Poetas

Poesía de Argentina

Poemas de David Wapner

David Wapner, el renombrado poeta, narrador y músico argentino, ha dejado una huella imborrable en la literatura y la cultura infantil y juvenil. Nacido el 28 de diciembre de 1957 en el emblemático barrio de La Paternal, en la Ciudad de Buenos Aires, Wapner ha vivido una vida repleta de diversidad y creatividad. Desde sus inicios, ha demostrado una versatilidad excepcional al explorar diversas disciplinas artísticas, desde la medicina hasta la musicoterapia y el profesorado en historia. Estas experiencias enriquecedoras han contribuido a su singular perspectiva artística, que se refleja en su obra literaria y musical.

La carrera de David Wapner despegó de manera brillante con la formación de la banda Gutural en 1982. Durante su existencia, esta banda atrajo la atención de aficionados a la música experimental y desafiante. Sin embargo, la música fue solo una faceta de su creatividad en constante evolución. En 1987, publicó su primer libro de poemas, «Bulu-Bulu«, bajo el sello de Libros de Tierra Firme, marcando así el inicio de una carrera literaria que cautivaría a lectores de todas las edades.

En 1989, Wapner sorprendió al mundo literario con su primer libro de cuentos para niños, «El otro Gardel«, publicado por la editorial Libros del Quirquincho. Esta incursión en la literatura infantil y juvenil allanó el camino para una serie de obras que se convertirían en clásicos contemporáneos en el género. Su capacidad para tejer historias cautivadoras que entretienen y educan a jóvenes lectores lo ha convertido en un referente indiscutible en la literatura infantil de Argentina y más allá.

David Wapner no solo se ha destacado como autor sino también como un prolífico editor y promotor de la literatura para niños y jóvenes. Durante el período de 1995 a 2006, dirigió la hoja literaria «Extremaficción«, que luego se transformó en «Correo Extremaficción«, un e-zine que contribuyó a fomentar la escritura y la apreciación literaria entre los jóvenes.

En un giro sorprendente, en 1998, David Wapner emigró a Israel junto con su esposa, la talentosa artista visual Ana Camusso. La pareja no solo comparte su vida personal sino que también colabora en obras multimedia, cortometrajes de animación y libros. Su visión artística conjunta ha dado lugar a una fusión única de palabras e imágenes que cautivan a lectores y espectadores de todas las edades.

El compromiso y la originalidad de David Wapner con la literatura para niños lo han llevado a recibir múltiples reconocimientos y premios a lo largo de su carrera. Sus libros han sido galardonados en seis ocasiones con el prestigioso premio «Destacados de ALIJA» (IBBY de Argentina), lo que destaca su influencia y relevancia en el mundo de la literatura infantil y juvenil. Además, su trabajo ha sido reconocido con el premio «Los mejores», otorgado por el Banco del libro de Venezuela (IBBY de Venezuela), confirmando su impacto a nivel internacional.

En resumen, David Wapner es un autor multifacético cuya obra desafía los límites de la poesía y la narrativa en el ámbito de la literatura infantil y juvenil en Argentina. Su capacidad para explorar territorios literarios experimentales es un testimonio de su singularidad como creador, y cada una de sus obras ofrece a los jóvenes lectores una experiencia única y enriquecedora. Su contribución a la literatura infantil trasciende fronteras y continúa inspirando a generaciones de lectores jóvenes y a aquellos que aprecian la literatura de calidad.

Ojos

Te pregunto:

si te miro
a través del vidrio
de la ventana
de tu casa
que da a la calle
más populosa de la ciudad
y otros cien
de los miles
que transitan día y noche
por tu vereda
se detienen también
a mirarte
y yo
mezclado entre todos
a pesar de que me estrujan
persisto allí,
¿podrás distinguirme?

