Poetas

Poesía de España

Poemas de Josefa Parra

Josefa Parra Ramos (Jerez de la Frontera, 1965), es una poetisa española.

Junio

Déjate aniquilar
por la aguda, amarilla luz de los girasoles,
deja que el sol de junio te hiera y te maltrate
con agujas de oro.
Descansa del amor en un dolor más alto,
muérete del deseo que gime en las raíces
y sustenta a las plantas.
Al fin, no es ningún mérito la angustia; ni el anhelo
de un cuerpo es desventura mayor que esa otra sed.
Pon a salvo tu nombre.
Déjate aniquilar entre los girasoles;
nadie diga que has muerto de amor, sino de fiebre.

Cástor y pólux

Como bellas estatuas gemelas.
Los nombres se entrelazan sin recato.
Desnudos,
bien sé que la locura os posee igualmente,
que las mismas salvajes laderas os recorren
los cuerpos adorables, oscurísimos cuerpos
donde el rizado vello se vuelve en contra mía
con el olor del ámbar y del lirio silente.

Os amo desde el borde del miedo.

De la sed

Quitadme incluso el mar;
incluso el apretado cauce de los arroyos,
las acequias ruidosas de insectos, los estanques
donde los peces muerden la soledad del agua;
quitadme la tormenta,
los carriles de lluvia resbalando en el vidrio,
el rocío que preña de gotas los jarales,
la humedad de la noche lastimando los trigos.
Quitadme incluso el mar.

(La única sed que temo es la sed de su boca.)

A propósito de la noticia de un homicida necrófago

No podríais entenderlo.
No cabía mi deseo en sus espacios,
la desbordaba como a un arroyuelo.
Yo, lluvia; yo, torrente.
Era desolador verla desnuda,
mínima y frágil, tras cada combate,
exhausta y triste carne de suspiros.
No bastaban sus pechos.
Me clavaba las uñas en las palmas
por no morder sus húmedas mejillas,
delirando de hambre.
La amaba de un amor ilimitado,
con dolor y con vértigo. La amaba;
no podríais entenderlo.
(Perlas graves,
sus ojos estallando entre mis dientes.)

La infidelidad irremediable

Si, al final,
ha de comer la tierra tus delicados huesos,
y ha de dormir tu boca como una orquídea tierna
debajo de raíces y lianas, qué importa
que estés tan descubierto y accesible,
que encauces tu saliva en otros surcos,
que te des a pedazos cada noche
como Profana, y Cruel, y Santa Forma.
Si, al final,
has de ser a despecho de tu carne radiante
y de todo el deseo con que te he coronado
espléndido despojo que posea la muerte…