Poetas

Poesía de España

Poemas de José Agustín Goytisolo

José Agustín Goytisolo fue un poeta español que nació en Barcelona el 13 de abril de 1928 y murió en la misma ciudad el 19 de marzo de 1999. Perteneció a la generación de los 50, un grupo de escritores que se caracterizó por su compromiso social y su renovación del lenguaje poético. Fue hermano mayor de los también escritores Juan y Luis Goytisolo, y amigo de Carlos Barral y Jaime Gil de Biedma, con quienes formó parte de la llamada Escuela de Barcelona.

Su vida estuvo marcada por el drama de la guerra civil española, que le arrebató a su madre Julia en un bombardeo aéreo sobre Barcelona en 1938. Este hecho traumático influyó en su obra poética, que tiene una fuerte carga autobiográfica y elegíaca. Algunos de sus poemas más conocidos son «Palabras para Julia», dedicado a su hija y a su madre, y «Elegías a Julia», publicado en 1993.

Estudió Derecho en las universidades de Barcelona y Madrid, y ejerció como abogado, traductor y ensayista. Su obra poética se inició con El retorno (1955), al que siguieron otros libros como Salmos al viento (1958), Claridad (1961), Bajo tolerancia (1968), Algo sucede (1971), Del tiempo y del olvido (1977), El ángel oscuro (1989) o Final de un adiós (1999). Su poesía se sitúa en la línea del realismo social, pero también incorpora elementos intimistas, irónicos, satíricos y humorísticos. Su estilo es sencillo, directo y coloquial, pero también cuidado y musical.

Recibió varios premios y reconocimientos por su trayectoria literaria, como el Premio Adonáis en 1954, el Premio Boscán en 1962 o la Cruz de San Jordi en 1985. Su obra ha sido traducida a varios idiomas y musicada por cantautores como Paco Ibáñez o Rosa León. Su muerte fue trágica y polémica, al caer desde un balcón de su casa en lo que algunos consideran un suicidio y otros un accidente.

El aire huele a humo

A Gabriel Celaya y a Amparo Gastón,
Que tanto le quiso y le quiere todavía.

J.A.G.

¿Qué hará con la memoria
de esta noche tan clara
cuando todo termine?
¿Qué hacer si cae la sed
sabiendo que está lejos
la fuente en que bebía?

¿Qué hará de este deseo
de terminar mil veces
por volver a encontrarle?

¿Qué hacer cuando un mal aire
de tristeza la envuelva
igual que un maleficio?

¿Qué hará bajo el otoño
si el aire huele a humo
y a pólvora y a besos?

¿Qué hacer?¿Qué hará? Preguntas
a un azar que ya tiene
las suertes repartidas.

Historia conocida

Es una historia conocida, amigos,
todos la recordamos,
viento del pueblo se perdió en el pueblo—
pero no ha terminado.

Hace tiempo hubo un hombre entre nosotros,
alegre, iluminado,
que amó y vivió, cantaba hasta en la muerte,
libre como los pájaros.

¡Qué bonito sería! Nace, escribe,
muere desamparado.
Se estudian sus poemas, se le cita,
y a otra cosa, muchachos.

Pero su nombre continúa, sigue,
como nosotros, esperando
el día en que este asunto, y otros muchos,
se den por terminado.

¡Qué bonito sería! Nace, escribe,
muere desamparado.

El oficio del poeta

Contemplar las palabras
sobre el papel escritas,
medirlas, sopesar
su cuerpo en el conjunto
del poema, y después,
igual que un artesano,
separarse a mirar
cómo la luz emerge
de la sutil textura.

Así es el viejo oficio
del poeta, que comienza
en la idea, en el soplo
sobre el polvo infinito
de la memoria, sobre
la experiencia vivida,
la historia, los deseos,
las pasiones del hombre.

La materia del canto
nos lo ha ofrecido el pueblo
con su voz. Devolvamos
las palabras reunidas
a su auténtico dueño.

Palabras para Julia

Tú no puedes volver atrás
porque la vida ya te empuja
como un aullido interminable.

Hija mía es mejor vivir
con la alegría de los hombres
que llorar ante el muro ciego.

Te sentirás acorralada
te sentirás perdida o sola
tal vez querrás no haber nacido.

Yo sé muy bien que te dirán
que la vida no tiene objeto
que es un asunto desgraciado.

Entonces siempre acuérdate
de lo que un día yo escribí
pensando en ti como ahora pienso.

La vida es bella, ya verás
como a pesar de los pesares
tendrás amigos, tendrás amor.

Un hombre solo, una mujer
así tomados, de uno en uno
son como polvo, no son nada.

Pero yo cuando te hablo a ti
cuando te escribo estas palabras
pienso también en otra gente.

Tu destino está en los demás
tu futuro es tu propia vida
tu dignidad es la de todos.

Otros esperan que resistas
que les ayude tu alegría
tu canción entre sus canciones.

Entonces siempre acuérdate
de lo que un día yo escribí
pensando en ti
como ahora pienso.

Nunca te entregues ni te apartes
junto al camino, nunca digas
no puedo más y aquí me quedo.

La vida es bella, tú verás
como a pesar de los pesares
tendrás amor, tendrás amigos.

Por lo demás no hay elección
y este mundo tal como es
será todo tu patrimonio.

Perdóname no sé decirte
nada más pero tú comprende
que yo aún estoy en el camino.

Y siempre siempre acuérdate
de lo que un día yo escribí
pensando en ti como ahora pienso.