Poetas

Poesía de España

Poemas de Juan Antonio Masoliver Ródenas

Juan Antonio Masoliver Ródenas. Poeta y traductor español, licenciado en Filosofía y Letras. Marchó a Inglaterra pasando dos años como lector del Trinity College. De 1965 a 2004, fue jefe de estudios y director en funciones del Instituto de España en Londres. Es crítico literario del periódico La Vanguardia.

Llegamos a la casa del amor

Llegamos a la casa del amor
y de sus treinta puertas
Y llamamos y no abren
y llamamos
y oímos al Amor
que no nos oye.

Ahora que el corazón me duele como nunca

Ahora que el corazón me duele como nunca,
como un espejo, sí, como un espejo
herido, como un sol incendiado o las cenizas
de sol en la mirada de lo que fue:
días de amor como dicen que son
en la penumbra los muebles de una alcoba,
sus espejos, los cuerpos que reposan
en la indolencia de un prado o de una cama.
Al pintar iniciamos la creación
de la realidad. El tiempo ignora este instante
de dicha, este dolor del lienzo
que revela el cuerpo que ahora duele
tanto porque es tan sólo el cuerpo
de un instante. Y está aquí, con nosotros.
Como el día del amor en el lienzo,
sin ventanas, ni luces, ni paisaje,
sólo este hondo dolor,
este abrazo que ahora, en el vacío,
es una herida, como las sombras
que dejan los muertos más queridos
en nuestros ojos. Y duele tanto
amarles. Y amarla duele más
porque está viva y no está aquí
y es feliz y ha olvidado mi abandono.

Calla un momento, Luis, escucha

Calla un momento, Luis, escucha
el sueño de los pájaros
muertos, son como las raíces
(¿no lo oyes?) del día
negro en que vivimos todos
menos tú. Ven
a la pared de los dibujos
borrados por el sol:
mira en la mica.
¿O son alas de insectos?
¿O son vidrios o el espejo
hecho añicos, como piedras
que arrojan contra el cielo?
Toca esta ropa rota,
esta crin en la boca de los besos
como el vello suavísimo
de las estatuas. Lame
la fruta que te ha herido
tanto, y cuando vuelvas,
si es que vas a volver
(¿en qué olvido andas ocupado?
¿qué ceniza te ciega?
¿qué palabras no sabes en la muerte?)
búscame en esta vida donde estoy,
pon la boca en mis párpados,
rescátame de este día de alimañas.

Como hojas que el viento arrastra

Como hojas que el viento arrastra
en la neblina de la arena,
así la música, el agua
desmenuzándose en las cuevas
de la luz, la luz estallando
en las paredes blancas. Blancas
velas, gaviotas. Las puertas
que se abren en el mediodía
del mar donde estás
nítida en los recuerdos
que me ciegan.

De ti a mí hay treinta

De ti a mí hay treinta
años y calles donde un niño
juega o se pierde o llama
a la puerta de mi casa
donde no estoy.
De ti a mí: el cuerpo
nos ciega y nos acerca.
Nos lamemos, borramos
las palabras. Nos seduce
el vello y el vacío.
Caminamos por calles sin recuerdos,
sus paredes de luz.
Vivimos un presente
que no existe. Amamos.
Nos saciamos y
dejamos de amar
para empezar a amar de otra manera.

El amor es suplicio

El amor es suplicio
y es también la escalera
por la que peldaño a peldaño
ascendemos
para rozar el cielo.
El cielo es un suplicio
y descendemos
y en cada peldaño las pisadas
del amor nos conmueven
y llegamos a la puerta
y al abrirla
estamos otra vez
en el paraíso. Ascendemos,
descendemos, sufrimos
y gozamos, entramos
y salimos, gemimos
y volvemos a gemir.
Pues nos amamos.

La olla de Altea

Un castillo marino y en el cielo
un oasis de luz.
El mar es un espejo en la bahía
blanca como los senos de una diosa.
Se oye el murmullo de las barcas,
la tenue melodía de las olas.
y la mirada vive un paraíso.

Las palabras se han gastado para siempre

Las palabras se han gastado para siempre.
El cielo que habitamos ya no existe.
Las casas se han poblado de vacío.
Y yo soy los harapos de los días
felices que recuerdo como un dolor
que suele sin heridas. Fuimos
sombras que el viento ha ido borrando.
Somos charcas abandonadas en el tiempo.
Todos los espejismos se han quebrado.
Sólo queda el instante de las cruces.