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Poesía de Chile

Poemas de Gonzalo Osses Vilches

Gonzalo Osses Vilches (Santiago, Región Metropolitana de Santiago, 30 de junio de 1977) es un escritor, cuentista y poeta chileno.

DE LA INMORTALIDAD DEL CANGREJO

Me encontré de repente, casi sin darme cuenta
por el viejo y nunca terminado camino de los recuerdos.
Recuerdos que alguna vez fueron pasos en mis zapatos;
ilusiones en mi alma, lágrimas en mis ojos.
Recuerdos que son sonrisas de niño,
esas mismas que uno siempre extraña por lo cristalinas
y por la inexplicable tibieza que las engendró,
quién sabe a través de qué misteriosos detalles.

Y cuando recordé me reencontré con tu imagen.
Noté la caricia de tu presencia en el aire,
el aroma siempre joven de tus días y sonreí,
deseé hablarte a través de este manto de distancias,
o acariciarte de manera sencilla; casi tímida.

Porque de todos los hombres que he amado, has sido el más perfecto.
Porque a veces las palabras se muestran impotentes o mudas
ante el empuje de nuestra difusa humanidad.
Y ¿sabes? … porque además es tu día, papá,
el día de los viejos macanudos con sabor a padres.

Sí , ya sé.
Sé que estamos lejos, ¡pero si es lo mismo!
¿No entiendes? Lo mismo…
porque siempre te veo majestuoso como el amanecer
que nos despierta orgulloso de poder ofrecernos su sol.
Y le digo, y te digo ¡Buen día!,
pero también digo, ¡viejo, te quiero!

¿Ves?, ya iniciamos nuevamente el diálogo.
Tírame un salvavidas (por favor) … y después ¡rememos juntos!
agarra tu guitarra y cantemos: inventa una melodía, yo pongo la letra.

Tú y yo pateando a dúo la distancia caprichosa de dos ciudades distintas.
Tómate un trago, viejo. La distancia… ¡La distancia es una mentira!
y hablemos de lo que sea, de ti, de mí, del clima…
mejor aún, ¡hablemos de la inmortalidad del Cangrejo!
Total… La locura, esta noche, corre por mi cuenta.

EPILOGO

No me mires, con tus verdes ojos gastados,
no me llames, con tu boca suave y quebrada,
no me extiendas tus tibias manos amantes,
ni menos, camines en puntillas por mi mente.

Porque entonces –si haces eso– sé que no soy dios,
me siento débil, enfermo, pequeño,
y me escondo en mi alma de niño,
y entiendo mi soledad y lloro y me asusto.

Porque todavía no aprendo a ser indiferente.
Por eso te busco, día a día, desesperadamente.
Y aprendo a ocultar el dolor de no verte, cuando miro
y de verte, cuando decido cerrar los ojos.

Hasta que te encuentro entre recuerdos
y le hago preguntas a mi pasado
y exijo respuestas de tu presente,
que venzan mis miedos, llenen mis vacíos,
y me devuelvan la esperanza,
que es el verde más verde que he perdido.

TOQUE DE QUEDA

Quédate,
me dijo,
y lo toqué.

CONVERSACIONES CONMIGO MISMO

Me gustaría decirle al viento que no te quiero, que te he olvidado;
me gustaría pedirle al tiempo que me perdone, por mi pasado.
Me gustaría cantarle al cielo, abrir las alas y emprender el vuelo;
me gustaría escribirte un verso, para que olvides lo que has llorado.

Me gustaría, pero no puedo,
porque me encuentro solo, porque he tenido miedo.

Y he tenido miedo de las horas tranquilas,
del agudo tic tac de los relojes,
del verdugo absurdo e inexistente
que se muere de sí mismo cada día.

Y he tenido miedo de vivir sin darme cuenta
que la vida me pasaba por la vida,
de los tedios derrochados de mías días
en las calles barnizadas con mi asombro.
Tuve miedo de encontrarme casi vivo,
derramándome el coraje en las heridas.

Y hoy quisiera gritar las cosas que no me ocurren,
llamar al verbo que las acciona por su nombre,
pedir siquiera un modo potencial que me conjugue.
decir aunque más no fuera: “Podría”.

Y oír, detrás de las ruinas,
el cansancio de ser alguien,
todos los días.

Y son tantos los recuerdos que me quedan por vivir,
que una caricia que no entienda me estará matando,
como las palabras que vuelven de su olvido,
como estas conversaciones que hoy inicio,
que son conversaciones sin razón, sin orden ni motivo.

Son sólo eso;
conversaciones con las sombras, incluso con el olvido,
son conversaciones con la culpa, son conversaciones conmigo mismo.

