Las noches difíciles

Las noches difíciles - Dino Buzzati - 

Resumen del libro: "Las noches difíciles" de

En 1971 aparecía «Las noches difíciles» del escritor italiano Dino Buzzati y con él, el último libro de relatos publicado en vida del autor, que moriría al año siguiente. El libro reúne treinta relatos, cuya selección fue hecha por el autor, combinando material en parte, inédito, y en su mayoría ya publicado en el Corriere Della Sera y diversas revistas. En ellos se hacen presentes todas las obsesiones del mejor Buzzati: la dimensión misteriosa de lo real, el sentido del tiempo y de la espera, la pesadilla del miedo y de la muerte… Todo ello apenas velado bajo la ironía y la capa engañosa de lo cotidiano y lo trivial: «Lo fantástico debe desembocar en una forma de realidad», afirmaba Buzzati.

Libro Impreso

El Coco

El ingeniero Roberto Paudi, miembro del consejo ejecutivo de la COMPRAX y asesor de urbanismo, se puso hecho una furia al sorprender una noche a la niñera Ester que, para sofocar una rabieta del pequeño Franco, le decía: «Si no te portas bien, esta noche vendrá el Coco».

Era intolerable, según él, que para educar a los niños se siguiese recurriendo a estúpidas supersticiones que podían crear en tan tierna psique deplorables complejos. Le echó un sermón a la chica, que se marchó llorando, y él mismo metió en la cama al niño, que en seguida se tranquilizó.

Esa misma noche el Coco, levitando a media altura como era su costumbre, se presentó en la habitación donde el ingeniero Paudi dormía solo, deparándole unos instantes de desasosiego.

El Coco, como es sabido, adoptaba, según los países y costumbres locales, diferentes formas. En aquella ciudad, desde tiempo inmemorial había asumido la apariencia de un gigantesco animal de color negruzco, cuya silueta estaba a medio camino entre el hipopótamo y el tapir. A primera vista horroroso. Pero si se le observaba detenidamente con mirada desapasionada, se descubría, por el rictus bondadoso de su boca y el destello casi afectuoso de sus pupilas, relativamente minúsculas, una expresión que podía serlo todo menos malvada.

Lógicamente, ante circunstancias de una cierta gravedad, podía infundir una ligera zozobra, e incluso miedo. Pero por lo general cumplía su cometido con discreción. Cuando se acercaba a la camita del niño al que había que reprender, ni tan siquiera le despertaba, limitándose a penetrar en sus sueños donde dejaba, eso sí, huellas imperecederas. De hecho es de sobras conocido que incluso los sueños de las más tiernas criaturitas tienen una capacidad ilimitada y acogen sin esfuerzo monstruos mastodónticos como el Coco, los cuales pueden deambular por ellos a su antojo y en plena libertad.

Como es natural, al presentarse ante el ingeniero Paudi, la antigua criatura no puso una cara demasiado simpática, todo lo contrario, adoptó la fisonomía, agigantada por supuesto, del profesor Gallurio, nombrado dos meses atrás interventor extraordinario de la COMPRAX, sociedad que estaba navegando por difíciles aguas. Y este profesor Gallurio, hombre severísimo por no decir intratable, era precisamente la bestia negra de Paudi, cuya eminente posición en la empresa, en semejante régimen de excepción, podía verse seriamente amenazada.

Paudi, despertándose envuelto en un sudario de gélida transpiración, tuvo tiempo de distinguir al visitante que se escabullía a través de la pared (la ventana no habría sido suficiente para semejante mole) mostrándole la monumental cúpula de su trasero.

A la mañana siguiente, Paudi se guardó muy bien de pedirle disculpas a la pobre Ester. El haber constatado personalmente que el Coco existía de verdad no hacía más que acrecentar, junto a su indignación, la firme determinación de hacer todo lo posible para sacar de en medio a aquel tipo.

Durante los días siguientes, en tono de broma por supuesto, fue sondeando el terreno con su mujer, sus amigos y colaboradores. Y se quedó muy sorprendido al descubrir que la existencia del Coco era algo que se daba generalmente por descontado, cual clásico fenómeno de la naturaleza, como la lluvia, el terremoto o el arco iris. Sólo el doctor Gemonio, de la oficina jurídica, pareció aterrizar de las nubes: sí, cuando era pequeño había oído hablar vagamente del asunto, pero luego había tenido sobradas pruebas de que era una necia fábula sin sustancia.

Las noches difíciles – Dino Buzzati

Dino Buzzati. (Belluno, 1906 - Milán, 1972). Escritor y poeta italiano que fue uno de los pocos representantes en su país de esa narrativa surrrealista o metafísico-existencial que tuvo en Franz Kafka a su máximo exponente. Tras doctorarse en derecho en la Universidad de Milán, inició en 1928 una extensa carrera de periodista en el Corriere della sera, diario en el que también desarrolló labores de redactor y enviado especial. Más tarde se empleó como redactor jefe en la Domenica del corriere.

Debutó en el campo de las letras con Barnabó delle montagne (1933), pero fue en su segundo libro, Il segreto del Bosco Vecchio (1935), una fantástica presentación de un mundo de gigantes, de animales que hablan y de hechos prodigiosos, donde se hicieron evidentes algunos de los motivos fundamentales de su obra: el gusto por la magia y la alegoría, una inclinación a la fabulación y al romanticismo descriptivo y un clima de leyenda nórdico-gótica.

Su mayor logro fue El desierto de los tártaros (1940), historia de jóvenes oficiales que consumen toda su existencia en una solitaria fortaleza fronteriza, esperando en vano la invasión de los tártaros, en la que se retrata el ansia, la renuncia y la soledad del hombre, incapaz de escapar a su propio destino. La novela tuvo un gran éxito de público y de crítica y fue traducida a múltiples lenguas. El resto de su obra, entre la que destacan Siete mensajeros (1942) o Sessanta racconti (1958), con el que obtuvo el premio Strega, ahondan en su tendencia a lo grotesco, en el misterio y la angustia de lo cotidiano o en el absurdo e inexplicable destino humano.