Poetas

Poesía de España

Poemas de Ángeles Carbajal

Ángeles Carbajal es una poeta española nacida en Asturias en 1959. Estudió Historia del Arte y ha colaborado en revistas literarias como Reloj de Arena y Clarín. Su obra poética se caracteriza por una voz íntima y reflexiva que explora el tiempo, la memoria, el amor y la soledad.

Su primer libro de poemas fue La caligrafía de la distancia, publicado en 1993. En él se percibe la influencia de poetas como Luis Cernuda, José Ángel Valente o Claudio Rodríguez. En 2002 apareció La sombra de otros días, donde la autora profundiza en su búsqueda de la identidad y el sentido de la vida. En este libro se incluyen algunos poemas escritos en asturiano, lengua que Carbajal utiliza también en sus siguientes obras: En campu abiertu (2013), premio Teodoro Cuesta de poesía; L’aire ente la rama (2015), premio Xuan María Acebal y mejor libro en asturiano según la Tertulia Malory; y El árbol que tiembla (2020), donde la poeta dialoga con el arte y la naturaleza.

Además de su labor poética, Ángeles Carbajal ha dirigido talleres de lectura y creación literaria y ha participado en encuentros y recitales poéticos. Su obra ha sido incluida en antologías como Poesía asturiana contemporánea (2007) o Poetas asturianas (2014). También ha traducido al castellano a autores como Emily Dickinson, Sylvia Plath o Wislawa Szymborska.

Ángeles Carbajal es una de las voces más destacadas de la poesía española actual. Su obra combina la emoción y el pensamiento con una expresión sencilla y precisa. Sus poemas nos invitan a mirar el mundo con una mirada nueva y a descubrir la belleza y el misterio que se esconden en lo cotidiano.

Maleficio

La arena de otra orilla,
la noche de otro cielo,
una silenciosa madrugada
con el mar al fondo
como un sueño.
Otras manos en mis manos.
Otras calles y no éstas.

Mi vida
es una cita a ciegas
a la que nunca llegas tú,
o de la que ya te has ido
para siempre.

A veces

A veces nada ocurre y todo pasa,
y la vida es
débil música
mojada por la lluvia
-quizá tan sólo desconsuelo-;
ella misma me tiende
no sé si una mano o una trampa;
un papel en el que escribo
un poema para huir
de las manos oscuras del miedo.

Ajuste de cuentas

Reconozco, alma mía, tu candidez.
Sé que malherida mientes
detrás de una sonrisa
por no devolverle al mundo
su verdad y su miseria.
Pero reconozco también tu pereza,
tu desprecio, tu indiferencia;
sonríen cuando tú sonríes
y dejan creer que crees
que tus amigos son, al fin y al cabo,
tus amigos, que tus amores
te quieren según dicen, vamos,
que te quieren, que esta vida, en fin,
es la vida, más o menos.

Distraída felicidad

Es el vaivén cíe la ciudad
amigable escaparate
de una vida que parece lo que es;
suave roce de ricas telas,
delicioso goteo de sutiles aromas,
café, conversaciones, risas,
libros tan buenos que emocionan
a esos huéspedes contentos de una vida
que no parece lo que es;

horas malpagadas,
grisácea letanía de siempres
y de nuncas,
inalcanzables las cosas más cercanas,
para aquel
que lejos de sí mismo
y de todos
tiende la mano
a la distraída felicidad.

El lugar de la dicha

Se vuelve al lugar de la dicha
para saber que fue cierta,
que mienten las pupilas rotas de febrero,
el miedo en el reloj;
el asfalto que brilla en la noche
y se duerme
en una esquina de tu cama.

Extraño despertar

Extraño despertar.
Abro el armario y encuentro
la toalla de aquella lluvia
de verano contigo.
Abro el armario
y encuentro ropa de entonces,
tan tibia al amor de ayer.
Y me parece extraña la vida.
Acaso no perdono
que las cosas permanezcan
cuando tú y yo
nos vamos convirtiendo
en difíciles recuerdos.
Será que no comprendo
por qué debemos irnos
sin árbol verde,
sin pozo blanco…

Insomnio

Noche más allá de la noche,
cuando las palabras
no escriben el poema,
y el poema sin palabras
es el poema infinito.

Mi casa

Margaritas, petunias, geranios,
vacas, grillos, cordeles, cestos,
mariquitas de Dios, maíz, telas de araña.
Las golondrinas dibujan
sobre la pared encalada
idénticos e irrepetibles vuelos.
Sombrero de paja, pantalón corto,
camisa vieja, alpargatas; un día más
en el ajetreo feliz de la casa
y de los días sin fin.
Sábanas blancas de algodón
revolotean en el aire.

Pero un día, blancas sábanas de algodón
y de infancia y de madre…
¿qué haré yo sin eternidad?

Poética

Tal vez tengas razón
y sea una tonta manía
la de intentar convencer a las palabras
para que escriban juntas un poema
que hable de ti, de mí…
si todo lo que somos ya lo saben
estos días azules
y a nadie más le importa.