Yo acuso

Yo acuso - Émile Zola

Resumen del libro: "Yo acuso" de

Este es el dossier, reunido y comentado por el propio Zola, de sus polémicos escritos relacionados con el caso Dreyfus, que culminaron con el archinombrado pero poco conocido Yo acuso. Cuando en 1894 se descubrió que alguien estaba traicionando al ejército francés, un fraudulento consejo de guerra condenó a un oficial judío, el capitán Dreyfus. Indignado ante esta injusticia, Zola intervino con la única arma de que dispone un intelectual: la pluma.

Su violento Yo acuso le valió la condena a un año de prisión y despertó reacciones desgarradas. La polémica suscitada por Zola, poniendo en entredicho al Estado, al poder judicial, a la Iglesia, a los medios de comunicación y a la opinión pública, dio lugar a la figura del hombre de letras preocupado por desenmascarar la verdad, figura que más adelante recibió el nombre de «intelectual comprometido».

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Nota sobre el caso Dreyfus

En 1894, los servicios de contraespionaje (Service de Renseignements) del Ministerio de la Guerra francés interceptan un documento dirigido al agregado militar alemán en París, Schwartzkoppen, en el que se menciona en nota manuscrita el anuncio del envío de informaciones concretas sobre las características del nuevo material de artillería francés. El riesgo de escándalo es más preocupante que la propia filtración; había, pues, que encontrar a un culpable. Basándose en el escrito, los expertos comparan letras de los oficiales del Estado Mayor y concluyen que el capitán Alfred Dreyfus, de treinta y cinco años, judío y alsaciano, es su autor. El 15 de octubre de ese año Dreyfus es arrestado, juzgado por un consejo de guerra y declarado culpable de alta traición.

Pese a las declaraciones de inocencia del acusado (declaraciones que no se hacen públicas), se condena a Dreyfus a la degradación militar (enero de 1895) y a cumplir cadena perpetua en la isla del Diablo, en la Guayana francesa. Durante el juicio, el general Mercier, ministro de la Guerra, expresa sus convicciones a la prensa y comunica al tribunal que existen pruebas «abrumadoras» de la culpabilidad de Dreyfus, pruebas que no puede mostrar porque pondrían en peligro la seguridad de la nación. Hasta ese momento, nadie duda de la existencia de dichas pruebas. Únicamente la familia de Dreyfus, convencida de su inocencia, habla de error judicial y busca apoyos entre los políticos y la prensa para conseguir la revisión del juicio.

En marzo de 1896, el nuevo responsable del Service de Renseignements, el coronel Picquart, descubre un telegrama dirigido por el agregado militar alemán Schwartzkoppen a un oficial francés de origen húngaro, el comandante Esterhazy; el telegrama no deja dudas de que este último es el informador de Schwar tzkoppen en el Estado Mayor francés. La letra de Esterhazy, que se parece a la de Dreyfus, es, sorprendentemente, muy similar a la del famoso escrito. Picquart informa a sus superiores y expresa su convicción de que fue un error atribuir el escrito a Dreyfus. El Estado Mayor destina a Picquart a la frontera del este y, posteriormente, a Túnez. Los tribunales militares, dominados por camarillas de extrema derecha y antisemitas, se niegan a revisar el caso Dreyfus y tratan de sofocar el escándalo, pero no logran evitar que algunos rumores alerten a personalidades de la izquierda.

En 1897 —con la ayuda del periodista Bernard Lazare, del senador Scheurer-Kestner y del diputado Joseph Reinach—, Mathieu Dreyfus, hermano de Alfred, promueve una campaña en Le Figaro para exigir que se investigue a Esterhazy y se revise el juicio de 1894. La extrema derecha reacciona de inmediato. Indignado, Émile Zola, próximo a la izquierda radical y a grupos socialistas, entra en liza. La campaña de Le Figaro rompe la conspiración de silencio.

