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Poesía de Italia

Poemas de Francesca Gargallo

Francesca Gargallo. Poeta y narradora. Radica en México desde 1979. Estudió Filosofía en la Universitá degli Studi di Roma; obtuvo el doctorado en Estudios Latinoamericanos en la ffyl de la unam. Colaboradora de El Búho, Excélsior, fem, Pace e Guerra, Página Uno, Plural, Progreso Italoamericano, Revista de Historia de la Historiografía Moderna, y Revista Latinoamérica. Premio Bellas Artes para Crítica de Artes Plásticas Luis Cardoza y Aragón en 2010.

HAY UN POEMA

La fresca roja fuerza
de la bugambilia verde y espinosa aún.
La planté
sin tener
tu dura presencia
ni imaginar
el transcurrir
de las hojas
en difícil y constante compañía.

Exagera ahora las distancias
porque todo lo despierta
amar
desaforadamente
sin mitologías
confundiendo
intercambiando
hasta el sexo.

Amo mis trenzas
y tus dientes pequeños.
Hay entre nosotros
una sonrisa que dice
ven
para engendrar una raza de locos
gozar
solos
del ajetreo de nuestras voces.
Al florecer me hunde
en el vacío de tu pecho
la plenitud de tu mente
me hunde
—hembra desprendida—
en el llamado de tu mano en la cocina.

Hay entre nosotros
desayunos veraniegos
tardes de estudio
siembras.
Silencios que prometen adioses
pétalos carmesí
que caen del árbol sembrado
en un mar de lodo
y esperanza abortada.

Todo es un decir.
Hay un poema en el mundo
que no calla e invade
nuestro jardín de bugambilia.

SEPARACIÓN EN CUATRO TIEMPOS

La luz del alba nació de una hora de fragor.

Dicen que nos llamó de las colinas
de los naranjos blancos y olorosos, de las tumbas
abiertas de tierra removida.

La cama abandonada
retuvo abrazos y semen.
La ventana se hizo cuerpo
en un relámpago azul.

No hay nostalgia humana
en el sentir que duele:
la sábana llora
nuestros proyectos suspendidos.

UNA REPORTERA LE DIJO

La joven actriz
mostró su capacidad erótica.
El sonidista la congratuló
y el camarógrafo
su peinadora
el maquillador el arquitecto y la costurera.
Una reportera
le dijo: mijita usted sabe que
la pasión dura seis días
es violenta feroz e hiriente
tocar el cielo con un dedo y beber la nieve.

Cuando amé sentí mío su pene
y suya mi vagina. Mis pechos
se suspendían en el aire como dardos lanzados
sentí mi vientre convertirse en un hoyo negro
en que se pierde el sentido
mis piernas capaces de atravesar el mar
mi piel no ser más que el contorno que es
pero fuerte
trazado a tinta china.
Sentía su presencia en la boca mi cuello
los pezones el ombligo
la raya de pelo que baja hasta el clítoris.
Grité y callé al amar
sonreí gemí
me reí a carcajadas
hablé canté susurré
abrí mis piernas
las cerré
lo monté me montó
rodamos besando la inmensidad infinita
de nuestros cuerpos.

El camarógrafo calló
como la joven actriz.

CUERPOS

Pequeños cajones abiertos:
pechos adolescentes.
Redes de pescar ya lanzadas
pájaros atrapados y collares.

AÚN QUIÉN TIENE CAZUELA Y CARNE

Quien dijo
la luna es en la noche un cuchillo plateado
no tenía frío. Seguramente.
Para María
es la angustia de la noche que pasa
con la despensa vacía
Para Manuel una inútil cobija
doblada y lejana
Y para mí que no debería joder
ni darme el lujo de criticar
para mí que tengo leña en la chimenea
carne en la cazuela
y un vaso de ron en la mano
para mí es tu insoportable
ausencia.

CARTA AL AMIGO

Sabes que para mí el amor es mucha cosa.
Afuera el frío anda su camino
hay viejos que mueren en la misma soledad
de un niño que nace y te escribo
desde el tren para Veracruz donde hay chicos
que duermen en el piso acariciando una gallina.

El tren que va al mar no ríe como los tuyos Edoardo
está lleno de polvo y tristeza.
Para Claudia es un texto de película.
Mas el niño que miro tiene los ojos del
niño que deseo. Pego mi nariz junto a la ventanilla
y de mi ventana sigo viendo al tren que
me lleva al mar.
No hay vino en casa. Ni tequila. Ni dinero.

Mañana Edoardo partirá mi amante
y te escribo porque conociste mi amor y
guardarás el secreto. Así pierdo el hijo
que vislumbré en el tren.

Tú saldrás a recogerme
cuando caiga o titubee.
Escribo para llevarte conmigo
en el invierno que cae a gotas.

No tengo dinero
para tomar seis litros de tequila
y eres el único amigo que me queda.

OTRA VEZ EN CAMINO

La noche se hace cobija
la angustia deseo.
El zumbido del motor y
el miedo
muerden los frenos.
Sólo el camino tiene veloz
la posibilidad
de llegar.