Las once mil vergas

Las once mil vergas, relatos de Guillaume Apollinaire

Resumen del libro: "Las once mil vergas" de

Del mismo modo que El Quijote no debe contarse entre los libros de caballerías, Las once mil vergas —la obra maestra de Apollinaire, según Pablo Picasso y otros contemporáneos— no debe tomarse por una novela pornográfica (si este adjetivo tiene alguna significación precisa). La ausencia de metafísica, seridad y trascendencia, que impregnan la pornografía de consumo, hace de ésta una obra completamente diferente, terriblemente humorística y sarcásticamente corrosiva. Louis Aragon ya lo advertía en su no firmado prólogo de la edición de 1930: «Permitidme haceros notar que esto no es serio».

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Prólogo

Sobre la historia de “Las once mil vergas”

Esta es la primera obra que publicó Guillaume Apollinaire. Y siendo éste un personaje esencialmente contradictorio, no podía faltar la contradicción ya desde el comienzo. Pues, oficialmente, Las once mil vergas no es de Apollinaire. Oficialmente es una obra anónima. La primera edición data de 1907. Apareció sin ninguna indicación de editor y de forma clandestina. Sin someterse a ningún trámite previo de censura ni de inscripción en registro alguno. La distribución y la venta se realizaron también bajo cuerda. El deseo de evitar cualquier persecución por obscenidad hizo que esta gigantesca parodia apareciera firmada simplemente por un tal G. A. La segunda edición –1911– tiene las mismas características formales. No puedo afirmar con absoluta seguridad que estas dos ediciones corrieran a cargo del mismo Apollinaire, aunque es lo más verosímil, teniendo en cuenta todo el trabajo de reediciones –legales algunas, clandestinas otras– de libros eróticos realizado por el poeta.

A pesar del anonimato, ya desde su aparición esta obra fue atribuida al poeta. ¿Qué razones había para ello? Las declaraciones de sus amigos. Picasso, Dalize, Braque, Jacob, Salmón, Bretón, Eluard, Aragón, entre otros, han afirmado la paternidad de Apollinaire respecto a Las once mil vergas. Mac Orlan poseía un ejemplar de la primera edición con una dedicatoria del autor. En los círculos culturales de vanguardia del París de principios de siglo la personalidad del autor de Las once mil vergas era un secreto a voces.

Pero hasta 1924, seis años después de la muerte del poeta, este multitudinario secreto no se desvela en letra impresa. En el número de enero-febrero de 1924 la revista “Images de Paris”, número especial dedicado a Apollinaire, aparece un artículo de Florent Fels nombrando con todas sus letras al autor de Las once mil vergas y una bibliografía de Elie Richard, contabilizando este libro entre los escritos de Apollinaire. En 1930 aparece una reedición de la obra que ya incorpora el nombre del autor. A partir de entonces, si bien las reediciones no se han prodigado, siempre han llevado la indicación completa de la personalidad del autor.

¿Qué es “Las once mil vergas”?

Veamos que decía la gacetilla publicitaria de un catálogo clandestino de libros eróticos, fechado en 1907:

Guillaume Apollinaire. Fue el seudónimo escogido por el autor Wilhelm Albert Wlodzimierz Apollinari de Waz-Kostrowicki, que adquirió la nacionalidad francesa al comienzo de la Primera Guerra Mundial. Apollinaire estudió en Mónaco y ejerció diversos trabajos en Alemania y Francia, tras lo que comenzó su andadura literaria escribiendo en diversas revistas, en algunas de las cuales fue fundador y editor. Se relacionó con numerosos artistas renovadores en París, defendiendo los movimientos vanguardistas como el cubismo. Acuñó el término surrealismo, movimiento del que fue uno de sus primeros autores.

La obra de Apollinaire se compone de relatos cortos, dramas teatrales, novelas y sobre todo poemas. Se inició en el simbolismo y evolucionó a nuevas formas, renovando completamente la poesía, que trabajó con un gran lirismo. En cuanto a novela, trató temas variados, incluido el erótico.

De entre su obra habría que destacar títulos como Las once mil vergas, Las tetas de Tiresias, Caligramas o El encantador putrefacto.