Primer amor

Primer amor, una novela de Ivan Turguenev

Resumen del libro: "Primer amor" de

«Primer amor» es una novela escrita por Iván Turguénev que relata la historia de Vladímir Petróvich, un joven que experimenta los altibajos del primer amor durante su adolescencia. La trama se desarrolla en la Rusia del siglo XIX y aborda temas como el amor, la madurez y la transición de la juventud a la edad adulta.

Vladímir, un muchacho de 16 años, se enamora perdidamente de Zinaída, una hermosa y encantadora joven que vive cerca de su casa. Aunque Zinaída es mayor que él y tiene un carácter voluble, Vladímir se obsesiona con ella y se ve arrastrado por sus encantos. A medida que su amor crece, Vladímir se enfrenta a una serie de desafíos emocionales y morales que ponen a prueba su lealtad y su autodescubrimiento.

A lo largo de la historia, Turguénev explora la psicología de los personajes y sus motivaciones, mostrando el contraste entre la inocencia y la experiencia. Vladímir se ve influenciado por la actitud desinhibida de Zinaída y sus relaciones con otros hombres, lo que provoca una confusión en sus sentimientos y un cuestionamiento de sus propios valores.

A medida que la trama avanza, Vladímir se enfrenta a la dolorosa realidad de que el primer amor puede ser efímero y engañoso. A través de las experiencias de los personajes, Turguénev reflexiona sobre la naturaleza del amor juvenil y la inevitable pérdida de la inocencia.

«Primer amor» es una obra que explora la complejidad de las emociones humanas y la transición hacia la madurez. Turguénev utiliza un lenguaje poético y evocador para capturar los sentimientos y las tensiones de sus personajes, creando una historia conmovedora y reflexiva sobre los altibajos del primer amor y sus consecuencias en la vida de un joven.

Libro Impreso EPUB

Proemio

Los invitados ya se habían ido. El reloj dio las doce y media. Sólo quedaban el anfitrión, Serguey Nicolayevich y Vladimir Petrovich.

El anfitrión tocó la campanilla y ordenó retirar lo que quedaba de la cena.

—Entonces, está decidido —dijo, sentándose cómodamente en la butaca y encendiendo un cigarrillo—. Cada uno tiene que contar la historia de su primer amor. Le toca a usted, Serguey Nicolayevich.

Serguey Nicolayevich, rechoncho, de pelo castaño, cara fofa y redonda, miró a su anfitrión y luego levantó la vista hacia el techo.

—No tuve un primer amor. Empecé directamente con el segundo.

—¿Y cómo fue eso?

—Muy fácil. Tenía dieciocho años cuando por primera vez empecé a cortejar a una señorita encantadora. Pero lo hacía como si no fuese una novedad para mí. Así cortejé después a todas las demás. A decir verdad, a los seis años me enamoré por primera y última vez, precisamente de mi niñera. Desde entonces ha pasado mucho tiempo. Los detalles de nuestra relación se han borrado de mi memoria. Y aunque me acordase, ¿a quién podría interesarle?

—Entonces, ¿qué hacemos?—dijo el anfitrión—. En mi primer amor tampoco hay nada extraordinario. Antes de conocer a Ana Ivanovna, mi mujer, no estuve enamorado. Todo marchó a las mil maravillas. Nuestros padres concertaron la boda, inmediatamente iniciamos el noviazgo y nos casamos sin más dilación. Mi historia se cuenta en dos palabras. Yo, señores, tengo que confesar que, cuando propuse el tema del primer amor, lo hice pensando en ustedes, hombres no diría que viejos, pero tampoco jóvenes solteros. Bueno, usted, Vladimir Petrovich, ¿no podría amenizar un poco la velada?

—Mi primer amor, en efecto, fue poco corriente —contestó después de una pausa Vladimir Petrovich, hombre de unos cuarenta años, de pelo negro, ya canoso.

—¡Ah! —exclamaron simultáneamente el anfitrión y Serguey Nicolayevich—. Mucho mejor. Cuéntenoslo.

—Bien… O mejor dicho, no voy a contarlo. No soy un buen narrador. Cuando narro, o soy lacónico y seco, o prolijo y amanerado. Si me permiten, voy a apuntar todos mis recuerdos en un cuaderno y luego se los leo.

Al principio los amigos no estuvieron de acuerdo, pero Vladimir Petrovich insistió. Dos semanas después se reunieron de nuevo y Vladimir Petrovich cumplió su promesa.

Esto es lo que había anotado en su cuaderno.

Primer amor: Iván Turguénev

Iván Serguéievich Turguénev. (1818-1883), escritor, novelista y dramaturgo ruso, destaca como el más europeísta del siglo XIX. Su impacto trasciende las fronteras literarias, influenciando la poética no solo de la novela rusa sino también de la Europa occidental. Pionero en explorar la personalidad del "hombre nuevo", introdujo el término "nihilista" en el léxico ruso.

Nacido en Oriol, en una familia terrateniente, Turguénev enfrentó una infancia marcada por la dictatorial madre y la ausencia del padre. Su vida adulta refleja estas experiencias, permeando sus obras con un pesimismo que algunos atribuyen a su entorno familiar. Estudió en Moscú y San Petersburgo, viajando a Berlín en 1838, donde absorbió la filosofía de Hegel y abrazó la idea de la modernización europea para Rusia.

Turguénev, apasionado crítico del sistema de servidumbre, inició su carrera literaria con versos elogiados por Belinski. Su amistad cercana con Gustave Flaubert contrastó con tensiones con Tolstói y Dostoyevski, siendo desafiado a un duelo por Tolstói en 1861. Su relación con Dostoyevski fue parodiada en "Los demonios."

El autor nunca contrajo matrimonio, pero tuvo una hija. Su vida culminó en Francia, inspirando a Tolstói a regresar a la literatura. Falleció en Bougival en 1883, siendo enterrado en San Petersburgo. Su cerebro, con inusual peso de 2.021 gramos, simboliza la magnitud de su legado literario.