Poetas

Poesía de Argentina

Poemas de Juan Andrés Bruno

Juan Andrés Bruno (Buenos Aires, 24 de noviembre de 1901 – Buenos Aires, 13 de noviembre de 1979) fue un dramaturgo, poeta y guionista de radio argentino. Firmaba algunas de sus obras con los seudónimos de Julio A. Burón.

Langosta

Una noche muy cruda de invierno
a Langosta lo vieron pasar
con un traje marrón entallado
y una saga tristeza al mirar.
Con el pucho apagado en la boca
recostóse el malevo a pensar
en quién sabe qué cosas tan locas
que a veces los chicos lo vieron llorar.

Las viejas decían: «Son cosas de amor
que tarde o temprano se habrán de saber».
Y cuentan que un día lo vieron volver
diciendo, borracho, con hondo rencor:
«Tal vez algún día terminen de hablar
que para ese ejemplo me tengo yo fe…
Yo tengo el remedio que no ha de fallar…»
Dio un beso al cuchillo y cantando se fue.

«Que soy malo murmura la gente,
que a llamarme Langosta llegó;
que jamás me encontraron sonriente
y que miro con rabia y rencor…
¡Yo no puedo mirar de otro modo
ni es posible esconder lo que soy!…
Desgraciarme no quiero del todo…
Por eso me callo, suspiro y me voy…»

Una noche después de algún tiempo
a Langosta lo vieron venir
con un brillo fugaz en los ojos
y una mueca feroz al reír…
Al llegar a la esquina en que siempre
recostóse el malevo a pensar,
arrojando a la calle el cuchillo,
besando un retrato se puso a llorar…

Yo te bendigo

Daba la diana el gallo,
ladrando un perro desde lejos contestó
y el arrabal al despertar
al nuevo día saludó…
Lejos pasaba un coche…
Cual centinela que la guardia terminó,
la luz temblona de un farol
como un lamento se apagó.

Rompió el silencio el bordonear de la guitarra
y por sus cuerdas el dolor pasó llorando
y una voz que la pena desgarra
cantó de este modo su cruel dolor:
¡Yo te bendigo pese al daño que me has hecho
aunque otros brazos te acaricien y te abracen,
pues el rencor no ha cabido en el pecho
que un día llenaste de luz y de amor!…

Mas si con dolor
llegas a llorar
al recuerdo del amor
que te supe dar
piensa que te perdonó
mi corazón
y el alma que por ti sufrió
te da su bendición.

Daba la diana el gallo.
Como un reproche a la amorosa bendición
ladraba el perro y de un farol
murió la luz con la canción…
Pero el yo te bendigo
que desde el fondo de su pecho él arrancó
de la guitarra al cielo fue
y en una estrella se escondió…

El Agente de la esquina

Yo soy Lisandro Medina
El agente de la esquina,
Cuya alegría mayor
Es decirle al superior:
“Señor, en esta parada
nunca ha ocurrido nada
desde que la atiendo yo”

Muchachos… Lisandro Medina
Se llama el agente que conocí,
Señor de la calle, su esquina
Fue nido de guapos como otra no vi.

Sereno en las grescas y en las tremolinas
Impuso respeto su estampa viril,
Por eso al agente Medina
Cien calles porteñas le cantan así:

Fuiste hermano del perro y del purrete
Y la mano que al ciego se ofreció,
Y el amigo que una noche de desvelo
La furia de los celos contuvo y desarmó.

De unos ojos de sombra y terciopelo…
Fue la luz que tus guardias alumbró…
Dios quiso más estrellas para el cielo
Y al filo de una aurora, tu estrella se llevó.

Alumbra las calles vecinas
La luz de una luna sentimental,
Y solo, parado en la esquina
Lisandro Medina parece soñar…

Despiertan su sueño pitadas de ronda
Y el toque de alerta que viene y se va,
Parece llorar en las sombras
La ausencia de aquella que no volverá.