paseo en tus silencios, flotando en una de tus indestructibles burbujas de hormigón armado. Esas en las que tus labios eran un letrero que advertían: ¡la compañía no se hace responsable de los besos hurtados o sustraídos en sus instalaciones! Me acuerdo de la niña de la bata de colores, del pañuelo en blanco y negro, de los ojos sepia, y de la sonrisa que hacía temblar a cada uno de mis tumores… ¡fuiste tú quien me hizo comprender cuánto miedo les tiene el cáncer a las ganas de vivir!

Me acuerdo. Aquel día te inventaste la teoría de Las Almas de Brandon. Me dijiste que era capaz de sentir cosas que nadie más podía sentir; que podía ver colores que nadie más podía ver y que escuchaba sonidos que nadie más podía oír. Me dijiste que siendo uno, podía ser mil personas a la vez; que el universo me había elegido a mí para ser su recolector de almas, y que estaba OBLIGADO a contar las historias de todas las almas que habitan en mi interior. Me dijiste tanto, como lo de que tenía esa cosa que te hacía dudar de si era un genio, o un idiota con muy buenos reflejos. Hasta poniéndome a parir me hacías reír. Me hiciste sentir especial…Y ya sabes que soy más de escribir que de hablar, pero…este es tu funeral. Y por la chica que me enseñó a ser yo mismo, siempre romperé las reglas. Y puede que llegue algo tarde, pero ahora entiendo a qué te referías cuando dijiste que “volar no es sempiterno, porque hasta los aviones…mueren en la tierra”.

P.D.: Todavía tengo la servilleta en la que firmaste, en pleno uso de tus facultades bajo la influencia de la quimio, que me cedías todas las acciones sobre tu alma.

P.D. DE LA P.D.: Cuidaré bien de ella.

P.D. DE LA P.D. DE LA P.D.: Casi se me olvida decirte que te quiero. ¡Te quiero!

DECLARACIÓN UNIVERSAL DE LOS CEREBROS HUMANOS

Alma Nº 2

Ratificada por el consejo de mis YO…y alguna que otra conversación con mis amigos.

Artículo 1.

La belleza y la inteligencia son entes distintos, no son factores de la misma dimensión. Por lo tanto, la belleza no es proporcional a la inteligencia ni viceversa; por lo tanto, la inteligencia no puede compararse con la belleza ni viceversa. El valor que le damos a cada una, es lo que determina nuestra inclinación hacia la estupidez.

Artículo 2.

En el mundo en el que vivimos, las retribuciones económicas no son proporcionales a la inteligencia ni al esfuerzo del trabajo. Por eso, los artistas hacemos lo que hacemos más por pasión que por dinero.

Artículo 3.

Toda persona tiene derecho a masturbarse, sin importar su condición o religión. ¡Masturba tus sueños y eyacula realidades!

Artículo 4.

Si le pides a tu pareja que se abra contigo, no huyas cuando veas lo que hay tras la puerta…no huyas cuando te cuente lo que ocultaba tras sus “no pasa nada”.

Artículo 5.

Sé como el lunes, porque el lunes, harto de ser odiado, aprendió a amarse a sí mismo.

Artículo 6.

Todas las personas pueden enamorarse cuantas veces quieran. Sin embargo, no tienen derecho de culparle al amor si el amor no quiere enamorarse tantas veces como ellas quieran.

Artículo 7.

De los armarios solo salen los abrigos, los trajes, la lencería y las prendas arrugadas. Porque las etiquetas, solo son para la ropa.

Artículo 8.

Todo escritor/a tiene el derecho de poner por los suelos a su ex novia/o. Pero también tiene la obligación de hacerlo bonito.

Artículo 9.

El amor no es como la guerra. En la guerra los soldados que se matan son completos desconocidos. En el amor, los que se hacen daño, se conocen mejor que nadie.

Artículo 10.

No querer, es otra forma de querer. Simplemente, no quieres.

Artículo 11.

Se aceptan los límites en el sexo. Ayudan a poner un paso de cebra para que los deseos sexuales puedan circular sin ser atropellados por los principios.

«Las Almas de Brandon» de César Ndjocu Davies

César Ndjocu Davies. (Malabo, 1993). Educador Social por la Universidad de Granada y Educado Socialmente por la rigurosa y cariñosa Universidad Mamá, Papá, mi Tía Mamá, hermanos, hermanas, algún que otro profesor del Colegio Español de Malabo y mis cuatro años en Ceuta —mi segunda casa—. Superviviente del Huracán Adolescencia, y ahora miembro activo del Tsunami Vida Adulta —fui rescatado por mis amigos, los de verdad—. Amante de mi país –a mi manera–, porque mi país está casado con otra y tiene miedo de pedirle el divorcio.