OTOÑO PERPETUO

Cada vez que es otoño
yo me quedo en el tiempo
y cada hoja que cae,
traerá tu recuerdo.

…y aquél viento frío,
que penetra mis huesos,
y esa fría llovizna,
que es mi llanto secreto.

Ya mi risa se apaga,
y me cuesta creerlo,
ya no habrá primavera
en mi vida de nuevo.

Sólo sé que estoy cierto,
que me muero por dentro,
y que anida en mi alma
aún mi último aliento.

Ha pasado el verano
y ya llega el invierno y,
si es que hubo primavera
alguna vez en mi pecho,
yo me quedo en otoño,
en este otoño perpetuo.

AL VER PASAR A LA GENTE

Al ver pasar a la gente,
¿Nunca te has preguntado quiénes son?
¿Por qué luchan, qué sienten, qué hacen?
¿serán protagonistas de historias románticas,
serán esclavos de una rutina amarga,
serán juguetes del destino o marionetas de Dios?

Al ver pasar a la gente,
al caminar junto a ella, tú sientes, al igual que yo,
que no caminas entre ganadores y perdedores,
sino que sabes que caminas entre sobrevivientes.
Entre sobrevivientes de revoluciones hechas por falta de comida,
entre sobrevivientes de guerras que comienzan durante un partido de ajedrez.

Al ver pasar a la gente,
te das cuenta que paseas entre hombres y mujeres sin nombre,
hombres y mujeres indiferentes para ti,
cuyas vidas no conocemos y cuyas muertes no nos causan nada.
Son sólo muertes; muertes que leemos en los diarios matutinos,
obituarios fríos, nombres sin rostros.

Al ver pasar a la gente
¿No te gustaría conocer sus historias? …a mí sí.
me gustaría saber de sus sueños, aprender sus razones para sobrevivir.
contar sus historias; inventándoles momentos alegres,
regalándoles felicidad.
Creo que debería empezar por mí.
creo que debo comenzar por mi historia.
Por la historia del amante abandonado.
Por la historia del amigo traicionado.
Por la historia del soñador que despierta
en medio de un torrente de mentiras verdaderas.

Serán cuentos de infiernos y cielos,
de noches con sol y días con luna,
de corazones negros cicatrizados
y ventanas por donde ya no se asoma el sol.

Es la repetición de la vieja historia,
lo mismo, pero con distintos actores.
Los mismo sentimientos entremezclados
y las mismas perversiones colectivas,
relaciones autodestructivas, valores alterados,
niños olvidados y dioses censurados.

Al ver pasar a la gente, ahora,
me doy cuento que no quiero contar historias;
es todo, es siempre lo mismo.

Tampoco contaré mi historia.
Si quieres saberla… imagínatela.
párate en una esquina
y al verme pasar con el resto de la gente,
Invéntame un final feliz.

CUENTA REGRESIVA

Las luces se apagan… Valparaíso está oscuro.
Los fusiles apuntan hacia la presa de turno, que soy yo,
que tuve alma, que amé sin calmas.

Las sirenas se encienden, silenciosa esperanza,
el domingo se acaba, otro lunes insomne
escribiéndole al alba.

¡Siete!
El conteo se inicia: con vista al mar los fusiles,
ya no hay prisas, no hay risas,
nadie es testigo del crimen.

¡Seis!
Los recuerdos se mezclan con mis sueños de infancia,
¡Yo quise ser y no fui! ¡es mi pecado!
grito al compás de una marcha.

¡Cinco!
No creo en dioses ni cielos, tampoco en ardientes infiernos,
no quiero flores, ni un réquiem, ni discursos de entierro,
ni mentiras piadosas, que no se diga ¡fue bueno!

¡Cuatro!
Hay una madre que sueña y siente el peligro en la carne,
hay un amante que duerme, que piensa que todo es como antes.
hay una luna, la siento… apesta a ella nuestro aire.

¡Tres!
Miranda ausente en el alba,
peligro inminente al sol de la mañana,
el otoño brilla en cristales amarillos,
el puerto canta sus boleros del olvido.

¡Dos!
¡Preparen! ¡Presenten armas! ¡Rodilla al suelo!
pienso en ti la última vez, pienso en olas de otras tierras,
los tormentos de mi alma sin razón, de mi fe desperdiciada,

arremetiendo contra mi, transformando en mil jirones mi alma.

¡Uno!
¡Apunten! La voz del verdugo señala mi pecho,
mis pecados son latentes, revolotean en el aire;
ese afán por mentir, ese sueño anacoreta,
la pretensión inacabable de creerme un buen poeta
los sueños incumplidos y el deseo de vivir esta vida sin sentido.

