Poetas

Poesía de España

Poemas de George Santayana

George Santayana (Madrid, 16 de diciembre de 1863 – Roma, 26 de septiembre de 1952), fue un filósofo, ensayista, poeta y novelista español.

CABO COD

La baja y arenosa playa, el matorral y el pino,
la bahía y la larga línea del cielo, –
¡Oh, qué lejos estoy de casa!

La sal, olor a sal del aire espeso del mar,
y las piedras redondas que desgastan las mareas, –
¿Cuándo vendrá el buen barco?

Los míseros tocones, quemados y negruzcos,
y la blanda rodera del giro de una carreta, –
¿Por qué es el mundo tan viejo?

El rumor de la ola y el cielo, ancho y gris,
donde vuelan los grajos y la lenta gaviota, –
¿Dónde están los muertos incontables?

Los sauces inclinados junto a la ciénaga,
el gran casco varado y el tronco flotando
¡Con la vida comenzó el dolor!

Y entre los oscuros pinos y la orilla plana, –
¡Oh, el viento, y el viento, para siempre!
¿Qué será del hombre?

EL TESTAMENTO DEL POETA

Le devuelvo a la tierra lo que la tierra me dio,
todo va para el surco, nada para la tumba.
Se ha consumido el pábilo y la vela del espíritu;
la vista no podrá ir adonde fue la visión.

Sólo dejo el sonido de muchas palabras
oídas al azar con ecos burlones.
Canté al cielo. El exilio me hizo libre,
llevándome de mundo en mundo, desde todos los mundos.

Librado por las furias y los amables hados,
pisé los firmes claustros de la mente.
Todo tiempo, mi presente, todo espacio, mi lugar,
ni miedo ni esperanza ni envidia vio mi rostro.

ESTATUA ECUESTRE

Permanece el trote aquí,
Entre su arranque y mi mano.
Bien ceñida queda así
Su intención de ser lejano.
Porque voy en un corcel
A la maravilla fiel:
Inmóvil con todo brío.
¡Y a fuerza de cuánta calma
Tengo en bronce toda el alma,
Clara en el cielo del frío!

SONETO L

A la memoria de Jorge Ruiz de Santayana.

Aunque muerte absoluta se trague mi esperanza
Y con polvo sofoque la boca a mi deseo,
Aunque ninguna aurora despunte y ningún coro
Entone GLORIA DEO cuando el cielo se abre

Tengo una luz de amor, no voy perdido a tientas,
Del todo ya perdido, sin un fuego por dentro.
La llama que animó todo el espacio humano
Cubre a saltos mi pecho, se encara con la muerte.

¿No posee la noche de la tierra sus flores?
¿Mi aflicción no posee contigo la alegría?
¿No será suficiente para mí el gran consuelo

De estas horas que así, por ti perfectas, cantan?
No son malos entonces los ocultos poderes,
Que basta un solo amor para una eternidad.