Poetas

Poesía de Argentina

Poemas de Alberto Szpunberg

Alberto Szpunberg (Buenos Aires; 28 de setiembre de 1940 – Barcelona; 13 de noviembre de 2020) fue un poeta, escritor y periodista argentino. La singularidad de su obra está dada por el amplio dominio del lenguaje poético que trasunta un tono lírico coloquial y también discursivo. La palabra directa, combativa, justa y solidaria, transmite con verdadera energía poética y sin desbordes emocionales, las luchas e injusticias, testimonio lúcido de situaciones históricas concretas. Falleció el 13 de noviembre de 2020 en el hospital La Alianza de Barcelona, donde estaba internado con un delicado cuadro de salud a raíz de una complicación por Covid.

HUMOS

Acabo de apagar el último, lo juro,
prometo que no más, esta vez va en serio,
aunque haya más últimos, más brasas
que se encandilen a la primera inmediatez,
nuevas maneras de aspirar más hondo
la mentira imprescindible para vivir
como si recién comenzase a ser hombre,
esa niebla que me envuelve de hace años.

HORMIGUEO

Un camino de hormigas se abre paso entre las hojas,
el mismo que marca el índice, el que enhebra palabras.
Mientras, las hormigas brotan desde un matojo de mugre,
sin pretéritos, sin héroes, sin bronces, sin glorias:
es sólo el camino que las conduce hacia donde las lleva.
¿Qué más que un destino humilde de porteador de carga
para llevar al hombro un bulto de infinitas páginas?
Confío mi esperanza toda a esa hormiga que lleva
la brizna más ocre: tan real, su otoño; tan tenue, su verde.

CERRADURA

El sigiloso, el sutil trabajo del humo en la niebla,
eso querría descifrar de una vez y para siempre,
si no fuera por el ritmo de tu respiración cercana,
el hondo suspiro que al crujir de sí da el silencio:
el aire, ni él sabe por qué, entreabre la cortina
por donde irrumpe un tropel de seres fantásticos:
sólo coinciden en sus extravagantes diferencias;
sólo se vuelven, a ciegas las manos, para verse.

GLACIACIÓN

¿Queda algo del hombre que se asomaba sin saber
que el mundo sería eso que ahora es sólo afuera?
Imposible la salida, imposible la entrada:
una caricia de hielo recorre el espinazo
y registra en la carne remotas glaciaciones:
¿fue acá donde crujió un puente de ramas
bajo unos pies que descalzos sangraban?
Sí, y las huellas ahí están: inequívocas, tajantes.

NÚMERO

De piedra a la menor insinuación o apriete,
el magma empezó a aullar por boca de los volcanes
y a subir lentamente como una sopa de fuego.
Y aunque recordar no es suficiente, recordemos,
y aunque recordar no está de moda, recordemos,
y aunque recordar ya no es más que lejanía,
algo del espanto queda sellado en el brazo.

DRON

Medio segundo antes, y sin humanidad posible,
se abre el pozo excavado de pronto en la ceguera:
hay un puño que se le hunde en las entrañas
y lo sobrevuela una sombra que no es sombra
sino vómito del alma y gritos en la noche cerrada:
una cucaracha se encharca por la pierna destrozada
y se toma millones de años para recorrer el hueso,
mientras un zumbido hurga en el aire la víctima siguiente.

ASTILLAS

Por un chasquido de cristal, por ahí se cuela
la herida de la visión, la ceguera deslumbrada:
atrás quedó vacío el cofre del tesoro, el paño
que el viento rasgó hasta hacer trizas la palabra:
es lo que resta lo que queda lo que arrastra
la marea que nos ofrenda con sus propias manos
esa botella cuyo mensaje, hoy ilegible, desleído,
se pierde en el océano de todo lo no hablado.

LABERINTO

La palabra palabra como quien da la palabra,
es la moneda en el puño como si sólo mía fuera:
también la limosna es codicia, controversias
en un tartamudeo que todo lo confunde:
por amor o por espanto, pega lo mismo
la brutalidad que borra lo que iba a decir:
sin punto final, sin puntos suspensivos,
y aunque parezca que todo comienza de nuevo,
pena es el grito, gemido el adiós, pronto el silencio.