¡Fuego!
¡Disparen! grita un conjunto de voces,
mi padre, mi hermano, incluso la voz de mi amante

…y frente al mar, detrás del sol, no habrá ni una sola lágrima que brote,
no sonará la trompeta, no se encenderá ni una vela,
¡Hoy ha muerto un artista! No faltará quién lo reemplace
¡Hoy nace un buen hombre! Ojalá que no sepa escribir ni su nombre.

Después,
suena el clarín anunciando esta sentencia cumplida,
la orden del día me dice que estoy viviendo otra vida.
Y frente a mi, las hojas secas, la vida muerta

¡Tiro de gracia!
La soledad avanza, siniestra, oscura,
vienen a extirparme el tumor de la locura.

Ahora,
No tengo frío, no tengo nombre, no tengo sueños,
mis manos yacen a un costado del camino.

No siento nada, no tengo manos
¡Me han dejado ciego!

BASTO TAN SOLO UN SI

Bastó tan sólo un sí
para vivir el ya y el después,
bastaron algunos suspiros
para crear un hoy.

Bastó tan sólo un sí en el momento justo
para que muriera el eres.
Bastó tan sólo un sí de tus labios
para que se olvidara el soy.
Bastó tan sólo un sí, un simple sí, un único sí,
para que naciera el somos.

Y desde ese sí mágico y tierno
comenzó a forjarse la promesa de tus besos.
Y desde el equipaje de nuestro sueño
nacimos a una tímida realidad.

Te presté mi hombro al sol
y por la noche entregué mi cuerpo a tu cuerpo.

Bastaron dos personas solas para parir un mundo
y me bastó tu imagen para edificar un universo.

Bastaban la espera y el sonido del teléfono anunciando tu llamada,
bastó tu voz inmaculada, bastó la ternura de tus palabras,
bastó tu sueño ceniciento, bastó mi espíritu sediento.

Bastó la timidez de tu sonrisa,
bastó este poema, junto a tus caricias…

Bastó que existieras en mis segundos para amar el tiempo,
que existieran las horas y el silencio
para saber que así –y sólo así– respiramos juntos.

ULTIMO DESEO

Ha muerto el hombre que yo fui, te lo prometo,
incluso siento pena por él;
tan falso, tan cruel, tan bohemio,
tan absurdo en su vivir, tan grotesco.

Ha muerto hoy, pero es para mejor.
Rescatemos de él lo poco que era verdadero;
el amor por su trabajo, su falta de dinero,
la pasión con la que de ti me hablaba a cada momento.

Murió, pero se fue contento.
En sus labios tenía tu nombre, junto al sabor de la culpa,
en sus ojos, el paisaje más sereno y en su boca un último deseo:
darte al volver un abrazo sincero.

Y yo, que soy quien escuchaba su añoranza por tus besos,
debo esperar tu regreso, tras ocho meses de silencio,
darte el abrazo que te debo y dejar atrás al que ha muerto.

No lloraré, ya habré llorado todas las lágrimas que le debía a la vida.
No dudaré, las dudas no existirán si veo en ti una mínima sonrisa.
No soñaré, pues mi más grande sueño se estará cumpliendo.
Y renaceré, para reinventar el amor que había inventado para ti.

Sí, porque a partir de hoy, te amaré por los dos,
pues te confieso que yo, cuando él me hablaba de ti,
también… ¡también te amaba en silencio!

DESEO

No vuelvas,
mejor no vuelvas.

Si lo haces,
me consumirá la pena,
arderé de rabia
y moriré de celos.

Porque yo sé
que si tú vuelves,
–si alguna vez regresas–
será por mil razones
pero no será por mí.

HUELO MAL

Huelo a muerte en estos días, huelo a olvido,
a poema inacabado, a tristeza, a pecado.
Huelo a estorbo de recuerdos, a Navidad de niños huérfanos.
A polvo puesto, a caras parcas, a espermios muertos.

Huelo a negro de conciencias, huelo a entierro,
a ciudad contaminada, a estribillo sin solfeos.
Huelo a guerra en Medio Oriente, a delirio en Occidente,
a luna talada, a deseo insatisfecho, a ensoñación castrada.

Huelo a lejanía del mar, huelo a censura,
a amores descompuestos, a la lujuria del cura.
Huelo mal, como a fracaso, como a podrido,
como a derrumbe y nostalgia, como a hambre de esperanza.

Huelo y pervivo, huelo y presiento, huelo y escribo;
Huelo y sé que algo ha de morir por tal olor…
Algo con mis formas, mi teléfono, nombre y dirección
Algo que se parece a mí pero que no soy yo.

Hoy. Huelo a hoy…
Huelo a cuando ya es tarde para todo