Poetas

Poesía de Estados Unidos

Poemas de John Berryman

John Berryman nació el 25 de octubre del año 1914 en McAlester, en el estado de Oklahoma y se suicidó el 7 de enero de 1972. Fue un poeta confesional estadounidense. Se le considera como una de las mayores figuras de la poesía estadounidense de la segunda mitad del siglo XX.

Canción del sueño 14

La vida, amigos, es aburrida. No debemos decirlo.
Después de todo, el cielo destella, el inmenso mar suspira,
nosotros mismos destellamos y suspiramos,
y además mi madre me dijo cuando niño
(repetidamente) “Siempre confesar que estás aburrido
significa que no tienes

Recursos Internos.” Concluyo ahora que no tengo
recursos internos, porque estoy gravemente aburrido.
La gente me aburre,
la literatura me aburre, especialmente la gran literatura,
Henry me aburre, con sus problemas & quejas
tan mal como Aquiles,

que ama a la gente y el arte de vanguardia, que me aburre.
Y las colinas tranquilas, & la ginebra, parecen un lastre
y de algún modo un perro
se ha llevado a sí mismo & a su cola considerablemente lejos
dentro de las montañas o el mar o el cielo, dejando
atrás: a mí, el meneo.

Canción del sueño 100

Cómo esta mujer logró el coraje, cómo tuvo
el coraje, Henry se aturdía en una frenética y cálida
noche de ocho de Julio,
de dónde vino, ¿acaso una vez el Señor frunció el ceño
sobre la cuna antigua pensando “Esta
va a hacer antes de morir

por dos y setenta años de humillaciones gastadas
al menos”, y con su trueno cerró una promesa?
En aquel pueblo distante
quién echó un vistazo sobre mi madre con tal pena & rabia
que nadie soportaría semejante peregrinación,
gruñó Henry sudando, crecido

pero no crecido en el hábito de la bondad de esta mujer
en su gran fuerza, en su esperanza sobrehumana,
no, no, no habituado en absoluto.
Proclamo un misterio, masculló para sí,
del amor, y tomó el whisky del anaquel
y la bebió en un largo trago, largo.

El poema de la pelota

¿Qué es el niño ahora, que ha perdido su pelota,
¿Qué, qué va a hacer? La vi irse
Alegremente rebotando, calle abajo, y después
Alegremente por – ¡allí está en el agua!
De nada sirve decir “Oh, hay otras pelotas”:
Un último estremecimiento de pena fija al niño
Mientras se sostiene rígido, tembloroso, contemplando
Todos sus días de juventud en el puerto donde
Fue su pelota. Yo no lo molestaría,
Una moneda, otra pelota, no tiene valor. Ahora
Él siente la primera responsabilidad
En un mundo de posesiones. La gente se llevará pelotas,
Las pelotas se perderán siempre, pequeño niño,
Y nadie compra una pelota de vuelta. El dinero es externo.
Él está aprendiendo, bien detrás de sus ojos desesperados,
La epistemología de la pérdida, cómo estar de pie
Sabiendo lo que todo hombre debe un día saber
Y la mayoría sabe muchos días, cómo estar de pie
Y gradualmente la luz regresa a la calle
Suena un silbato, la pelota está fuera de vista,
Pronto una parte de mí explorará el profundo y oscuro
Fondo del puerto… Estoy en todas partes,
Sufro y me muevo, mi mente y mi corazón se mueven
Con todo eso que me mueve, bajo el agua
O silbando, no soy un niño pequeño.

36

Mantén tus ojos abiertos cuando beses: hazlo, cuando
Beses. El resto del tonto tiempo, ciérralos para;
No dormir, te imploro (querida) sígueme
En la oscuridad, como lo hice contigo de nuevo
En seguida nos separamos… solo yo tanto entonces
Como cuando tus dedos caen, dejemos que haya dos
Nada más, “en ese reino del sueño”: quiero que
Solo en mí reconozcas tu ciudadano.

¿Antes quién quiso ojos, hacer el amor, así?
Yo quiero ahora. De todos modos estamos motivados y ocultos,
Qué estado sostenemos que todos los otros estados condenan,
Nos vemos a nosotros mismos, miramos el brillo solemne
De tribunales vacíos donde nos besamos… ¡Abiertamente!
Lo haces, lo haces, y yo los observo.

71

Nuestra mañana de Domingo cuando sacerdotes del alba aplicaban
Hostia y vino a la herida humana, nos acostábamos
A nosotros mismos para curarnos: Temo que
Nuestra sabanilla quería, pero los amigos de Francis gritaban
En la nave de pinos, satisfechos al sol, y volaban
Sutiles como ángeles sobre la barricada
De ramas hecha sobre nosotros, hundidos en una cama medio hecha
De agujas suaves, medio de mar de nuestras muertes simultáneas.
“La muerte es la madre de la belleza”. Malogrados sin hoja
Estremecidos de placer, morimos para estar bien…
Descuidados con un amor soñoliento, tanto tiempo sin amor.
¿Qué si nuestra convalecencia debe ser engendrada
Como nosotros, la madrugada encuentra el toque de difuntos?…
Sobre nuestros pinos nuestra hermana, viento, se mueve.

Dream Song 29

Algo se asentó, una vez, en el corazón de Henry,
tan pesado, que si hubiera tenido cien años más
& más & gimiendo, insomne, en todo ese tiempo
Henry no habría prosperado.
Comienza siempre de nuevo en los oídos de Henry
la breve tos en alguna parte, una fragancia, una campanada.
Y entonces hay otra cosa en su mente
como un grave rostro sienés mil años
fallaría en manchar el aún perfilado reproche de lo Horrible,
con los ojos abiertos, atiende, ciego.
Todas las campanas dicen: demasiado tarde. Esto no es para lágrimas;
una manera de pensar.
Pero Henry nunca acabó con nadie, nunca como creyó
haber hecho y cercena el cuerpo de ella
y esconde los trozos, donde puedan ser encontrados.
Él sabe: va a verlos a todos, & nadie ha desaparecido.
A menudo él los enumera, al amanecer.
Nadie ha desaparecido jamás.

Él dimite

La edad, y las muertes, y los fantasmas.
Ella ha huido lejos en espíritu
de mí. Los huéspedes
de los pesares vienen & me encuentran vacío.
No siento que esto cambiará.
No quiero nada
ni a nadie, familiar o extraño.
No pienso cantar
nunca más desde ahora;
jamás. Debo partir
a sentarme con un rostro ciego
sobre un desierto corazón.