Poetas

Poesía de Francia

Poemas de Claude Ber

Claude Ber (Niza, 13 de julio de 1948) es una poeta, ensayista y actriz dramática francesa.

Tras completar un doble grado en Filosofía y Letras, se dedicó a la docencia, primero en un instituto y después en universidad, llegando a ocupar cargos académicos oficiales. Paralelamente, también dirigió la publicación de una colección de poesías en la editorial L’Ámandier.

Miembro de varios jurados y asociaciones literarias, es vicepresidenta del Centro internacional de poesía de Marsella. Ella suma a sus creaciones literarias actividades en el marco educativo, en la defensa de los derechos de las mujeres y de los derechos humanos. También ha dado numerosas charlas y conferencias en universidades y en festivales poéticos.

Como poeta y autora dramática, publicó numerosos trabajos. Su último trabajo poético fue «La Mort n’est jamais comme». Éd. de l’Amandier, recibió el Premio Internacional de poesía francófona de la Fundación Ivan Goll.

Lo que queda

A veces a lo que queda lo llamo poema
puesto que el poema no siempre es lo que
queda una vez que
después que
antes que
o no queda nada
lo que queda de recuerdos en el cuerpo y lo que queda de palabras para decir una vez tu entusiasmo por las palabras que se escuchan
—quizá en rebeldía pero es la palabra lo que me queda—
como
aquí cuando escribo sin saber lo que va a quedar o incluso si va a quedar
como
por ejemplo cuando una vez abandonada y desierta —en fin— el nombre
no queda pero
lo que queda de la sustracción
—cuando escribir es sustraer y por esa contracción asir—
es quizá
a veces
lo que queda de la poesía
En cuanto a lo que queda del poema o si de él queda, me suele inquietar como de una palabra de mi muerte sabiendo que las palabras son indiferentes, la palabra y mi muerte. Sobresaltos del cuerpo y de la conciencia me inquietan, nada más. Si no me invade la ira como si me amenazara esa asfixia que los sistemas provocan con sus ortodoxias y sus anatemas. Sin duda eso es injusto, pero no hay nada que hacer. Yo he preferido a los místicos a los fervientes y el silencio a los dogmas. Y profiero pocas palabras y que inmediatamente tacho hasta que no quede nada o casi nada. Esta laceración que diré y este dolor es lo que queda de mi historia con la filosofía. Algunos fragmentos de los cuadernos de Wittgenstein y la definición spinocista del bien como incremento del ser y del mal como disminución del ser,
es lo que queda
del poema
del poema sobre todo
como intento difícil y prudente de reconciliación
dudo de lo que se dice de y lo que se dice sobre
como intento de usar la palabra
que cesa de
y a esta cesación
a lo que queda una vez que cesa la tiranía de la palabra
le llamo poema
De todos modos lo que queda, quiero decir los que quedan
escuchando tu muerte en las palabras
que resta palabra a la palabra
y lo que queda cuando uno es de aquellos que quedan y
uno mismo lo que queda
es de tal suerte nada
ausencia de lengua en esta ausencia que es la lengua
agujero en un agujero
que
las palabras diciendo ese vacío y esta ausencia los colma
como
paletadas de tierra colmando la tumba
y las palabras que quedan abarrotan mi boca
como
la tierra abarrota la tuya

Lo que queda de ti
por ejemplo tus pies que se volvieron fríos
que uno no podía hacer entrar en tus zapatos
vuelvo a ver esos zapatos mal puestos
y eso me atormenta
de no haber podido poner tus zapatos mal puestos
como
si tuvieses que caminar
como
si caminaras
pero tus brazos y tus manos estaban calientes y
suaves incluso dos días después
y yo las puse
como
tú lo deseabas
esto es lo que queda en mi memoria
en la cual no queda nada

Lo que queda, a veces es demasiado
demasiado mudo y demasiado prolijo para una boca
no es silencio lo que queda es mutismo
y y el cielo recorre el cielo
inmóvil

Lo que queda de los muertos
también es el menaje de los muertos
después de la solitaria muerte del padre hice la limpieza
trajes ropa blanca vajilla papeles objetos
uno clasifica arroja da coge ordena
esa limpieza de la muerte la hice en seguida por los muertos familiares más lejanos: igual ropa blanca, trajes e incluso por una muy vieja muerta por sorpresa en pleno mes de julio de una crisis cardiaca y transportada dos días después por los bomberos, la limpieza de los primeros gusanos: grandes gusanos blancos que corrían sobre la baldosa al emplazamiento del cuerpo
e igual ropa blanca, vajilla, muebles, papeles
y ahora la limpieza de lo tuyo
ésta inimaginable
y semejante lo que queda de ti y de toda tu, nuestra…
ropa blanca trajes papeles libros
un año entero ha durado
la limpieza de tu muerte
vaciando bolsa por bolsa
yo también vaciada
bolsa por bolsa
y ahora que haría falta vender la casa donde
han encallado esos restos de muertos y que yo vacío
todo es
como
si fuese necesario que me ocupe del menaje de mi
propia muerte

