Peleando a la contra

Peleando a la contra - Charles Bukowski - Novela Realista

Resumen del libro: "Peleando a la contra" de

Durante cinco décadas, los libros de Charles Bukowski fueron mordientes crónicas del lado salvaje de la vida, y le ganaron millones de devotos lectores en todo el mundo. «Peleando a la contra» reúne por primera vez sus mejores textos autobiográficos, cuentos, novelas y poemas, y arroja una nueva luz sobre la vida y la obra del «poeta laureado del underground de Los Angeles» (Los Angeles Times), uno de los más auténticos e insobornables escritores de nuestros tiempos. Trabajos inusuales, mujeres muy poco comunes, inspiradas perversiones, la locura de la vida cotidiana y los triunfos literarios constituyen las hebras de la trama «bukowskiana», entretejidas de manera fascinante. Los textos siguen un orden cronológico, que no es el de las fechas de su publicación, sino el de los acontecimientos y períodos de la vida del autor que los originaron. «Peleando a la contra» trasciende, pues, el ámbito de las antologías para convertirse en unas auténticas memorias de Bukowski (compiladas por su fiel editor norteamericano John Martin) que arrancan con su primer recuerdo consciente, cuando en 1922 gateaba debajo de una mesa, y culminan en las sabias e irónicas reflexiones de un septuagenario.

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La primera cosa que recuerdo es estar debajo de algo. Era una mesa, veía la pata de una mesa, veía las piernas de la gente, y una parte del mantel colgando. Estaba oscuro allí debajo, me gustaba estar ahí. Debió de haber sido en Alemania, yo debía de tener entre uno y dos años de edad. Era en 1922. Me sentía bien bajo la mesa. Nadie parecía darse cuenta de que yo estaba allí. La luz del sol se reflejaba en la alfombra y en las piernas de la gente. Me gustaba la luz del sol. Las piernas de la gente no eran interesantes, no eran como el trozo de mantel que colgaba, ni como la pata de la mesa, ni como la luz del sol.

Luego no hay nada…, luego un árbol de Navidad. Velas. Adornos de aves: aves con pequeños racimos de frutas en sus picos. Una estrella. Dos personas mayores peleándose, gritando. Gente comiendo, siempre gente comiendo. Yo también. Mi cuchara estaba doblada de tal forma que si quería comer, tenía que cogerla con mi mano derecha. Si la cogía con la izquierda, se apartaba de mi boca. Yo quería cogerla con la izquierda.

Dos personas: una más grande, con pelo rizado, una narizota, una boca enorme, mucha ceja; siempre parecía estar furiosa, gritando cada dos por tres. La persona más pequeña era tranquila, de cara redonda, más pálida, con grandes ojos. Yo las temía a las dos. Algunas veces había una tercera, una persona gorda que llevaba vestidos con un lazo en el cuello. Llevaba un gran broche, y tenía muchas verrugas en la cara con pequeños pelos saliendo de ellas. «Emily», la llamaban. Esta gente no parecía feliz de estar junta. Emily era la abuela, la madre de mi padre. El nombre de mi padre era «Henry». El de mi madre, «Katherine». Yo nunca los llamaba por su nombre. Yo era «Henry Junior». Esta gente hablaba en alemán la mayor parte del tiempo, y al principio yo también.

La primera cosa que recuerdo haberle oído decir a mi abuela fue: «¡Os enterraré a todos!». Lo dijo por primera vez un día antes de la comida y luego lo repetiría muchas veces, siempre antes de que empezáramos a comer. La comida parecía algo muy importante. Comíamos carne en salsa con puré de patatas, especialmente los domingos. También comíamos rosbif, salchichas con chucrut, guisantes, ruibarbo, zanahorias, espinacas, judías verdes, pollo, albóndigas con espaguetis, algunas veces también con raviolis, y cebollas cocidas, espárragos, y todos los domingos pastel de fresas con helado de vainilla. Para desayunar tomábamos tostadas con salchichas, o tortitas con bacon y huevos revueltos. Y siempre café. Pero lo que recuerdo sobre todo es la carne en salsa con puré de patata y mi abuela Emily diciendo: «¡Os enterraré a todos!».

Nos solía visitar a menudo después de que viniésemos a América, cogiendo el tranvía rojo de Pasadena a Los Ángeles. Nosotros sólo la íbamos a ver en contadas ocasiones, viajando en el Ford T.

A mí me gustaba la casa de la abuela. Era un edificio pequeño cubierto por la sombra de una verdadera masa de árboles. Emily tenía a todos sus canarios en diferentes jaulas. Recuerdo sobre todo una visita. Aquella tarde ella fue cubriendo todas las jaulas con fundas de tela para que los pájaros pudieran dormir. La gente estaba sentada y charlaba. Había un piano, y yo me senté en el piano y empecé a pulsar las teclas y a escuchar su sonido mientras la gente hablaba. Me gustaba sobre todo el sonido de las teclas del extremo, donde apenas tenían sonido. Su sonido era como el de dos pedacitos de hielo chocando entre sí.

—¿Te quieres estar quieto? —dijo mi padre a voz en grito.

—Deja al chico que toque el piano —dijo mi abuela.

Mi madre sonrió.

—Este chico es un caso —dijo mi abuela—. Cuando traté de levantarle para darle un beso, fue y me pegó un golpe en plena nariz.

Siguieron hablando y yo seguí tocando el piano.

—¿Por qué no afinas ese aparato? —preguntó mi padre.

La senda del perdedor

Peleando a la contra – Charles Bukowski

Charles Bukowski. Escritor americano, fue uno de los autores más influyentes en la literatura americana del siglo XX gracias a su estilo personal, transgresor y cargado de sentimientos en estado puro.

Nacido en Alemania y criado en la ciudad de Los Ángeles, Bukowski estudió periodismo sin llegar a terminar sus estudios. Tras esta etapa comenzó a escribir al tiempo que viajaba por los Estados Unidos realizando todo tipo de trabajos. Fue después de sufrir un colapso debido a una úlcera sangrante que comenzó a escribir poesía. La mayor parte de esta época (años 50) fue descrita por Bukowski en varios de sus relatos autobiográficos.

Durante la década de los 60, Bukowski trabajó como cartero y comenzó a publicar sus escritos en revistas como The Outsider y a colaborar para medios independientes como Open City o Los Ángeles Free Press.

En 1969 decidió dedicarse en exclusiva a la escritura gracias a la confianza mostrada por su editor John Martin. Su primera obra, El Cartero, fue publicada ese mismo año. A esa novela seguirían otras tan famosas como Factótum, Hollywood o Pulp, además de numerosas antologías como La máquina de follar o Erecciones, eyaculaciones, exhibiciones; también hay que destacar las recopilaciones de sus artículos en prensa como Lo que más me gusta es rascarme los sobacos.

La obra de Bukowski influyó tanto en Estados Unidos como en el resto del mundo y su obra fue traducida a más de doce idiomas. Su vida inspiró la película Ordinaria locura y también Barfly, cuyo guión fue escrito por el propio autor.

Charles Bukowski murió en San Pedro el 9 de marzo de 1994.