Poetas

Poesía de Argentina

Poemas de Horacio Pilar

Horacio Pilar, nacido en Buenos Aires en 1935, se destacó como un poeta argentino que dejó una profunda huella en la literatura de su país. Desde temprana edad, demostró su pasión por las letras y la poesía, cultivando un estilo propio y una visión única del mundo que lo rodeaba.

Además de su talento literario, Horacio Pilar también se destacó como un activista político. Fue uno de los fundadores de la J.U.P. (Juventud Universitaria Peronista), lo que lo llevó a enfrentar dificultades y a enfrentarse con la censura y la represión de aquellos tiempos turbulentos.

En 1965, publicó su libro «Amor y conocimiento», una obra que compartiría el Premio del Fondo Nacional de las Artes con otras destacadas poetas argentinas de la época, María Elena Walsh y Alejandra Pizarnik. Sin embargo, debido a su militancia política, Horacio Pilar se encontró privado de su libertad, estando preso por un tiempo.

El exilio fue su destino posterior, y durante ese periodo se estableció en Brasil, alejado de su tierra natal y su gente. No obstante, el llamado de Argentina fue fuerte y, en 1988, regresó a su país para seguir plasmando su arte y su compromiso a través de la palabra.

Además de su labor como poeta, Horacio Pilar colaboró con el guitarrista Juan Falú, componiendo letras de canciones que también dejaron su marca en la cultura musical argentina.

En el año 2000, la editorial Atuel de Buenos Aires publicó su «Poesía completa», una recopilación de sus obras más significativas, como «Poemas de 1959», «Amor y conocimiento» e «Igual atacaría x 3», junto con algunos textos incluidos en una publicación colectiva titulada «Cinco poetas». Este volumen de 272 páginas es una muestra de su legado literario y su profunda influencia en la poesía argentina.

Para honrar su memoria y su legado, en mayo y junio de 2003, se llevó a cabo el Ciclo de Poesía «Horacio Pilar» en el Centro Cultural «Raíces» de la ciudad de Buenos Aires. Allí, amigos y admiradores se reunieron para celebrar su vida y su obra, recordando a un poeta comprometido con las palabras y las causas que defendía con pasión.

Horacio Pilar sigue siendo recordado como un poeta argentino de gran relevancia, cuyo legado poético y compromiso con la justicia y la libertad continúan inspirando a las nuevas generaciones de escritores y activistas. Su voz perdura en sus versos, reflejando la lucha y la esperanza de una época, y dejando una marca indeleble en la historia literaria de Argentina.

Parábola

El perro dormido
mastica sin fin,
en un baldío hecho un ovillo.
Tú en tu casa sonríes dormida
en tu cuarto, en tu cama
a un paso del invierno que quema el pasto.

El perro dormido se lame una pata;
una hormiga roja arrastra una miga
un sapo rondón se come una araña.
Y un hombre que tiene el rostro que te ama
el cuerpo que te ama,
el sueño que te ama,
a un paso del invierno está despierto,
pensando que mañana:
verás un perro flaco y le darás comida
en un plato tibio a la puerta de tu alma
que una vez satisfecho te lamerá las manos
y se irá para siempre
aunque lo llames por mi nombre,
pues sus propios sueños
no dejarán que te escuche,
pues su propia alma es agradecida y mortal.

Exilio

El fuego junto al muro
por dentro de estas ruinas
con sus manos calientes va levantando el humo
que se derrama afuera como lana carpida.
El resplandor sonámbulo convoca la mirada,
su perfume dorado baja por mi garganta,
y cristales sonoros con inquietud de chispas
encienden los espejos del recuerdo.
Abajo, madre brasa en frágil cáscara
contra el aire desgaja su naranja
en boca del vacío. Con su incesante giro lo alimentan,
y aplacando el pensar del pensamiento
borran la distancia sobre el tiempo con sus
nadas ardientes.

La casa abandonada,
mi hambrienta soledad.
y estas ramas heladas que gané a la tormenta,
son razones de hogar que las llamas consumen.

Afuera, en los patios del cielo,
recrudecen los truenos traídos por el viento,
látigos y relámpagos ruedan entreverados,
lentas tropas de nubes cierran el horizonte.
En busca de madera
retorno hacia la noche.

17 de octubre del 79

Una lavandera en un pantano.
Un pez en un río de lava, un pájaro en el vacío,
una caricia en el degüello,
una melodía contra una locomotora,
un recién nacido sobre un montón de huesos.

Los jóvenes fueron alertados:
“Nada a esperar”.
Los ejércitos convocados por Memoria y Balance.
La memoria ya fue una fiesta nacional,
el balance:
una mano al sereno
señalando otras manos.

El futuro crece oficialmente en las madrugadas,
el grito del tormento
multiplica el silencio, el miedo, el silencio.

Sobre la tierra de mi alma
levanto mi copa de cenizas.
Rueda la letra buscando sus compañeras.

Jornada

Antes que la sed el agua ya está pronta
antes que el hambre, junto al sabroso fuego del amanecer,
el carnicero en su barraca clasifica las partes
y el trabajo todo lo saborea y fortifica
llena de sentido a la paciencia que es agua de estanque
junto al sembrado.
Lo desconocido huye en vano
y lo conocido en vano permanece
mientras un pie se aventura el restante imprime su huella.
Cuando arrancas un fruto
tus pies se llenan de gravedad como raíces
y es la tierra la verdadera raíz.
Cuando arrancas un fruto el universo es sin duda tu tierra
y sobre la tierra aparentas ser semejante al fruto
sin embargo te basta morderlo para darle su sentido
te basta con arrojar las semillas al surco para que
parezcas un árbol
una rama sobre la tierra
o el verdadero universo.

Madrugada

Los gallos gritan como puertas que se abren
empujados por la luz impaciente,
y los zarcillos lúcidos extremando su tacto
crecen agudamente sobre un silencio de hojas.

Veo temblar por dentro a los capullos
que el aire tierno apenas mueve;
los pájaros vuelven al cielo, al árbol más vivo,
una nube morada los torna prudentes,
de nada le valió a la noche parecer interminable.

Ventana

Miraba oro
naranjas de música
grandes igualdades de amor;
alrededor de la luz
el arroyo del verano
con la boca en paz.

Amor y conocimiento

No los recuerdos
que aventan sin descanso sobre tus sienes,
ni la resonancia de los libros amados.
La obstinación hace la miel
que se amasa en la boca;
no es el zángano ruidoso de la voracidad,
ni la mariposa inspirada;
tus verdaderos pensamientos llegan tras tu olfato
al néctar de la realidad.

Lo complejo abre su corola
y lo simple tus ojos,
el néctar, la meta de los conquistadores
colma tu cuerpo.

Ahora vuelves con el crepúsculo
y dejas estremecida la miel aún tibia en la casa vacía,
al despertar
ya no podrás reconocer tu obra de la obra ajena
tu cuerpo y tu alma
solos ante el mundo
volverán con lo que hagas a compartir nuestra historia.

Estación

El vino añejo toma el cuerpo del alma
así recita su largo encierro,
no te apresures con el brindis
no aprietes entre tus labios la uva verde.

En este andén
rodeado de viejos que hablan de la mañana,
no sé si va a llover como aseguran,
pasa un rápido que no se detiene
guardamos silencio bajo la ola de hierro furioso.
Con las primeras gotas sale un tren local
los viejos se ríen como muchachos
el vino corre por mi corazón
cuando el tren horada la lluvia.