Poetas

Poesía de España

Poemas de José María Pemán

José María Pemán y Pemartín (Cádiz, 8 de mayo de 1897-ibídem, 19 de julio de 1981) fue un escritor español, que cultivó todos los géneros literarios, destacando como periodista, dramaturgo y poeta, además de notable orador. Adscrito ideológicamente al monarquismo tradicional, fue uno de los principales apologistas de la dictadura de Primo de Rivera y un ídolo intelectual de las derechas durante los años de la Segunda República. Entre otros reconocimientos, recibió el de caballero de la Insigne Orden del Toisón de Oro.

Belleza serena

Única turbación y melodía
de tu belleza toda en paz lograda,
la fuga musical de tu mirada,
sobre la sabia y pura geometría

de tu cuerpo sin tacha, es una fuente
con dos chorros de luz, que habla de cosas
lejanas y de estrellas misteriosas
más allá de la Forma y del Presente.

Ciega, por eso, mi alma te desea
como una estatua, porque así, hecha idea,
nada turbe tu plástica armonía;

y así, ya sin lejanas alusiones,
como el jazmín serena al mediodía,
tu perfección serene mis pasiones.

In memoriam

La navidad sin ti, pero contigo.
Como el volver a ser
cuando empieza a nacer
verde de vida y de memoria, el trigo.

Porque tú no estás lejos.
No sé si es que te veo o que te escucho.
Me iluminan, me templan tus reflejos.
Voy hacia ti… No puedo tardar mucho.

Pagando estrellas por salario
te escondes en la barbas torrenciales de Dios.
Recuerdo el ritmo lento de tu horario.
Humilde en la infinita paciencia del rosario:
y en la fe penetrante de tu voz.

Y el belén de su Amor,
como tú lo ponías.
Tú, la niña mayor,
la flor más pura de las flores mías,.

Como es la luz del río
y el canto es de la fuente:
este cariño ardiente
es todo tuyo, a fuerza de tan mío.

Oración a la luz

Señor: yo sé que en la mañana pura
de este mundo, tu diestra generosa
hizo la luz antes que toda cosa
porque todo tuviera su figura.

Yo sé que se refleja la segura
línea inmortal del lirio y de la rosa
mejor que la embriagada y temerosa
música de los vientos en la altura.

Por eso yo celebro en el frío
pensar exacto a la verdad sujeto
y en la ribera sin temblor del río;

por eso yo te adoro, mudo y quieto:
y por eso, Señor, el dolor mío
por llegar hasta Ti se hizo soneto.

Resignación

Por eso, Dios y Señor,
porque por amor me hieres,
porque con inmenso amor
pruebas con mayor dolor
a las almas que más quieres.

Porque sufrir es curar
las llagas del corazón;
porque sé que me has de dar
consuelo y resignación
a medida del pesar;

por tu bondad y tu amor,
porque lo mandas y quieres,
porque es tuyo mi dolor…,
¡bendita sea, Señor,
la mano con que me hieres!

Romance del divino gozo

El gozo del mundo se entra
dentro de mi corazón.
¡Estrecho gozo el que cabe
en tan estrecha mansión!.

El gozo que entra en nosotros:
gozo es de mal gozador.

Quiero un gozo que me envuelva
porque él me sea mayor.

¿Qué gozo será el que traiga
tanta anchura y tanto sol?.

Dios le dijo al siervo fiel:
«Entra en el gozo de Dios»…

¡No gozos que entren en mí:
quiero un gozo en que entre yo!

Soledad

Soledad sabe una copla
que tiene su mismo nombre:
Soledad.

Tres renglones nada más:
tres arroyos de agua amarga,
que van, cantando, a la mar.

Copla tronchada, tu verso
primero, ¿dónde estará?

¿Qué jardinero loco,
con sus tijeras de plata
le cortó al ciprés la punta,
Soledad?

¿Qué ventolera de polvo
se te llevó la veleta,
Soledad?

¿O es que, por llegar más pronto
te viniste sin sombrero,
Soledad?

Y total:
¿qué mas da?
Tres versos: ¿para qué más?

Si con tres sílabas basta
para decir el vacío
del alma que está sin alma:
¡Soledad!

Yo te siento en la rosa…

Yo te siento en la rosa.
Tanto más grande siento yo mi alma,
cuanto son más pequeñas
las cosas que la mueven.

¡Ay esas almas lentas
como animales hartos,
que van a Ti pisando mansamente
sobre el fango sonoro y necesitan
para reconocerte
la voz de la tormenta o la engolada
frase inmensa y solemne!

Señor:
Yo te siento en la rosa
y en la nieve
y en la rama sin flores
y en el plátano verde
que sombras, en el centro
de la plaza, la fuente.