En diciembre de 1897, Esterhazy, cuya letra es idéntica a la de los facsímiles del escrito que la prensa ha reproducido, es inculpado y comparece ante un tribunal militar; contra todo pronóstico, los jueces lo absuelven en enero de 1898, al tiempo que el presidente del Consejo de Ministros, Méline, rechaza la revisión del caso Dreyfus: «El caso Dreyfus no existe». Zola, consciente de los riesgos que corre, plantea la cuestión ante la opinión pública en su célebre carta al presidente de la República, titulada «Yo acuso» y publicada el 13 de enero en L’Aurore. Ese mismo día, la policía detiene al teniente coronel Picquart. La polémica enardece al país y se desencadenan las hostilidades entre la derecha militarista y la izquierda socialista o radical, entre las corrientes nacionalistas antisemitas y los defensores del Derecho, entre el integrismo católico y los adalides del libre pensamiento. Llueven insultos y críticas sobre Zola. En estas circunstancias, aparece, ya en su sentido moderno, la expresión «los intelectuales», que emplearon los antidreyfusards (Barrès, Drumont, Léon Daudet, Pierre Loti, Jules Verne…) contra los dreyfusards (Zola, Gide, Proust, Péguy, Mirbeau, Anatole France, Jarry, Claude Monet…).

Del 7 al 23 de febrero de 1898, Zola, amenazado de muerte por los grupos de extrema derecha, comparece ante un tribunal, acusado de difamar a los oficiales y personalidades que había denunciado en su «Yo acuso». Se le declara culpable y se le condena a un año de cárcel, a pagar tres mil francos de multa y se le despoja de la Legión de Honor. Tras recurrir la sentencia, el tribunal de instancia vuelve a condenarle, esta vez, sin embargo, en rebeldía, pues Zola, temiendo por su vida, se ha exiliado en Inglaterra. Semanas después de este segundo juicio, se confirma que el documento que se utilizó para comprometer a Dreyfus en el juicio de 1894 era falso; lo había confeccionado un oficial del Service de Renseignements, el coronel Henry, quien confiesa su culpabilidad el 30 de agosto y el 31 se suicida en la cárcel. El Tribunal Supremo, que había empezado a revisar el expediente Dreyfus en junio, ordenó la revisión del caso.

Zola, pese a la confirmación de la sentencia condenatoria, regresa de su exilio en junio de 1899; el Gobierno renuncia a tomar medidas contra él. Entre agosto y septiembre de ese año, Dreyfus, trasladado a Francia, se somete a un segundo juicio y de nuevo le condenan los tribunales militares, que no acceden a reconocer el error judicial que se cometió en 1894; el 19 de septiembre, el presidente de la República, Loubet, indulta a Dreyfus. Puesto en libertad, gran parte de la opinión pública considera que debe, además, reconocerse su inocencia. Hasta el 12 de julio de 1906 no obtendrá Dreyfus la rehabilitación en el ejército. Cuatro años antes, la noche del 28 al 29 de septiembre de 1902, de regreso a París tras sus vacaciones en Médan, Émile Zola muere asfixiado en su casa, debido a las exhalaciones de una chimenea. Desde 1898, Zola había recibido numerosas amenazas de muerte, pero este «caso» nunca llegó a esclarecerse. Dreyfus, por su parte, falleció en 1935 ocupando un alto cargo oficial. Quedaron dudas sobre su inocencia hasta la publicación de los Carnets de Schwartzkoppen en 1930: Dreyfus inocente, Esterhazy culpable.

Yo acuso – Émile Zola

Émile Zola. (1840-1902) Fue un escritor francés y una de las figuras más importantes del movimiento literario conocido como el naturalismo. Nacido en París, Zola pasó su infancia en Aix-en-Provence antes de regresar a la capital para estudiar literatura y comenzar su carrera como escritor.

Su obra literaria abarca una amplia gama de temas y géneros, desde la novela histórica hasta la crítica social y política. Sin embargo, Zola es más conocido por sus novelas realistas, como "Germinal" y "Nana", que exploran la vida de las clases trabajadoras francesas y las desigualdades sociales de la época.

En 1898, Zola se convirtió en una figura polémica en Francia después de publicar una carta abierta al presidente de la República acusando al ejército francés de encubrir una injusticia en el caso Dreyfus, un oficial judío acusado injustamente de espionaje. Zola fue condenado por difamación y tuvo que huir del país, pero finalmente fue perdonado y pudo regresar a Francia poco antes de su muerte en 1902.

A lo largo de su vida, Zola fue un defensor apasionado del realismo y la verdad en la literatura, y su legado sigue siendo una inspiración para muchos escritores y críticos literarios en todo el mundo.