Poetas

Poesía de Chile

Poemas de Fernando Lamberg

Fernando Lamberg fue un reconocido escritor y profesor chileno-venezolano que se destacó en diversos géneros literarios, como poesía, cuento, teatro, novela y ensayo. Lamberg fue miembro del Partido Comunista de Chile y ocupó diversos cargos dirigentes en instituciones culturales chilenas. Tras el golpe de Estado de 1973 en Chile, se exilió en Venezuela, donde continuó su labor docente y militancia política. Su obra literaria fue galardonada con varios premios importantes, incluyendo el de Casa de las Américas. Falleció en 2011 de cáncer de próstata. Monseñor Fidel Araneda Bravo y el poeta Alejandro Lavquén destacan la claridad y profundidad de la poesía de Lamberg.

El antiterrorista

Debemos combatir el terrorismo.
Pero para eso hay que sembrar el miedo.
Nada mejor que decir que existe el demonio
y sus partidarios irán al infierno.
Para combatir la violencia
usaremos la violencia.
Lanzaremos bombas de racimo
que envían sus fragmentos a todas partes
y cuando ni una partícula de vida exista
habremos terminado con los terroristas.

Camellos y bombardeos

En camellos la nafta se transportó a Bagdad,
no para encender la lámpara de Aladino
sino para prender cualquier otra lámpara.
No sabían los camellos
que siglos después serían reemplazados por motores
sedientos de petróleo
y en lugar de brillar las lámparas
arderían poblaciones destruidas por la codicia
Mientras los motores consumían petróleo
Supuestamente en nombre de la justicia.

Poema en blanco y negro

Un error de muchos años sigue siendo un error.
Llamar blanca a la inocencia y negra a la perfidia
Sigue una tradición pero no una verdad.
El blanco puede ser señal de la traición
Y el negro ser la huella de la lealtad.
Una simbología obsoleta va par malos caminos.
En el ajedrez la dama negra sobre la casilla negra
Puede darte la victoria
Y la dama blanca sobre la casilla blanca
Hundirte en la derrota.
Negro es el color de un científico ante el microscopio
Y blanco el color de un asesino con una metralleta.
Negro es el carbón que mueve las máquinas
Y blanca la nieve que las paraliza.
Negra es la sartén familiar
Y blanca la mesa sin sopa y sin pan.
Negro es el color de la letra que enseña
Y blanca la página que no tiene letras.
Blanco es el fósforo que quema a los niños
Y negra la noche que los protege.
Negro es el vestido de las viudas heroicas
Y blancos los colmillos del lobo carnicero.
Durante el siglo XX
Y a comienzos del siglo XXI
Una Casa Blanca en el norte de América
Representa el símbolo de la mayor infamia.
Por eso propongo
Que con un puño de poderoso amor
Derribemos ese castillo de la perfidia
Y en su lugar levantemos la Casa Negra de la hermandad,
La Casa Negra de la paz, la Casa Negra de la alegría.

Otra carta a Don Quijote

Quijote quijotesco y cervantino;
cambiar el mundo son palabras mayores.
No bastan la espada, la adarga, la lanza y la profunda voluntad.
No bastan Rocinante humilde, Sancho fiel y el maltratado rucio.

Pero, mi señor Don Quijote, sal otra vez a los caminos
porque hace tiempo los molinos se convirtieron en gigantes.
Peor aún, mi señor, los malvados aseguran que ellos son los caballeros
y afirman que defienden la paz y la justicia.

Acusan de terroristas a los hambrientos
y con armas que tu no hallaste en tus libros
matan ancianos, mujeres y niños en nombre de la igualdad,
incendian las aldeas diciendo que rechazan la violencia.

Naciste en otros tiempos, mi señor don Quijote,
y debes volver a nacer en estos tiempos.
Ahora el pueblo no cree en los reyes ni en las falsas noblezas.
El pueblo sabe que ahora es él el soberano.

Antaño los duques se burlaron de tu heroísmo
y los villanos golperon a Sancho.
Hoy los pueblos comprenden que solamente unidos
aplastarán la codicia, destruirán la ambición.

Caballero de Los Leones, derriba los muros del mal,
destroza las malditas puertas del imperio
porque tras de ti y junto a ti va el pueblo.

Y recuerda, mi buen señor, que es difícil cambiar el mundo
con sus brillantes logros y sus siniestros yerros
porque las que te aguardan en los castillos siguen siendo doncellas
y los que te ladraban en los caminos siguen siendo perros.

Satanás

Quien se oponga a nuestros planes es Satanás.
Lo reconocemos por el tridente,
por los cuernos de la frente
y porque después de entrenarlo
y sentarlo a la derecha
se convirtió en nuestro enemigo de repente.

La hoja blanca

Una hoja blanca brilla bajo la luz de la lámpara.
Brilla como la nieve o como la luna.
Espero a una mujer y quiero entregarle un poema.
Un poema que logre borrar la ofensa.
Sin querer dije algunas palabras absurdas.
Y esas palabras la hirieron.
Ojalá olvide y regrese.
Sea como sea, creo que volveremos a encontrarnos.
Contemplo la hoja mientras intento
escribir con tiza blanca sobre una pizarra blanca
o trazar unas letras sobre el ala de un ave
o grabar una línea en una nube.
Pasa el tiempo. Sopla el viento en la ventana.
sobre la hoja cae una sombra.
Ya sé. Ella está de pie junto a la lámpara.
Comprendo que volvió sin rencor.
En su rostro adivino una sonrisa.
Olvidó o perdonó la ofensa.
Y la sombra de ella sobre la hoja blanca es el mejor poema.