Poetas

Poesía de Argentina

Poemas de Daniel Muxica

Daniel Muxica nació en Buenos Aires en 1950. Es un poeta, traductor y editor. Estudió en la Universidad de Buenos Aires y en la Universidad de Texas en Austin.

Muxica ha publicado varios libros de poesía, incluyendo «Las maravillas del doctor Tulp» (1988), «Siete textos premortales» (1991), «Pentesilea, la vírgula y algunos otros poemas» (1997), «Bailarina privada» (2000), «La conversación» (2005), «Nihil Obstat, múxica en méxico» (2005), «El vientre convexo» (2005) y «El arcano / el arca no» (2007). Sus poemas han sido traducidos al inglés, alemán, francés, italiano y turco.

Muxica también ha traducido obras de poetas como William Shakespeare, John Donne y Paul Celan. Es editor de la revista literaria «(objeto) Los rollos del mal muerto».

Muxica es un poeta versátil que ha explorado una variedad de temas en su obra. Sus poemas a menudo son lúdicos y humorísticos, pero también pueden ser serios y reflexivos. Muxica es un poeta talentoso que ha hecho una importante contribución a la literatura argentina.

PUEBLO DESNUDO

a Julio Troxler
a Jorge Dipasquale

El pueblo teme hablar del pueblo
como si conociera esa primavera desde antes.
Es tan antiguo de anterior
que no está parido por madre sino por abuela
de sopas a discreción y otras desleídas
maneras de amamantar las bocas del mañana.

Las fábulas son el mérito de su pasado
comadres agitan el mediodía
llamando a comer cenar en nombre
de los que no han nacido.
Engendrar carne y huesos
sabiendo que el tiempo salta sobre el tiempo.

El pueblo usa mortajas duras
y no hace hijos sino testigos diferentes
de su propio alimento
primitivas cebollas gigantes de tanto llorar
su dolor acá.

Del buen amor

A mi querido Arcipreste.

¿Acaso no entré por tu vagina de tutelares labios
a esta historia de templos y seculares movimientos
arriba abajo y los costados… ? Es la fábula
de cierta promesa la que arrastra mi torpe caballo de madera
hasta tus rojas puertas, la troya; mi heroico rocín
jamelgo de ridículo penacho, cosquilleando el viejo sentido
del afuera hacia adentro,
sacudiendo ese antiguo miedo fálico a la sabiduría.
Y me dices que lo hago bien. Hubo
una mística panadería en Betsaida para seguidores hambrientos,
merendaron a rabiar, se saciaron a la intemperie
con harinas eficaces y comibles y otros ingredientes sanos;
y sea fue
tu horno carnoso dispuesta a la vulva del milagro
donde mi Cristo de arrebatados panes, a secas calentadas masculinas
cocinó para todas las épocas. Y me pides
que te apriete más. Todo eso
después del primer diluvio menstrual, del primer despojo crudo;
abierto fragor de una era ya perdida, florecida y secreta
en que tu cráter se permitía las erupciones más inseguras
y más violentas. Y me pides
que te bese superiores inferiores labios buceando corales. Que
sea bueno. De mucho o de poco ha servido
el maloqueo de mi lanza para herir, vencer el cerco estrecho,
el orificio oracular de tu alzado vientre; pese
al estaqueo y las piernas abiertas también el infiel obstinado
ablanda sus armas. Y me pides que siga, que sea tierno.
Has compartido
el lecho con todo el zodíaco, Oriente hemisferio Occidente
en tu pecho y magos y apóstoles o infelices animales de corazonada.
Clavo erecto, seguramente a todos concediste
esa tumba templada donde descansarían durante tres días;
todos en el hueco suspensivo en que la vida y la muerte
son una promesa gemela.
Y me pides a los gritos que apure mis entradas salidas sufra goce
llore ría contigo apure por favor y amor de Dios y acabe y termine
con tanta historia…

Me pides
más o menos dolor como si me fueras a parir.

El huésped

Alguien ha estado en este lugar antes que yo.
Sumo los cuerpos,
admito el otro ojo y el primer paso.
Alguien llegó antes.
Alguien come y habita la mano que me decide.

Tzvi Migdall

«syempre está la luxuria adoquier que tu seas:
adulterio y fornicio todavía deseas»
.
Arcipreste de Hita.

I

Todas las vírgenes polacas se desbarrancan sin gorro frigio
judías magdalenas agredidas desconsagrada carne
cópula copada doliente paradero del endiablo a cintura
alguien toma se encamina hacia la puerta gruñendo
lava larvas muertas ¡que duro negocio Betty ! ¡qué nene negó !
esta media hora de tráfico semental minutos gritos gemidos
mentidos idos sin vengo por favor
indelicadeza amarga saboreada sin goce a goznes abiertos
amuecado virgo escuchan huelen detrás de la puerta resquicio
desquicio espían lo que se cuadrupea en cuartos lacia lluvia lasciva
hay mancha hay tacha hay todavía.

II

Todavía. Todo había. ¿Juan ?, ¿estás ahí ?. Ahí dentro
mío, digo: ¡ay !. Dolor de haber. Aún no sé
cuantos entraron salieron flojos este ruido de flejes
y me comes en mi cama a repetidos sobornos
cavidad habida sabida llenada por tu apremio: inundación.
Ahogos. Ahí dentro tengo un altar. Tengo un adentro.
Me entraste, me estás saliendo, ¡salí saliva !, me escupís,
te escurro entre mis piernas. Te pago tu paga. Oblame,
doblame, clavame. Ahí está la clave. Ahí, ¡ay !.

III

Espejo labio rima rimmel sombra
es posible que ese jadeo judío Cristo me deseara más que a otra mujer.

SIN MUERTE

La muerte se me ha escapado
del cuerpo sigilosamente.

Me dejó tan solo,
que es imposible mirar al cielo
sin ninguna creencia.

Peligroso es el abandono,
peligroso es ser extranjero
cuando el que se va es el otro.