Te respondo:

Claro que sí,
por supuesto;
en tal situación
tu rostro denotaría
el típico gesto
de globo que va a estallar
y tus ojos,
empecinados en mirarme,
bailarían la danza
del huevo desbocado

Respondo a tu respuesta:

Cruel qué cruel
eres cruel
con el hombre que te ama
y no consigue
no
consigue llegar a tí
por culpa de esa vereda
atravesada por gente
tanta gente me impide acercar
a tu ventana
ventana que siempre cierras
qué cerrada está
a mis manos
a mis ruegos
a mis ojos
a este corazón
que late
apretujado
por el gentío
¡Si has de herirme no respondas!

Respondo no obstante:

Qué sensible eres,
mi inocente broma
consideraste como afrenta;
no se si quererte por esto
o tomarte por un tonto.
Y ahora que
caigo en la cuenta y pienso,
¿quién eres tú?
¿cuál es tu nombre?
¿de dónde has venido?
No te conozco,
¿por qué me galanteas?
¿por quién me tomas?
¿te simpatizo?
¿por qué,
si no me conoces?

Respondo y me enfado:

Pero, Mimí,
¿no te acuerdas
de aquél día de febrero
en la calle Chacabuco
con un sol que rajaba,
y tú,
que subías a un taxi,
y yo,
que bajaba del mismo
y te miré
y me miraste
y te dije «hola»
y tú
«adios»

Te respondo sin demora:

Te equivocas, Alfonso,
yo aquel día
no salí de mi casa
me quedé leyendo cartas
de un antiguo novio
y otras
de un novio más reciente
¡Ese día, imposible!
¿No podría ser
la semana que viene?

Respondo y me entusiasmo:

¡Claro que podría!
Quedemos para el lunes
a las cinco de la tarde
¿No te parece?

Respondo y concluyo:

Sí. sí y acepto,
Alfonso, mi amor,
hasta la vista.

Concluyo yo también:

Hasta la vista,
Mimí, Mimí,
Mimí.

Canción decidida

Todos los días
apenas salga el sol
saldré a la calle
a gritarle al mundo
que soy feliz
que la vida es bella
y que en su homenaje
me pondré a bailar.

Aunque creo más prudente
dejar pasar unas horas:
saldré a las diez de la mañana
cuando todo el mundo está despierto
y va de un lado a otro
por aquella calle
a la cual saldré
y gritaré al mundo
que soy feliz
que la vida es bella
y que en su homenaje
me pondré a bailar.

Quizás convenga más
salir después del almuerzo
cuando la gente tiene
sus barrigas llenas
y está más predispuesta
a oírme gritar
que soy feliz
que la vida es bella
y que en su homenaje
me pondré a bailar.

En realidad esperaré hasta la tarde
cuando el sol está más bajo
y no afecta la digestión
de las multitudes
que pasean por la calle
en la cual estaré yo
diciendo con todo mi pecho
que soy feliz
que la vida es bella
y que en su homenaje
me pondré a bailar.

Ni de día ni de tarde:
no hay nada mejor que la noche
para salir a la calle
y susurrarle
a cada peatón
mientras regresa de su trabajo
y piensa en una rica cena
que soy feliz
que la vida es bella
y que en su homenaje
me pondré a bailar.

Pero yo optaré por la madrugada
cuando no hay un alma en la calle,
todo el mundo duerme:
yo también duermo,
así que
mejor me quedo en la cama
y sueño
que soy feliz
que la vida es bella
y que en su homenaje
me pondré a bailar.

Campo

Volviendo al campo
no entiendo a dónde empieza y en dónde termina:

El campo es el resultado de la muerte de una alfombra:
la alfombra de la especie más grande ha muerto y se pudrió.

Todos los bichos del mundo nacen de esa muerte
y de la alfombra no queda más que la idea que se tiene de ella:
que es el campo, que la alfombra es el campo,

y el campo, ya lo dijimos,
el campo está muerto.

Pobre vector.
Pobre línea del campo
que no flota, ni pisa, ni excava:

¡Pobre vector del campo,
pobre sombra que se quema,
porque el sol es malo y no perdona!

Pobre rayo que cae de arriba,
pobre abajo,
¡el vector del campo!

Campo, hijo,
campo verde como una botella,
verde de esa raza de animal extinto
que se llamaba campo,
y quedó así, cortado de cuajo,
culo abierto al cielo,
a la buena de Dios.