Poetas

Poesía de España

Poemas de Alfredo Buxán

Alfredo Buxán. Poeta y escritor español. Nació en Corcubión, A Coruña, en 1950.

La promesa

Llégate a mí, sombra segura, anuncia
la postrera conjunción. Polvo dócil seré en tu seno
infinito, mudo polvo. Acógeme: te esperaré sin pánico
en el umbral que elijas, te miraré a los ojos
con el temblor prendido en la humedad
del gesto. No hallarás lamentos en mi rostro,
ni perdón, ni un aleteo de mi mano vibrará
contra el ansia de tu pecho.

Sacia tu sed, bebe la médula del cuenco
de mis huesos. Acumúlame a ti.
Siembra tu sal sobre mi clara grieta:
prometo ser un muerto silencioso.

El resentido

¿Qué bien echas en falta si respiras,
si cuelga en tu mirada la memoria
de aquel fuego?
No todos tuvieron
en las manos la dádiva del gozo
que dejaste escapar, torpe mortal,
a sabiendas de que una vez tan sólo
apoya su tibieza en nuestra puerta.

¿Qué desgracia te aturde si viviste?

La vida breve

Hundido, más que preso, en la fatiga
de estar vivo, sin haber hecho
otro merecimiento que señales de humo
desde el pozo,
sentirás descender sobre tu frente
la placentera humedad
de la indolencia, como si aceptaras
que la vida es un reflejo en el cristal,
un atisbo de música en la noche,
un movimiento
en el lindero del bosque que te hizo soñar
cuando eras niño,
un póstumo gorjeo que inaugura el silencio,
un fuego breve
que sin embargo sirve, lo mismo que un milagro,
para olvidar,
una vez y mil veces,
el subterráneo frío de la muerte.

Música de silencio

Solamente es posible envejecer
lo mismo que la música, acorde
tras acorde hasta la nada, el éxtasis,
la cumbre. Queda la música
prendida en la conciencia
como lapa tenaz, como alfiler
de sombra, y nuestra cima
es el silencio, el inmóvil paisaje
de la muerte. La vida, en cambio,
espuma diluida
en la breve tarea de latir.

Sobre la edad

A Paco Solano

Un tercio de siglo, si somos razonables,
apenas es un soplo. Sentado en una piedra,
pienso que soy un viejo y no siento
temor: miro a las nubes, solas, en lo alto
y el alma, según gime, se serena.
Otros dirán: se sume en el olvido.

Ofrenda

Toma el cuerpo que se entrega a tu cuerpo
como si eterna fuera la pasión que esgrime.
Holla su carne hasta el abismo del clamor
porque nunca sabrás en qué grieta del bosque
culminará su tránsito, se hundirá tu pisada.

Sábado

A Florentino González

Me he sentado frente al silencio
del atardecer -donde no llega
el graznido de la modernidad-
a indagar en el sentido de la vida,
a contemplar la belleza
de las piernas que pasan, distraídas,
por mi puerta, ajenas al alboroto que levantan.
Como si fueran pájaros que emigran.

Aprendizaje de la fe

Eres un brote más para la muerte,
qué esperabas de tu parva finitud.
Acéptalo. Contempla el rostro sin luz
que nada explicará porque es de piedra.
Resuelve la duda que atormenta
tus días, abrígate,
húndete en el turbio lamedal
que destruye tus noches, profiere
en alta voz
el ancestral gruñido que redima
a la especie o que la enfangue
para siempre. Pero anega de una vez
el cerco que posterga
tu vigor, y recuerda: no conviene
mencionar el dolor a cada paso
como si fuese un dios.

Espejismo

Quizá haya para mí un lugar al sol,
un cubil de soledad donde extender,
como mantel de olor, el fluir de la duda.
Una sola palabra, un ademán, un rito
que diluya el murmullo del pavor
que se acrece por dentro y disminuye
la fuerza de los músculos, la sangre
ya gastada por el severo tránsito
que nos conduce, ciegos, de la vida
a la muerte, de la nada
a la nada.