Tarzán

Las fieras de Tarzán

Las fieras de Tarzán - Edgar Rice Burroughs

Resumen del libro: "Las fieras de Tarzán" de

Este tercer libro sobre el personaje de Tarzán fue publicado originalmente por entregas en la revista All-Story Cavalier durnate 1914 y se editó por primera vez en forma de de libro por AC McClurg en 1916. Tarzán a aceptado por fin su título de lord Greystoke y se ha casado con Jane, con quien ha tenido a su hijo Jack. Pero los deseos de venganza de sus enemigos rusos, Nikolas Rokoff y Paulvitch Alexis, no cesan. Secuestrarán a Jack y logarán hacer caer a Tarzán en una trampa, y quedará preso en la bodega del mismo barco donde está su hijo. Jane, en su intento por evitar al apresamiento de Tarzán se encontrará también con las garras de Rokoff. Así, sin saber cada uno que el otro está en el mismo barco, zarparán rumbo a África bajo el control de Rokoff. Abandonado en una isla desierta, Tarzán aplicará su inteligencia y habilidad para adiestrar a la pantera Sheeta y a la tribu de simios liderada por Akut, y junto con el guerrero nativo Mugambi, volverá al continente para rescatar a su hijo.

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I

Secuestro

—El misterio más profundo envuelve el caso —manifestó D’Arnot—. Tengo informes de primera mano, según los cuales ni la policía ni los agentes especiales de su estado mayor tienen la más remota idea del modo en que se consumó la fuga. Todo lo que saben es que Nicolás Rokoff se les ha escapado.

John Clayton, lord Greystoke —en otro tiempo «Tarzán de los Monos»—, permaneció silencioso, sentado allí, en el piso parisiense de su amigo Paul D’Arnot, con la meditativa mirada fija en la puntera de su inmaculada bota.

En su imaginación se agitaban mil recuerdos, provocados por la evasión de su archienemigo de la cárcel militar en la que cumplía la sentencia a cadena perpetua a la que le condenaron merced al testimonio del hombre-mono.

Pensó en la cantidad de intentos de asesinato que había urdido Rokoff contra él y comprendió que lo que aquel individuo hizo hasta entonces no era nada comparado con lo que tramaría y desearía hacer ahora que estaba libre de nuevo.

Tarzán acababa de trasladar a Londres a su esposa y a su hijo, con el fin de ahorrarles las incomodidades y peligros de la estación lluviosa de su vasta hacienda de Uziri, el territorio de los salvajes guerreros waziri cuyos extensos dominios africanos gobernó tiempo atrás el hombre-mono.

Había atravesado el canal de la Mancha para hacer una breve visita a su viejo amigo, pero la noticia de la fuga del ruso había proyectado una sombra ominosa sobre su viaje, de modo que, aunque acababa de llegar a París, ya estaba considerando la conveniencia de volver de inmediato a Londres.

—No es que tema por mi vida, Paul —rompió Tarzán su silencio por fin—. Hasta la fecha, siempre he superado todas las tentativas asesinas de Rokoff contra mí, pero ahora he de pensar en otras personas. O mucho me equivoco o ese criminal se apresurará a ensañarse con mi mujer o con mi hijo, antes que atacarme a mí directamente, porque es indudable que sabe que así puede infligirme mayores tribulaciones. De modo que he de regresar en seguida y permanecer junto a ellos hasta que Rokoff se encuentre de nuevo entre rejas… o en el cementerio.

Mientras Tarzán y D’Arnot mantenían esta conversación en París, otros dos hombres dialogaban en una casita de campo de los alrededores de Londres. Se trataba de dos sujetos esquinados, de aire hosco, siniestro.

Uno era barbudo, pero el otro, la palidez de cuyo rostro denotaba una larga permanencia en lugar cerrado, mostraba en su semblante un asomo de pelo negro que sólo llevaba creciendo unos días. Este último era el que hacía uso de la palabra.

—Es preciso que te afeites esa barba tuya, Alexis —recomendaba a su interlocutor—. Si no lo haces, te reconocerá al instante. Hemos de separarnos antes de una hora. Confiemos en que, cuando volvamos a reunirnos, a bordo del Kincaid, nos acompañen nuestros dos huéspedes de honor, que poco se imaginan el crucero de placer que les hemos programado.

»Dentro de dos horas estaré camino de Dover con uno de ellos y mañana por la noche, si sigues al pie de la letra las instrucciones que acabo de darte, te presentarás con el otro, siempre y cuando, naturalmente, el tal huésped regrese a Londres con la rapidez con que supongo se apresurará a hacerlo.

