Poetas

Poesía de España

Poemas de Antonio Martínez Sarrión

Antonio Martínez Sarrión (1 de febrero de 1939 – 14 de septiembre de 2021) fue un destacado poeta, ensayista y traductor español, cuya obra lo convirtió en una figura clave de la generación del 68 y del movimiento de los novísimos en la literatura española contemporánea.

Nacido en Albacete, España, en 1939, cursó sus estudios de bachillerato en su ciudad natal y se licenció en Derecho en la Universidad de Murcia en 1961. Posteriormente, se trasladó a Madrid, donde trabajó como funcionario público en la Administración Central.

Martínez Sarrión cobró notoriedad al co-dirigir, junto a Jesús Munárriz y José Esteban, la revista de poesía «La Ilustración Poética Española e Iberoamericana» entre 1974 y 1976. Su consagración en la poesía española llegó con su inclusión en la influyente antología «Nueve novísimos poetas españoles», seleccionada por el crítico José María Castellet.

Dentro del grupo de los novísimos, se destacó por su rebeldía y su admiración por la poesía beat, así como por su temprana adopción de referencias culturales, irracionalistas, surrealistas y míticas en su obra. Sus poemas eran un collage de imágenes y referencias que expresaban el caos y la disgregación consciente de asociaciones lógicas.

Además de su faceta como poeta, Antonio Martínez Sarrión se destacó como memorialista, publicando diarios y una trilogía de memorias que abarcaron su infancia, su formación universitaria y su ascenso a la vida literaria.

Asimismo, su talento como traductor del francés fue reconocido con su brillante versión de «Las flores del mal» de Charles Baudelaire y otras obras de autores como Víctor Hugo, Jean Genet, Michel Leiris y Arthur Rimbaud.

En el ámbito televisivo, participó como contertulio en programas como «¡Qué grande es el cine!» y «Cine en blanco y negro», ambos presentados y moderados por José Luis Garci.

Antonio Martínez Sarrión dejó un valioso legado literario que enriqueció la poesía y la traducción en España. Falleció en Madrid a los 82 años de edad el 14 de septiembre de 2021, dejando un vacío en la literatura española contemporánea.

A ti, casi innombrable

Tierra que vas a los mares
de sólo tu luz vestida.

Dámaso Alonso

Te llevo en los hondones de mi alma,
aunque, en raros momentos, te asomes a mis labios
que, de niño, me hicieron odiar tu simulacro.
Todos mis sueños llevan tus colores
y, resonantes, vibran en mis oídos siempre
tus acordadas -suaves o bullangueras- notas.
Cada orza de adobo, cada soga de esparto,
cada jarro de vino me regalan tu aroma.
Creo estar sentenciado a aquietarme en tu entraña,
creo que allí, todavía, disuelto en tus terrones,
madre mía siempre agónica, repasaré tus letras,
las seis letras que cifran tu siempre por hacer,
tu mal rehecho o del todo improbable camino.
Mas frotaré ese oro tras pasarle mi aliento,
tras limpiarle, de paso, el rastro de mi huella,
para que su fulgor algún trecho me alumbre.

Arribada

¿Quién habla de una fácil travesía?
Las noches se poblaban de sirenas,
de cuartos donde ardía la revuelta,
de exilios que a tu cuerpo devastaron.
Mi amor fuerte, mi amor loco y profético
con vestidos que el puro azar cosía
y que eran desflecados por la bruma
entre las carcajadas reprimidas
de una Europa siniestra y satisfecha.
Son muchos los agravios, risueña. Pero algo
desatado y veloz, a mí te trajo a flote,
indemne, victoriosa, con el floral tesoro
de tu ternura oceánica, de tus ojos de miel.
Y en la tranquila tarde de este día de mayo
cruzas serenamente por tu sueño y yo velo,
mientras pasan los lentos veleros de la música,
tu tos de fumadora y tu jersey grandón.

