Poetas

Poesía de México

Poemas de Emiliano González

Emiliano González Campos (Ciudad de México, 25 de marzo de 1955) es un escritor y poeta mexicano considerado uno de los escritores esenciales de literatura fantástica en México. Fue ganador del Premio Xavier Villaurrutia en 1978 por el cuento Los sueños de la Bella Durmiente, en ese entonces contaba con veintitrés años y se convirtió en el escritor más joven en obtener el premio.

González Campos nació el 25 de marzo de 1955 en la Ciudad de México,​ hijo del matrimonio formado por Enrique González Pedrero, político, escritor e intelectual mexicano, y Julieta Campos, escritora y académica cubana, ganadora del Premio Xavier Villaurrutia en 1974. Estudió la licenciatura en Lengua y Literatura Hispánica en la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Nacional Autónoma de México.

González compiló y editó la obra que conforma Miedo en castellano: 28 relatos de lo macabro y lo fantástico en 1973, cuando apenas contaba con dieciocho años.3​ Recibió la beca del Centro Mexicano de Escritores (CEM) en 1975 y la beca del Instituto Nacional de Bellas Artes (INBA) y el Fondo Nacional para Actividades Sociales (Fonapas) en 1978. Mientras era becario del CEM llevó a cabo la creación de Los sueños de la Bella Durmiente, publicada por la editorial Joaquín Mortiz en 1978, que lo convirtió en ganador del Premio Xavier Villaurrutia.

Ha colaborado con textos y artículos en diferentes medios impresos nacionales como: «El Gallo Ilustrado» —suplemento de El Día—, El Heraldo de México, Fin de Semana y Punto de Partida.1​ Es considerado uno de los escritores esenciales de literatura fantástica en México y aunque el género no goza de mucha popularidad en el país, para los conocedores González es un «autor de culto».

MINIATURAS PARA DEFINIR A BORGES

1

Espejo y laberinto: dos emblemas.
Las arduas bibliotecas del insomnio.
Jardines y penumbras. El demonio.
Relojes y monedas y teoremas.

2

Las voces insistentes del pasado.
Los ojos que no ven. La madre muerta.
Ociosas galerías y la puerta
sin llave, cerradura ni candado.

3

Heráclito bañándose en el río.
Verlaine y Ornar en una misma fosa.
Los ídolos de piedra y (rara cosa)
los pájaros azules del estío.
4

Fantasmas londinenses. Detectives.
Piratas y mendigos. El desierto
de Texas y de Arabia. Los que han muerto
en Maelstroms y en fantásticos declives.

5

El rayo y la tormenta de Alemania.
Los hombres en la luna. Las batallas
de hermano contra hermano. Las medallas
de Islandia, de Junín y de Britania.

6

Los libros que el incendio no consume:
Coranes y la Biblia… iluminados
por una tribu de ángeles. Los prados
que Buda cultivó en Igurazume.

7

Lemuria bajo un trópico de monos.
Imperios devorados por la selva.
Los cóndores infaustos. Madreselva
que asciende por abominables conos.

8

Tugurios del Islam, pestilenciales.
Horrores circulares. Las guitarras
del gaucho pensativo. Cimitarras
que siegan las gargantas imperiales.

9

Simbad y Gulliver, el Argonauta,
Ulises, Marco Polo: esos viajeros
ilustres y sus mapas embusteros
(y Wells, decimonónico astronauta).

10

El granulo de arena y el momento
del místico: lo eterno y lo infinito.
Lo escrito por los hombres y lo escrito
por Dios con agua y fuego y tierra y viento.

ON READING ARTHUR MACHEN

penumbra verde y luego
llamándome en silencio
las ninfas del estanque

H. P. Lovecraft

Hay hombres que hablan solos son su sombra
Y clavan en la luna de jacinto
Dones de clara luz, color extinto,
Mas este nada sino espantos nombra.
Dudosa de su curso va la alfombra
Poblando de arabescos el recinto.
No hay nadie. Estoy aquí. No soy distinto
Al rey que hace prodigios y se asombra.
Del triste Marte en clámides de amonio
El Morador Fatal envió su frío
Mandato, que es un ángel o un demonio.
Una cosa perdí, sin ser su dueño:
Fantasma acaso, palidez de estío
Disuelta en el aroma de mi sueño.