Poemas
también quedan de ti
y triunfante pienso: una vez hecha la limpieza
de los muertos, el poema es lo que queda a aquellos que
quedan
y clasifico fragmentos y vestigios de poemas
dentro de viejas carpetas arrugadas, los tuyos, los míos
releo las borroneadas frases todavía legibles
—es para borrar, verdaderamente borrar toda huella y que no quede nada sino nuestras correcciones de un espesor negro y es también para que nada quede de lo que escribo directamente en el ordenador, más tachaduras, más huellas, más nada, la muerte lisa, la ilusión de eternidad intacta
en fin nada—
mas aquello que queda, esos restos de textos no consumados
e incluso los realizados, esos residuos yo los reúno
como
recogiendo restos mortuorios
y lo que podría ser conmovedor, las huellas de aquello que somos, o festivos, aquello de esos restos sobre la mesa de los aniversarios o en las sábanas de celebraciones íntimas, todo aquello sombrío con el resto
y lo que queda es la muerte

Lo que queda, quiero decir los que quedan
y yo que quedo para el inventario de lo que queda de ti
de nosotros, memoria morral prolífico incluso si
abarrotada de pájaros muertos
queda queda queda tanto como
como desear decir todo lo que queda saliendo de mi boca brazadas de cintas de palomas de liebres de tizones de pañuelos
en cantidad inimaginable
lo que queda de una vida es increíble
en la memoria esta inmensidad
y yo quisiera decir
toda esta inmensidad sustraída
debo decirla toda además no
la muerte convierte en una obscenidad las palabras
lo que queda no pertenece sino a mí que pertenezco
por mi parte a la muerte
y lo que queda de mi vida hoy en día es la muerte

Yo escucho a los que quedan
de los cuales formo parte
sin embargo eres tú que quedas hasta la fecha donde terminas
tu vida y sigues siendo definitivamente
cuando yo continúo avanzando hacia la muerte y que me queda por recorrer la distancia desconocida entre tu muerte y la mía
y tu muerte me hace vivir andando hacia atrás yendo a encontrarte cuando tú sigues siendo donde yo continúo
y voy hacia la muerte para atrás
y lo que me queda de vida está entre dos muertos

Yo escucho a los que quedan
y no escucho más nada

Lo que queda de ti
no puedo imaginarlo
no imaginar tu rostro, tus ojos, tu boca sin carne o tu carne pudriéndose o tus ojos —tus ojos de una mirada intensa e inagotable— con las pupilas reventadas por el gas de la fermentación
yo sé, puedo verlo incluso
pero no entiendo
no entiendo esas palabras
suenan sin sonar
no las comprendo
son palabras escritas con palabras imposibles

Entiendo lo que queda en lo que queda y en esa labranza de gusanos que revuelve mis palabras entiendo
súbitamente versos
como
versos de cadáver
o bien leo despojos y la palabra falta
hasta
no ser más que un despojo sonoro y entiendo piojos o pi o jos o
hasta
que la lengua cae en pedazos
hasta
que no comprenda más lo que hablo
como
en esa dificultad que tengo para decir «tú no estás»
unoestámuertoovivocasaesaúnalgonoestarmásesnoestarmueroesestarmuerto-ynoestarmásvivosímassiestarmuertoesnoestarmásnadaentoncesnoestarmásn-
oquieredecirnadaymásnadanoquieredecirnadaysobretodonoquerery
y así durante horas
y ese zumbido bajo las palabras que las pulverizan
es también tu muerte

Pero para ti
muerto estás más solitario que yo aquí con ni siquiera como yo llantos y pesadumbre
con nada
o entonces ¿dónde y con qué tú?
este día de primavera lluviosa a la vera del Bosque de Boulogne con los pájaros y las flores malvas de los tréboles
recuerdas esa diéresis sobre Bïenvenida a Montparnasse que se aisló de la palabra entera
acogiéndonos
y de mis tréboles de cuatro hojas que llamabas hierba para conejos
esos tréboles en envoltura con scotch te los doy
en el caso que se convierta moneda de nuestra alma
como
se desliza entre mis dedos esta pequeña moneda de una felicidad muerta
para ti
a quien no le queda nada estando muerto
incluso sin saber ni sentir nada de la muerte
o entonces pero este entonces es enorme para un tejido de alma raído por la pena
por ti porque sin ojos te ofrezco lo que mis ojos ven bajo la fina lluvia que limpia el horizonte esta casa sobre las alturas del puerto parecida a aquella que habríamos habitado
como
una palabra o un gesto amoroso
como
habríamos mirado juntos ese cielo azul claro del sur sobre la mar gris
y los habríamos encontrado bellos en su presente
sin más
y el aire fresco que hace ligeramente tiritar los hombros
en el olor de los eucaliptos y el yodo
prueba no hay
pero a la piel no le hace falta
ni las nubes en el amarillo del alba
de la mar separada
no queda sino una línea al borde bombeada del cielo
de ti hacia mí
esta línea que va a zozobrar

Traducción de Carlos Henderson