Poetas

Poesía de Cuba

Poemas de Eliseo Diego

Eliseo Diego. (1920 – 1994). Poeta, escritor y ensayista. Nace el 2 de julio en la ciudad de La Habana, siendo muy niño viaja con la familia por Francia y Suiza, experiencia que siempre consideró determinante en su formación poética.

Sin alcanzar apenas la primera década de vida, escribe sus primeros cuentos infantiles. Fue uno de los fundadores de la Revista Orígenes, junto a Cintio Vitier, Fina García Marruz, Octavio Smith, Agustín Pi, Julián Orbón, Gastón Baquero, Angel Gaztelu y Virgilio Piñera, entre otros.

Estudia Pedagogía e imparte clases de Literatura Inglesa y Norteamericana en cursos especiales realizados en la Casa de las Américas. Ocupó el cargo de responsable del Departamento de Literatura y Narraciones Infantiles de la Biblioteca Nacional José Martí hasta 1970.

Realizó traducciones y versiones de las más importantes figuras de la literatura infantil en el mundo y fue redactor de la Revista Unión de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba (UNEAC), donde además realizó labores como miembro de la comisión de publicaciones.

En 1966 publica El oscuro esplendor, libro que consideró, uno de sus preferidos. En 1986 Eliseo Diego obtiene el Premio Nacional de Literatura por el conjunto de su obra. Recibiendo en 1988 y1989, sucesivamente el Premio de la Crítica. En 1992 la Universidad del Valle en Cali, Colombia, le otorga el Doctorado Honoris Causa. En 1993 recibe la Distinción Gaspar Melchor de Jovellanos que otorga la Federación de Asociaciones Asturianas de Cuba y el importante Premio Internacional de Literatura Latinoamericana y del Caribe Juan Rulfo.

Fallece el 1ro de marzo de 1994, mientras se encontraba en México y sus restos son trasladados a Cuba, donde fue sepultado.

Obras:

En las oscuras manos del olvido (cuentos), 1942. /Divertimentos (cuentos), 1946. /En la Calzada de Jesús del Monte (poesía), 1949. /Por los extraños pueblos (poesía), 1958. /El oscuro esplendor (poesía), 1966. /Muestrario del mundo o Libro de las maravillas de Boloña (poesía), 1967. /Versiones (prosa poética), 1970. /Noticias de la Quimera (cuentos), 1975. /Los días de tu vida (poesía), 1977. /A través de mi espejo poesía), 1981. /Inventario de asombros (poesía), 1982. /Veintiséis poemas recientes (poesía), 1986. / Soñar despierto (poesía), 1988. /Libro de quizás y de quién sabe (ensayos breves y prosa poética), 1989. /Cuatro de Oros (poesía), 1990. /Conversación con los difuntos (traducciones), 1991. /En otro reino frágil (poesía), 1999. /Aquí he vivido (poesía), 2000. /Poemas al margen (poesía), 2000.

Elegía con un poco de amargura

Ésta es otra elegía, pero
dedicada a un hombre desagradable,
vecino mío, que nunca
quiso saludarme.
No sé, por tanto, cómo se llamaba.

Cara de limón, cara de perro malo,
jamás se rebajó a mirarme
siquiera. Vivíamos
los dos en la misma calle.

Un día tras otro nos desencontrábamos.
Primero por la mañana, y luego
por la tarde.

Se murió, y,
naturalmente,
dejó de no saludarme.

Ayer lo vi venir tan él como de costumbre
y me alegró que todo fuese igual que antes.

Pero no era ni por la tarde ni por la mañana,
y en cuanto a él, tampoco era él,
como adrede.

El oscuro esplendor

Juega el niño con unas pocas piedras inocentes
en el cantero gastado y roto
como paño de vieja.

Yo pregunto:
qué irremediable catástrofe separa
sus manos de mi frente de arena,
su boca de mis ojos impasibles.

Y suplico
al menudo señor que sabe conmover
la tranquila tristeza de las flores, la sagrada
costumbre de los árboles dormidos.

Sin quererlo
el niño distraídamente solitario empuja
la domada furia de las cosas, olvidando
el oscuro esplendor que me ciega y él desdeña.

Fracaso

El piano al mediodía, solo,
de álamo en álamo la música,
de resol en penumbra,
no se levanta, no remonta,
se cae del ala, pía, la música,
vuelve otra vez, anhela,
sube, sube, de pronto
la dicha cruza en una ráfaga,
tropieza con la luz,
no puede,
tiembla, quisiera
ser, la música.

Arqueología

Dirán entonces: aquí estuvo
la sala, y más allá,
donde encontramos los fragmentos
de levísimo barro, el sitio
del calor y la dicha.
Luego

vendrá una pausa, mientras
el viento alisa los hierbajos
inconsolables; pero
ni un soplo habrá que les evoque
la risa, el buenas tardes,
el adiós.

Esta mujer

Esta mujer que reclinada
junto a la borda inmóvil de su casa
soporta con las manos arrugadas
el peso dócil de su tedio,
sólo escuchando el tiempo que le pasa
sin gracia ni remedio.
Esta mujer, desde la borda
blanca de su balcón, que el patio encierra,
mira correr, ansiosa y sorda,
la estela irrestrañable de la tierra.

En la cocina

Enrosca el gato su delicia
de sí sobre sí mismo, duerme
de su principio a fin, secreto.
En tanto

esboza la penumbra disidencias
de cazuelas y potes, resistentes
al imperio del sueño.
Cae el mundo

por el filo del agua, gruñe
para sí el fuego, pero el gato
lo ignora:
permanece

sencillamente, inmune
a memoria y olvido, a salvo
en la delicia de su ser
-perfecto.

Muchacha de la Madona

Hiere el perfil de la Madona
su delicada perfección lastima
los ojos insaciables; ella
no tiene culpa: es ella, la muchacha,
la que borda la luz, la que sonríe
junto al pozo del año, frágil,
menuda hija del vecino
de siempre, sólo ella; pero,
ligeramente vuelta, ladeada
no más un poco hacia la gloria,
el otro
le roza el pelo, se le aparta
si ella lo mira, se hace música
para el dibujo de las manos: hiere
su transparencia, su piedad lastima.