Carpe Diem

Qué dispendioso pulular de nombres,
de ateridas esperas mientras la madrugada
difuminaba taxis en una sucia niebla.
Qué lástima de tiempo barajando
naipes ya de textura ala de mosca
cuando el sol meridiano, más de un punto granado,
no sabe de demoras, admite alistamientos
sin requisito alguno,
por ahogado de sombra que llegue el aspirante,
para entregar a cambio manos como paneles,
ríos de campanillas, zureos de palomas,
terco mundo presente,
que fulgura y se esfuma tan tranquilo,
negándose de plano -y con cuánto derecho-
al deshonesto oficio de pañuelo de lágrimas.

Cuerpo

Se intentó lo posible, lo imposible:
negarlo, sublimarlo, resaltar su vigor,
su decaimiento.
Soldar la intolerable dualidad,
exaltar en las artes sus más bajas funciones
a fin de redimirlo una vez cuando menos
de los grilletes de la opacidad.

Fue inútil. Ahí está marcando el paso,
imposible es poner cotos a un fundo
lluvioso, soleado, sibilante, en silencio.
Es igual: terco siempre y correoso,
reñido a muerte -sólo ésta fatal-
con cuanto aspire a límite o a cifra.

Crónica fabulosa de Fernando Pessoa

murió el oficinista tenía
una hinchazón horrible paperas
de diagnóstico turbio un diván
gayo papeles esparcidos
por todos los alvéolos de su historia
un jijo de cartón grifos corriendo
que erizaban el vello de los brazos
murió fumando erraba ciertas noches
por claveles de tinta por finos mecanismos
guarnecidos de piel por sellos antigripe
acompañados de un certificado inusitadas
pirámides de polvo hallaron
un orinal debajo de su mesa
postales pornográficas de indescriptible alcance
un libro muy oscuro sobre el maestro eckhart
una alcancía llena de coñac
según los más veraces testimonios
solía mirar al alba los enormes delfines
las joyas y los cuernos que trajeron de goa
una rodela del gran navegante botes de humo
mazmorras para herejes los despuntes
del día le cogían en éxtasis se llevaban
su abrigo de mezclilla a su aterrador paraguas
su personalidad que vaya usted a saber
y otra vez -sol muy tibio gaviotas-
lo devolvían a su inútil despacho
mientras doblaban quejumbrosamente
las verdes anclas del almirantazgo.

Derecho de conquista

Con qué empeño la luz
quiere arropar, velada, la paz de la mañana
de manso mar y silenciosas calles
y de ese modo levantar el solio
que te encierra y engasta cual zafiro
cuando, al fin, sonriente y despeinada,
pasas revista a la enemiga tropa
y la encuentras conforme a tus designios
en batallones de plumón tan tibio,
en falanges de aljaba tan vacía
que proclamas, sin lucha, la victoria
y el raigón derrotado de mi ejército
cargados de grilletes tras tu carro se arrastra
traidor a su bandera, a su patria, a su dios.

La chica que conocí en una boda

fue la prima que entonces se casó
luego hubo baile
piano y batería mucho vino
yo diría que gentes más bien pobres
con los trajes de muerto de las fiestas
nevaba muchos viejos
que echaban la colilla en un barreño
y sacudían la mota
mucha música
la pizpireta que se está
bajando las bragas
se pone de puntillas
mira la galería
con aquellos ojazos virgen santa
y aquel reír el vino
estuvo luego haciendo lo restante
hasta que ya no pude contenerme y se lo dije
no a ella
a mis amigos
y estuve enamorado como un mes

Homenaje al postismo

Hube de subvenir a unos zapatos,
perdón, quise decir a unos zapatos
que, si se portan bien, yo no los atos-
igo con mis lanzadas. A los patos

he echado mis zapatos garabatos
desmigándolos bien. O sea, en los tratos
con los tenderos pido unos zapatos
que no sean caros y no sean baratos.

No me entienden. Me lanzan los ingratos
pares de saldo, letras impagadas,
miradas de lujuria… Mas, los ratos

que así pierdo, se vuelven sosegadas
horas acariciando a mis dos gatos
cuando vuelvo a la clínica a patadas.