Poetas

Poesía de España

Poemas de Concha Méndez

Concepción Méndez Cuesta (Madrid, 27 de julio de 1898-Ciudad de México, 7 de diciembre de 1986) fue una escritora, poeta, autora de teatro y guionista española, contemporánea de la generación del 27,​ especialmente conocida por su obra poética. Pertenecía al grupo de las Sinsombrero.

Concha Méndez fue hija de una familia acomodada y cultivada, lo que le permitió acceder a una educación privilegiada. Desde joven se interesó por la literatura y comenzó a escribir poesía y prosa. En 1917, con tan solo 19 años, publicó su primer poemario, «Líneas de la mano», que tuvo una buena acogida crítica y le permitió entrar en contacto con otros escritores y artistas de la época.

En los años 20, Concha Méndez se convirtió en una figura destacada de la vanguardia literaria española. Participó activamente en los círculos literarios y artísticos de la época y mantuvo amistad con muchos de los escritores y artistas más importantes de la generación del 27, entre ellos Federico García Lorca, Luis Cernuda, Vicente Aleixandre, Jorge Guillén o Rafael Alberti. También formó parte del grupo de las Sinsombrero, un colectivo de mujeres intelectuales y artistas que reivindicaban su papel en la sociedad.

Durante los años 30, Concha Méndez se dedicó principalmente al teatro y al cine. Escribió varias obras teatrales, como «La verdad sospechosa» o «El proceso de Mary Dugan», que fueron representadas en importantes teatros de la época. También trabajó como guionista en varias películas y colaboró con el cineasta Luis Buñuel en la escritura del guion de «Las Hurdes».

Tras el estallido de la Guerra Civil Española, Concha Méndez se exilió a México junto a su marido, el poeta Manuel Altolaguirre. Allí continuó su carrera literaria y publicó varios poemarios, entre ellos «Homenaje a Góngora» y «La sangre de las cosas». También siguió colaborando con el cine mexicano y escribió guiones para películas como «Pueblerina» o «La Malquerida».

Concha Méndez falleció en la Ciudad de México en 1986, a los 88 años. A lo largo de su vida, dejó una obra poética y literaria muy significativa y se convirtió en una figura importante de la cultura española del siglo XX.

Alameda

Alameda:
guarda bien
mis siete años primeros.

Y los siete
posteriores.

Y el carrusel luminoso
de mis primeros amores.

Alameda;
que yo volveré algún día
a recoger los mejores
¿sueños? de la infancia mía.

Automóvil

Automóvil
Una cantata de bocina.
Gusano de luz por la calle sombría.
Los ojos relucientes bajo la noche fría.
Reptil de la ciudad que raudo se desliza.

Medianoche

Medianoche.
Canción negra.
¡Y canta mi única estrella!…

¡Que rompan ese reloj
y quede a solas con ella!

Malva y rosa

A Guillermo de Torre

De este sueño malva y rosa
que sueña el agua del río,
se van rosando en la tarde
las velas de mi navío.

De las lejanías vengo.
Cruzo fente al espigón.
Una canción marinera
se rosa en mi corazón…

Atardecer. En el Plata.
Sueño, frente a la ciudad.
Izadas llevo las velas,
velas de mi soledad…

Y se me van con el día
-no sé adonde se me irán-
las luces de mi alegría.

La isla

Deslizándome en el agua
hasta la Isla he venido.
He vagado entre sus brisas.
Y por su costa he corrido.

Del mar salí llena de algas,
con el bañador ceñido.
Y tras andar por la Isla,
bajo un árbol he dormido.

¡Qué soledad suntuosa!
¡Qué espléndida soledad!
¡Y qué fatigosa vida
la vida de la ciudad!

Todo, menos venir para acabarse…

Todo, menos venir para acabarse.
Mejor rayo de luz que nunca cesa;
o gota de agua que se sube al cielo
y se devuelve al mar en las tormentas.

0 ser aire que corra los espacios
en forma de huracán, o brisa fresca.
¡Todo, menos venir para acabarse
como se acaba, al fin, nuestra existencia!