Poetas

Poesía de Estados Unidos

Poemas de Jim Harrison

James ‘Jim’ Harrison (11 de diciembre de 1937 – 26 de marzo de 2016) fue un escritor estadounidense versátil, conocido por su prolífica producción en poesía, novelas de ficción, ensayos e incluso libros de cocina.

Nació en Grayling, Michigan, donde su padre, Winfield Sprague Harrison, trabajaba como agente agrícola del condado y su madre era Norma Oliva Wahlgre Harrison. Durante su niñez, Harrison sufrió la pérdida de un ojo debido a un accidente. Luego, a los 21 años, tuvo que enfrentar la trágica muerte de su padre y su hermana en un accidente automovilístico.

Después de graduarse de Michigan State, trabajó como profesor por un tiempo, pero no estaba completamente convencido de esta carrera y decidió publicar su primer libro de poemas. Su obra se destacó en publicaciones reconocidas como The New Yorker, Esquire, Sports Illustrated, Rolling Stone, Playboy y The New York Times Magazine.

Jim Harrison fue un autor muy vinculado a la región y la cultura de Norteamérica, centrándose en lugares como las Cikubas de areba de Nebraska, la península de Michigan y las montañas de Montana. Residió en Patagonia, Arizona, y Montana durante su vida.

A lo largo de su carrera literaria, publicó numerosas obras de ficción, entre ellas «Legends of the Fall» (Leyendas de otoño), que incluye tres novelas cortas adaptadas al cine como «Venganza» y «Leyendas de otoño». También escribió varias colecciones de novelas y recibió elogios por su enfoque regional y temático en su trabajo.

En el campo de la poesía, Harrison fue igualmente exitoso, publicando varios libros de poemas, algunos de los cuales incluyen «Plain Song», «The Theory & Practice of Rivers» y «The Shape of the Journey: New and Collected Poems».

El talento de Jim Harrison no se limitó a la literatura, también se aventuró en la escritura de libros de cocina y ensayos. Su legado literario y su enfoque en temas regionales han dejado una huella significativa en la literatura estadounidense. Jim Harrison falleció el 26 de marzo de 2016, dejando un legado duradero y una amplia y variada contribución a la literatura de su país.

El presente

El precio del vuelo es el aterrizaje.
En este cálido día de invierno en el sudoeste,
aquí en el límite de la frontera, quiero
ir a Francia, de donde todos venimos,
donde Occidente nació cerca de las antiguas
cuevas próximas a Lascaux. En casa sólo estoy
sentado en el borde de este agujero negro,
un pozo que desciende hasta el centro de la tierra.
Con un gran telescopio apuntado hacia abajo
veo un rojo punto de fuego y oigo a la bestia aullar.
Mi espalda supura, enferma,
el corazón se tambalea,
el cerebro canta sus cancioncillas.
En todas partes blancas películas vírgenes esperan ser vistas.
La alondra buceó a pocas pulgadas de las rocas
antes de detenerse y ascender de nuevo.
Los dedos de los pies de Dios hundidos en la tierra.
Está listo para correr. Pero ¿hacia dónde?

Otro país

Amo estos amaneceres muy húmedos con
mil pájaros que oyes pero
no llegas a ver en la niebla.
Mi viejo y ajeno cuerpo es un extranjero
que lucha por entrar en otro país.
La llamada del somormujo me da escalofríos.
De regreso en la cabaña veo un libro
y no acabo de estar seguro de qué es en realidad.

Muerte otra vez

No nos pongamos románticos ni tristes con la muerte.
De hecho es nuestro acto más singular, junto con
el nacimiento. Pensemos que es como preparar
el desayuno, así de ordinario. Romper dos huevos
en un tazón, o un tazón en dos huevos. Deslizarse
en un ataúd después de drenar los líquidos, o mejor,
deslizarse en el fuego. Claro que es un poco difícil
aceptar tu último beso, tu último trago, tu última
comida, sobre la cual los condenados pueden ser
muy suyos, como si pudiera haber una hamburguesa
con queso enviada por Dios. Algunos amantes indagan
con su ojo interior, pero es sobre todo un plácido
lago al amanecer, niebla creciente, la solitaria llamada
de un somormujo, y mirar el agua inmóvil y opaca.
Como niños, sabremos otra vez todo lo que estamos
destinados a saber: que el agua es fría y profunda,
y el sol penetra tan solo hasta cierto punto.