Poetas

Poesía de España

Poemas de José Ángel Valente

José Ángel Valente Docasar, nacido el 25 de abril de 1929 en Orense, España, y fallecido el 18 de julio de 2000 en Ginebra, Suiza, es recordado como uno de los poetas más influyentes y originales del siglo XX en el ámbito literario español.

Valente, después de estudiar Derecho en la Universidad de Santiago de Compostela y licenciarse en Filología Románica en la Universidad Complutense de Madrid, se embarcó en una vida marcada por la docencia y la exploración poética que lo llevó a residir en diversas ciudades, desde Madrid hasta Ginebra, pasando por Oxford y París.

A lo largo de su vida, Valente no solo enfrentó el desafío de expresar su voz poética en un contexto político opresivo, como lo fue la dictadura franquista en España, sino que también se dedicó a explorar los límites del lenguaje y la esencia misma de la existencia humana. Su compromiso con la poesía trascendió las barreras del tiempo y del espacio, convirtiéndolo en un referente para generaciones futuras.

Sus obras, entre las que destacan «Punto cero» (1972), «Material memoria» (1979), y «Fragmentos de un libro futuro» (2000), reflejan una profunda reflexión sobre la condición humana, el misterio de la existencia y la relación del individuo con el cosmos. Su estilo poético, influenciado por la mística y la filosofía, se caracteriza por una búsqueda constante de lo esencial, lo trascendental y lo inefable.

Además de su labor como poeta, Valente se destacó como ensayista y traductor, explorando temas que van desde la naturaleza del arte hasta la relación entre la palabra y el silencio. Sus escritos críticos, recopilados en obras como «Las palabras de la tribu» (1971) y «La experiencia abisal» (póstumo, 1999), revelan su profundo conocimiento y su aguda capacidad analítica.

José Ángel Valente, con su legado literario y su profunda exploración del lenguaje y la conciencia, continúa siendo una figura relevante en el panorama cultural hispanohablante, cuya influencia perdura en la poesía contemporánea y en el pensamiento filosófico-literario. Su obra sigue siendo objeto de estudio y admiración, enriqueciendo el acervo cultural de la humanidad con su poesía inmortal.

CONSIENTO

Debo morir. Y sin embargo, nada
muere, porque nada
tiene fe suficiente
para poder morir.
No muere el día,
pasa;
ni una rosa,
se apaga;
resbala el sol, no muere.
Sólo yo que he tocado
el sol, la rosa, el día.
y he creído,
soy capaz de morir.

EL CRIMEN

Hoy he amanecido
como siempre, pero
con un cuchillo
en el pecho. Ignoro
quién ha sido,
y también los posibles
móviles del delito.

Estoy aquí
tendido
y pesa vertical
el frío.

La noticia se divulga
con relativo sigilo.

El doctor estuvo brillante, pero
el interrogatorio ha sido
confuso. El hecho
carece de testigos.
(Llamada de portera,
dijo
que el muerto no tenía
antecedentes políticos.
Es una obsesión que la persigue
desde la muerte del marido.)

Por mi parte no tengo
nada que declarar.
Se busca al asesino;
sin embargo,
tal vez no hay asesino,
aunque se enrede así el final de la trama.

Sencillamente yazgo
aquí, con un cuchillo…
Oscila, pendular y
solemne, el frío.
No hay pruebas contra nadie. Nadie
ha consumado mi homicidio.

EL SUEÑO

Por una espesa y honda
avenida de árboles que unen
en lo alto su copa y pesadumbre
el sueño avanza.
Abre sus grandes alas,
sus poderosos brazos
de lenta sombra y noche grande: cierra
contra todo horizonte.
En el centro del aire
cabecea un navío,
rodeado de enormes
territorios de sueño.
El sueño avanza: pone
su silenciosa planta
en el umbral de nuestra
transitoria vigilia.
Acaricia y golpea,
llama con voz suave
y entra como un río
de seguro poder.
El sueño halaga,
porfía y nos rodea,
hasta que al fin caemos
en su seno girando
como plumas, girando
interminablemente.
Ésta es la inerme paz, la sosegada
mentira de la sombra.
El sueño multiplica
su rostro en un espejo
sin fin: vértigo quieto, inmóvil
torbellino.
¡Gritad! Pero no; el grito
es también sueño. Ahora su dominio.
Potestad de la noche.

LA POESÍA

Homenaje a Rosalía de Castro

Se fue en el viento,
volvió en el aire.

Le abrí en mi casa
la puerta grande.

Se fue en el viento.
Quedé anhelante.

Se fue en el viento,
volvió en el aire.

Me llevó adonde
no había nadie.

Se fue en el viento,
quedó en mi sangre.

Volvió en el aire.

ENEAS, HIJO DE ANQUISES

Oscuros,
en la desierta noche por la sombra,
habíamos llegado hasta el umbral.

La mujer era un haz de súbitas serpientes
que arrebataba el dios.

Oh virgen, dime dónde
está en el corazón del anegado bosque
el muérdago.
Volaron las palomas
a la rama dorada.

Habíamos llegado hasta el umbral
(de mares calcinados, del infinito ciclo
de la destrucción).

Aquí desnudo estoy,
ante el espasmo poderoso del dios.

Aquí está el límite.
Ya nunca,
oscuros por la sombra bajo la noche sola,
podríamos volver.
Pero no cedas, baja
al antro donde
se envuelve en sombras la verdad.
Y bebe,
de bruces, como animal herido, bebe su tiniebla,
al fin.

MATERIA

Convertir la palabra en la materia
donde lo que quisiéramos decir no pueda
penetrar más allá
de lo que la materia nos diría
si a ella, como un vientre,
delicado aplicásemos,
desnudo, blanco vientre,
delicado el oído para oír
el mar, el indistinto
rumor del mar, que más allá de ti,
el no nombrado amor, te engendra siempre.

POEMA

Cuando ya no nos queda nada,
el vacío de no quedar
podría ser al cabo inútil y perfecto.

SOLO EL AMOR

Cuando el amor es gesto del amor y queda
vacío un signo solo.
Cuando está el leño en el hogar,
mas no la llama viva.
Cuando es el rito más que el hombre.
Cuando acaso empezamos
a repetir palabras que no pueden
conjurar lo perdido.
Cuando tú y yo estamos frente a frente
y una extensión desierta nos separa.
Cuando la noche cae.
Cuando nos damos
desesperadamente a la esperanza
de que solo el amor
abra tus labios a la luz del día.