Poetas

Poesía de Argentina

Poemas de Arturo Marasso

Arturo Marasso Rocca (Chilecito (La Rioja, Argentina), 18 de agosto de 1890 – Buenos Aires, 1970) fue un humanista, poeta y profesor argentino.

Dicha

Dichoso aquel que vive en mansión heredada,
oye cantar los tordos que escuchó cuando niño;
ve llegar los inviernos entre lluvia y nevada
y siente el mismo acento de familiar cariño.

En la noche, en sosiego, a media luz, en torno
de la mesa o la lumbre, se conversa, en voz tierna,
de un viaje, de un recuerdo, de una ida sin retorno
–hace ya veintiocho años– a la mansión eterna.

Triste lágrima asómase y ocúltase, medrosa,
recuérdase la historia de la aldea, el pasado
tiempo de la familia, la niñez bulliciosa,
y se ve lo futuro al ayer arraigado.

Se lee el viejo libro con reposo, alguna hoja
anotaciones lleva del padre o del abuelo;
a veces una lágrima casual el texto moja
y se encuentra en las dulces páginas el consuelo.

El antiguo reloj de la pared aún suena;
vienen los largos días del estío, o el invierno;
son las noches oscuras o ya de luna llena;
aunque los años vuelen todo parece eterno.

Feliz aquel que vive en mansión heredada
con fontanares y árboles al pie de una colina,
y del otoño lánguido en la tarde nublada
ve rodar por los campos la lluvia y la neblina.

POEMAS DE INTEGRACIÓN

Vuelves, del seto asoman crecidas las granadas,
encuentras los amigos en los huertos natales,
hay un olor de frutas, de hierbas aromadas,
late en el aire cálido con temblor de cristales
la mañana, en las sombras guarda aún la frescura,
tres días tiene el zumo del racimo estrujado
de esta copiosa dulce primera uva madura,
en cántaro de arcilla de la hez se ha serenado;
huye el lagarto ardido de sol; en la colina
brota de hueca piedra con un manar de nieve
el agua, denso el ramo de ciruelas se inclina,
dice el zorzal de cuanto se ha amado, ajena embebe
la memoria; te entrega, viña de verano, el vino
nuevo; incumplidos sueños saben la confidencia
primigenia; anduviste de uno en otro camino
errante; brilla el álamo, atraía en la ausencia.

NIEVA

Nieva afuera… las brasas del hogar
Se cubren sutilmente de ceniza
Blanca; el sedoso gato se ha dormido
A calor del rescoldo; vieja Biblia
Yace olvidada en el sillón vacío;
Y me dijo: que dulce es la visita
Del invierno, en la casa en que nacimos,
Cuando congrega el frío a la familia
En torno al hogar, y un vago ensueño
Su suave seda de ilusiones hila
En el sosiego de las mansas horas.
En mí el mundo florece; y yo quería,
Ayer, labrar estrofas que no mueran,
Sin ver que sutilmente la ceniza
Cubre la brasa… Pero seré todo para ti, poesía.