Poetas

Poesía de Argentina

Poemas de Daniel Durand

Daniel Durand (Concordia, provincia de Entre Ríos, 1964) es un poeta argentino, integrante de la llamada Generación del 90, fundador de revistas y editoriales de poesía. Formó parte del grupo editor de la revista 18 Whiskys. También participó de la edición de las revistas La Mineta y Trompa de Falopo y creó las editoriales Del Diego y Chapita.

MALABARISMO

Bajó el sol, salgo a la sombra del patio
para hacer malabares. Tiro
las bolas bien alto y
al levantar la vista veo
el cielo todavía soleado.
Dentro de unos días se morirá mi madre.
Unas cuantas golondrinas
vuelan a media altura
entre la casa y el cielo,
se pelean con chirridos
y se alimentan de insectos invisibles.

Botella pequeña de vidrio

La rueda de un auto
que estaciona despacio marcha atrás
muerde una botella pequeña de vidrio,
tirada en la cuneta, que no aguanta
y sin que nadie se de cuenta,
sofocada por la goma, cede,
cruje y se quiebra en muchas partes.

Nueces mojadas en los pastizales

Nueces mojadas en los pastizales,
puntos luminosos entre los árboles
y los que juegan por necesidad
seguro pierden por obligación.
La cosquilla en el meñique
viene bajando desde el brazo,
es la muerte que está adentro
de mi madre, nos demuestra
que se mete en cualquier parte.

La aventura dada vuelta,
agarrada con las patitas finas
mi madre parada en un palito
y los que juegan por diversión
seguro ganan sin explicaciones.

Lo peor es escribir bien.
No, lo peor es escribir mal.
Si, lo mejor es amontonar.

Si, lo mejor es mejorar
nuestro campamento, poner
lindo el alrededor, apilando
las piedras del lugar,
monolitos pequeños
que nos acercan al primer
expresador, modificador, embellecedor:
el artista: el primer traidor.

Ahora voy a reconocer,
voy a solicitar disculpas
a las chicas con las que
intercambié fluidos
solo para que les agraden mis textos.
Escribí para amontonar poder
en mi apellido: Durand.
Ahora no lo quiero
no quiero ese poder pequeño montado
en mi apellido, no voy a corcovear,
no quiero apellido, no quisiera
querer.

Ahora voy a solicitar disculpas
a todos los que vinieron a mi casa
para ser convencidos de la verdad
que ostentaba, no tengo verdad,
tenía mentiras que acumulaban poder
y después irresponsablemente lo repartía,
dije que:

las ramas arqueadas del helecho tienen movimientos afectivos.

tres piedras encimadas son una obra de arte.

corazón o cero son las dos únicas variantes.
Las montañas cansan al que camina
más de lo que el mar cansa al nadador.

Olvidé las caras de los adolescentes
que subí a la montaña
para que aprendan cómo funciona la naturaleza,
tan distinta al funcionamiento
de la vida del club que los llevaba.

Nada cambiará. Nadie producirá.
Muñecos suaves se amontonan
delante del parabrisas del micro
que va hasta un pueblo que se llama
Papagayos.
Querido Sergio:

te cuento cómo fue mi aventura
de 15 años en la literatura argentina:
me acuerdo cómo fue el final:
un borracho le tiró un manotazo
a una burbuja que se inflaba
en el pico de una botella de cerveza,
y que reventó un instante antes
que pudiera agarrarla.
Me gustaría escribirme libros,
publicármelos y regalármelos,
que me calmen y nunca
tener ganas de mostrárselos a nadie:

Un texto que de tan bueno nunca
haga falta mostrárselo a nadie.

Qué cosa incomprensible seré
en este momento que
mi madre se muere
la patria se hunde
y mis amigos son todos
unos hijos de puta?

Cuanto más malo es un texto más lectores necesita.
Mamá anda comiendo algodón
es por eso que no le alcanza la saliva
y no puede armar el bolo alimenticio.
los rayos le secan todos los fluidos.

El poema perfecto no necesita lector.
Atrás de una trinchera de pastillas
que el alma por dentro van secando.
La muerte vino primero a matar la religión
y la virgen pegada en una cuña de madera
quedó hamacándose como una nena
rebelde
a la que nadie puede peinar.
Buscando bajo la luz
lo que perdió en la oscuridad.
El pez translúcido
del tamaño y de la forma de una ,
ahora en el océano está solo.

Caminando en el viento de Boedo

Todos los días al volver a casa
desde el trabajo gasto el dinero
que no tengo comprando libros inútiles.
Todos los días vuelvo borracho
desde el centro. La historia recuerda
pocos hombres que, así, hayan llegado
a los ochenta. Miro las membranas metálicas
de los techos destellar bajo la luna, escucho
los largos maullidos de los gatos reunidos
en terrazas. Grito bajo el viento del barrio,
ante la oscuridad y las horas que pasan,
y me pregunto porqué, los hombres,
sólo pensamos en las cosas que nos atormentan.

Luz y oscuridad

Llego, entro, prendo la luz de la cocina
y sorprendo a las hormigas coloradas
puliendo los platos y cargando
todos los restos de comida.
No me molestan, pero mentalmente
las advierto sobre la superpoblación:
hasta ahora el ecosistema se mantiene.
Sin embargo, si consigo trabajo,
comeré más, vendrán amigos y mujeres,
habrá más restos, ustedes crecerán
y tendré que echar insecticida.
Sólo esta pobreza puede mantenernos
delicadamente unidos.

LUZ DE UNA NUEVA ESTRELLA

Miro una foto en la que soy muy joven.
Los ojos muy abiertos y claros. Un rostro
sonriente a pesar que trato de ocultarlo.

Sé que en esa época pensaba que era viejo.
Sé que lo mismo pasa ahora.

En diez años más pensaré que hoy era joven
y sin embargo estoy mirando fotos viejas
y recordando el pasado.

Es imposible no caer en este abandono.

El deleite de saberse fuera de todo movimiento,
el placer de sentir el cuerpo hostigado por drogas,
deportes y complejos vitamínicos que lo electrizan
y después lo dejan blandamente
sobre las superficies y moldes que lo contienen.

La alimentación natural nos deja buenos y tontos.
La carne y el alcohol activan el cuerpo y la mente
y matan pronto.
El amor nos enloquece más rápido que el arte.
Los viajes nos dejan transparentes, los amigos pueden
traspasarnos con el dedo.
Vivir siempre en el barrio nos asegura un error duradero.
El trabajo aniquila nuestra voluntad.
La pareja aniquila el deseo y engendra
poderosas frustraciones.
Sólo podemos desplazarnos libremente
de derrrota en derrota, real movimiento:
luz de una antigua estrella.