»Placer y provecho, así como algunas otras buenas cosas será la recompensa que obtendremos a cambio de nuestros esfuerzos, mi querido Alexis. Gracias a la estupidez de los franceses, tan majaderos ellos que han ocultado mi fuga durante tanto tiempo que he podido disponer de oportunidad de sobras para planear esta pequeña aventura. Y la he proyectado con tanta minuciosidad y detalle que son prácticamente nulas las probabilidades de que surja el menor contratiempo que pudiese tirar por tierra nuestro plan. ¡Ahora, adiós! ¡Y buena suerte!

Tres horas después, un mensajero subía la escalera que llevaba al piso del teniente Paul D’Arnot.

—Un telegrama para lord Greystoke —dijo al criado que le abrió la puerta—. ¿Está aquí?

El doméstico respondió afirmativamente y, tras firmar el comprobante, llevó el telegrama a Tarzán, que ya se preparaba para partir hacia Londres.

Tarzán abrió el sobre y, al leer el contenido del mensaje, su rostro se puso blanco.

—Léelo, Paul —tendió a D’Arnot el rectángulo de papel—. Ya ha ocurrido lo que me temía.

El francés cogió el telegrama y leyó:

JACK RAPTADO EN JARDÍN CON COMPLICIDAD CRIADO NUEVO. VEN INMEDIATAMENTE. JANE.

Las fieras de Tarzán – Edgar Rice Burroughs

Edgar Rice Burroughs. El renombrado escritor estadounidense del género fantástico, es reconocido principalmente por sus cautivadoras series de historias de Barsoom, Pellucidar, Venus y, sobre todo, Tarzán. Nacido el 1 de septiembre de 1875 en Chicago, su vida estuvo impregnada de aventura, fracaso y éxito.

Burroughs, cuarto hijo de un empresario y veterano de la Guerra Civil estadounidense, pasó por varias escuelas locales y academias militares, aunque no logró ingresar a West Point. En cambio, se unió al ejército y sirvió en el séptimo regimiento de caballería en Arizona, donde se familiarizó con el escenario que más tarde daría vida a sus relatos del Oeste. Sin embargo, debido a problemas cardíacos, fue dado de baja y se embarcó en diversos trabajos sin mucho éxito, como comerciante, minero, vaquero y policía.

En 1900, contrajo matrimonio con Emma Hulbert, su novia de la infancia, y juntos tuvieron tres hijos: Joan, Hulbert y John Coleman. En 1911, mientras trabajaba como vendedor de sacapuntas, Burroughs comenzó a escribir ficción por diversión y necesidad económica. Inspirado por las populares revistas de aventuras que leía, decidió probar suerte como autor. Así nació su primera obra, "Bajo las lunas de Marte" (1912), que inauguró la serie de Barsoom, protagonizada por John Carter, un soldado que viaja a Marte y vive inimaginables peripecias.

El éxito de esta historia lo animó a seguir escribiendo y a crear otros personajes y mundos fantásticos. Entre ellos, destaca el icónico Tarzán, el hombre mono (1912), que dio origen a una saga de más de veinte libros sobre el rey de la selva. Tarzán se convirtió en un ícono cultural que trascendió la literatura y se adaptó al cine, la televisión, el cómic y el merchandising. Con su riqueza, Burroughs adquirió un rancho en California al que bautizó como Tarzana, nombre que posteriormente daría lugar a la ciudad que se desarrolló en sus alrededores.

Además de Tarzán, Burroughs escribió otras series notables, como la de Pellucidar, ambientada en el interior hueco de la Tierra, la de Venus, con Carson Napier como héroe, y la trilogía de Caspak, situada en una isla perdida donde conviven diferentes etapas de la evolución humana. También incursionó en novelas históricas, policíacas y humorísticas. En total, publicó más de ochenta libros que lo consagraron como uno de los escritores más populares e influyentes del siglo XX.

En 1934, Burroughs se divorció de Emma y contrajo matrimonio con Florence Gilbert en 1935, aunque se separaron en 1941. Durante la Segunda Guerra Mundial, se convirtió en el escritor más longevo en desempeñarse como corresponsal de guerra. Tras el conflicto, se estableció definitivamente en su rancho de Tarzana, donde falleció a los 74 años debido a un ataque al corazón. Su descanso eterno se encuentra bajo un árbol, junto a una placa conmemorativa que dice: "Edgar Rice Burroughs: creador de Tarzán".

Cine y Literatura

La leyenda de Tarzán

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