Poetas

Poesía de Argentina

Poemas de Clementina Rosa Quenel

Clementina Rosa Quainelle (Santiago del Estero, 22 de agosto de 1901-Santiago del Estero, 20 de septiembre de 1980), conocida como Clementina Rosa Quenel, fue una escritora argentina de destacada actividad durante el siglo XX. Escribió poesía, cuento y relato.

Presencia del amor

Has vuelto.
Yo te esperaba con las luciérnagas
de todas mis noches
y las mieles de todas mis fresas.
Has vuelto.
La casa está blanca. Los patios floridos.
El árbol en su fruto. El cántaro fresco.
La alondra loca, y el tejado y la ría ¿ que más?
Mira:
Tu amada espino las manos. La rosa en nueve lunas.
A tu lado la pipa mecedora . El libro mejor.
La penumbra, como quieres, en blando abrazo.
No valía la pena, nube de siete ópalos.
No ves por los corredores adormecer la primavera ?
No ves como las palomas, distraídamente, alzan a beber ?
Has vuelto.
Ven, desnúdame los cabellos.
Ven, descíñeme las manos.
Ven, y bésame de luz traspasada.
Que has vuelto amor ,
en la mañana del estío !
y todas las rosas han echado a cantar
Mi patria lejos
(A mi madre in memoriam)
Parecía más alta
Entre las flores, esa noche.
Era como si fuera mi patria
Lejos.
Qué amapola azul,
qué buey más celeste
con ella,
en las pupilas!
Qué epístolas de herreros
en la verja,
qué solo todo!
Y qué frío el aire
de esa alba,
con las glicinas galopando
al sur de su piel!
Apagamos la lámpara
la novena noche.
¿Cómo detener la tarde?
Pienso ahora
en el paisaje.
En algún ángel suelto
entre los trigos y la ropa.
En dos goteras
de la casa.
Y me acuesto tarde,
con esta tristeza.
Y ella
en el espacio. Lejos.

ALGO DE TI ESTÁ EN LA NOCHE

Algo de ti está en la noche, labriego.
Y sin embargo, duermen los surcos.
Ya no perteneces a la noche ni a la senda.
Caes por las hojas del otoño
como los besos tristes que se llevan el olor del estío.
Está olvidándote el descanso de la reja.
El oeste ha visto pasar los leñadores en el rumbo de sus bosques lejanos
y tus dedos ya no tienen caricias de agua.
Ya sé que tu arado está muerto
brotando verbenas en algún poniente extinto
yo sé que en tus trojes ha callado la tarde
y la siesta en tus barbechos sólo inventa el recuerdo.
Y sin embargo, algo de tu modo silvestre tiene el aire,
labriego muerto.