Poesía

Movimientos extremos

DE LA TURBACIÓN DEL SILENCIO

yo
más que callar
marinamagdalenapetitlovecraft
me ausento

PRIMEROS MOVIMIENTOS

tranquila y en silencio una mira
el modo de un coleóptero y sonríe
con deseos de colgarse al capital
hace un meneo de párpados registra
el mundo secreto de las cosas
en una contemplación pausada desde lo bajo
abajo
el ruido del agua que desborda los tanques
y no cae pero igual
la fecha en las ampolletas
o la taza de leche vacía blanco precipicio
en el que brilla el taño lavado
un país en sombras una sombra de harina
y el canalillo profundo donde la angustia de remates
rieles barras entre el bulto del pecho y la costilla
nada hay que vigilar o limpiar aunque me piquen
todo pasará o estará ahí si es que debe
pero sé
que el tren cruzará sobre mí temprano
no habrá tiempo para escupir al diablo entero
él hará lo suyo sin devolver cadáver por crisálida
mi bastión no aguantará esta guerra sierva al cuerpo
una bola agria un cangrejo moral que voy
triturando en la desvida
mientras mi hija culpa como antes culpé
triste pasajera en sonsonete
luyanó
vitelas
¡ah la habana de inútiles arribos!
en la estación que acorta mi suspiro sólo
escucho y me tumbo
a las seis rompe el grito y miro al techo
bordo en la marca del dolor pendido
cada hora de mi hora que fijo a una pared

AIGRETTES

no codicié y me otorgaron
pedí y me dijeron calla

igual a un animal de tarsos fríos
y moño generoso
un ave blanca de cabeza chica
sigo rastrillando el cieno
en un pie o en dos juntos

fangotumba de la naturaleza del pájaro
nunca consigo procurarme vuelo
ni en las mimesis del grito
ni en la ondulante forma del gusano

sexta vértebra roma —astil escapular—
de qué valen mi cuello acechante
o la mirada mala (pelusas como seda)
si velando a la presa
inmóvil
soy lo mismo

DESPUÉS

aquella que era en la casa del mar
sigue sentada en el piso espejeante
haciendo en la pared de aire
figuras de conejos o gallinas silvestres

mi padre ha puesto un toldo a rayas
sobre el cristal de las ventanas
y mi madre ha volteado la cabeza
para no tropezar con su satisfacción

después todo ha seguido igual

ESO

la acumulación del agua
alrededor del drenaje
la huella alarmante
de las palomas ajenas
el muro en declive
sobre la mesa de aluminio
a la que no nos sentamos
la lentitud
la enfermedad
el hilo transversal
los nudos metálicos
en el hilo transversal
la conciencia de ser
a veces
muy lenta
estar enferma
andar con la sensación
de la colgadura ligera
siempre
siempre

SEGUNDOS MOVIMIENTOS

atrapada en la cinta de cazar moscas
que traía de pittsburg luis
simulo regular los sueños

pastillas que tragué cuarenta
no llegan y hace falta serenidad
un kilo de oro inglés en la cabeza

he visto rebotar la incertidumbre
como una pompa sobre el pavimento
vadear el dorso largo que añoran
las porristas

qué te importa mi talento dime
qué talento

aquí no crecerá nada de nada
aunque me desarticule
en una sola contorsión
emocional

CONVERSACIÓN FRENTE AL VITRAL

yo tenía un país dentro en el cuerpo
y trajinábamos los dos en solitario
nos hablábamos de tú a tú
como la carne al espíritu
como mi madre figurada y yo sin mediar
palabras como término o destino

mi padre cuando la veía venir (a mi madre real)
crispada siempre por la resolución de su boca
cuando la veía venir cogía su avitualla y se largaba
estuvo en ese viaje de novios mal queridos
toda su vida —aún la vive
ella más sola y confiada últimamente

hasta tarde no se habló del obsequio
que le hiciera meyer lansky a mi familia
un desliz que no cuenta que no merece vigilancia
qué puede significar un lecho entre barrotes
un diminuto lecho para quienes apostaron por ver
sobre sus cabezas desgranarse las bóvedas
de las vegas o dublín aunque ya nunca quisieran pronunciar
por decencia o decoro
que es humo lo ilusorio un trino en la mirada

ahora que mi padre da de comer a los canarios
de una palma callosa todavía contendiente
sus yerros me persiguen pretendiéndolo a él
y el canario rojo el petit desvaído que muestra
como penado trofeo de encantador cromógeno
chupa de mis pozas buscando abrevaderos

“… y vas a vivir de seis fulas las jaulas
y ocho el pajarito”

yo tenía un país patriarcal doméstico
cavidad orgánica y esa fina delicada
memoria que forjamos
un territorio que fue hasta dejar de constituirse
en susurros
protoplasma sentido

y un lunes por las calles caminando
se me aparece el enemigo (¿o estuvo siempre ahí?),
medroso reticente que andaba desde hacía mucho
entre propios que ardían de necesidad de llegar
alguna vez a alguna parte
tratando de encontrar en qué moverse en el pellejo
de los otros
en el mío
que vaga sometido a un eco de rotor

en camellos kurdos o cegadoras asiáticas
mi confianza y yo avanzamos al celaje
viendo un país de esa manera —invulnerable—
con la cual una se acuesta en paz descasa en ella
y a tiempo empieza a ser discreta serenamente
un fantasma

yo tenía un país que entraba desde la vagina al éter
más o menos funcional
en mi útero no logré sostener todos sus hijos
sin aprensión del contrario
y los evacué
uno
a uno
sólo quedó el último
(una cifra lamentable
del tamaño desesperado
de una nación)

tenía un país y lo derroché callando
lo perdí de frente a mi enemigo
en sabrosa cama
el de la gardenella o la mesita de noche
el aire podrido de las esquinas
basura de dos tres días
insepulta

íntimo hostil que compartió conmigo
ese foso bache hoyo
allá por virtudes san anastasio
en la loma que cae hacia dolores

/nada
me hace más feliz que ver tu cara
todas las mañanas que nos quedan
el left and rigth a veces
funciona con nosotros/

mi hermana hace que huye y va a susa
pero queda atrapada en el mercurio
una refulgencia que distrae y miro
su belleza filtrarse en el relámpago de la nieve
no tener paso o ritmo humano
sino una solidez letal de concha sin el vidrio
o cáscara en el viento

II

frente al mar en esa casa que hicimos
hay un vitral una santa
—yalorde agó yalorde
abure mo sinto ile ná
dora riparia aún no cala pero hace
que el deshielo no tarde

Leyla Leyva Lima. Leyla Leyva Lima, Cienfuegos, 1964.

Graduada de Licenciatura en Periodismo y ejerce la crítica literaria. Textos suyos han aparecido en diferentes publicaciones periódicas. Publicó el volumen Piélagos, con el que obtuviera el Premio Lourdes Casal de Poesía convocado por la UNEAC en 1997, durante su primera edición internacional. Esta selección pertenece al poemario inédito Movimientos extremos.