Poetas

Poesía de México

Poemas de Juan Gregorio Regino

Juan Gregorio Regino. Nació el 5 de noviembre de 1962 en Nuevo Paso Nazareno, Chichicazapan, San Miguel Soyaltepec, Oaxaca.

Licenciado en etnolingüística por el Centro de Investigación y Estudios Superiores en Antropología Social.

Miembro fundador de la Asociación de Escritores en Lenguas Indígenas A. C., creada en 1983.

Su interés en el campo bilingüe aparece ante la falta de material didáctico para los niños indígenas a los que daba clases como maestro de primaria. Comenzó a escribir textos que acercaban al niño a su cultura, a su contexto, a su lengua.

Su primer libro, «No es eterna la muerte», explora la cosmovisión indígena. Realizó estudios en Investigación Lingüística en Mazateco. «Que siga lloviendo» es otros de sus títulos.

Presidente del Consejo de Vigilancia de la Asociación. Presidente de Verificación de Zona de Educación Indígena de la región mazateca baja.

En julio de 2016, el mazateco fue elegido como miembro correspondiente en Oaxaca por la Academia Mexicana de la Lengua.

En enero de 2017, fue nombrado director del Instituto Nacional de Lenguas Indígenas.

I

Cuatrocientos zontles de distancia. 
Cuatrocientas leguas al infinito, 
luz, oscuridad, imágenes. 
Hasta ahí llega la voz del sabio, 
el cantor sobador de dolores. 
Entre las imágenes divinas. 
Entre las imágenes terrenales, 
se escucha su voz suave, 
su cantar divino, su plegaria piadosa. 
Él cruza la senda de la vida, 
llega hasta el ndoba isien 
Allá platica, 
allá discute, 
allá aboga 
con los dioses que rigen el destino del mundo. 
La brisa lo arrulla, 
el rayo dormido lo acecha, 
retumba su voz piadosa 
en el centro del universo.

II

Señor de los cerros, dice 
señor de las cuevas, dice. 
Duendes del arroyo, dice 
padre de la tempestad, dice.

III

Así es como está tendido el día, 
así es como está tendida la imagen, 
siete leguas de distancia, 
siete zontles al infinito. 
Hasta aquí se escucha mi voz 
hasta aquí se tiende mi espíritu, 
casa de seres principales. 
Soy yo quien hace su presencia, 
el sabio, el guía, el adivinador. 
Porque yo tengo el permiso, 
porque yo tengo la licencia 
de entrar al lugar sagrado 
donde yacen los libros sabios. 
Benditos sean ustedes 
por vivir en la casa limpia. 
Gracias por la luz que alumbra, 
gracias por la noche que llega. 
Hasta aquí llegan mis pasos, 
hasta aquí llega mi presencia, 
en esta casa que da sombra, 
en esta casa que refresca.

LLÁMAME

Llámame, cuando sientas que el susurro 
de la noche fría y solitaria te desnuda 
o cuando el silencio bese tu boca 
llenándola de inquietud, llámame.
Yo sé desvestir la soledad 
de mil formas bellas, llenar la noche 
trémula de apasionadas caricias.
Acostarme con los sueños infieles 
callados a la luz del día.
Llámame, bastará un instante de mi vida 
para eternizar la dicha de saber que existes.

MI MUJER

Mi mujer tiene una fuerza extraña,
desde pequeña, creció con ella,
la trae en sus huesos y en sus venas.
Su rostro no pierde color
toma mayor fuerza con el sol.
Su corazón no se acongoja,
tiene vida de noche y de día.
Entre el fuego y el frío,
la llama de su ternura,
disipa mi tristeza,
cubre mi humanidad.
Mi mujer tiene una fuerza extraña,
en su sangre y en su piel se esconde,
como estatua la vuelve firme
y es como un roble en mi corazón.

QUE SIGA LLOVIENDO

Que no te dejo en paz, 
que cada vez que te menciono interrumpo tu
viaje. 
Que estás cansada de mí, 
decepcionada, enfadada . 
No me lo tomes a mal, 
sólo quiero borrar tu silencio, 
derramar tinta, sentimientos,
recuerdos. 
Sólo deja que broten
y que siga lloviendo.
Habrá un espacio también para la noche,
entonces entre las sábanas
tendrán eco mis palabras.

DIAS Y NOCHES

Cuatro días y cuatro noches
has estado clavada en mi mente. 
Allí has hecho tu casa, 
enmedio de las imágenes 
que cuelgan en las paredes.
Has borrado las ausencias,
los rostros y los demonios 
que se ocultan en mi piel. 
Hurgas mi inconsciente a cada instante 
como si mi alma fuera tuya.
Desde que vine a vivir aquí 
nadie me había arrebatado el tiempo: 
mueves mi mundo, robas mi silencio

LAS MUJERES DE DON JUAN

Don Juan tiene tres mujeres,
tres buenas mujeres.
Una es la mayor y es la mujer principal.

Ella inicia el día,
rompe la noche y 
aleja el sueño.
Ella es el tiempo.
Ella es la guía.
Ella  es la embajadora fiel
de los amores de don Juan.

La segunda es la mediana,
su pecho es un inagotable
manantial de amor.
Amamanta al hijo de las otras
con el mismo que el hijo suyo.
Ella es la mujer tortilla.
Ella es la mujer pozol.
Ella es la mujer metate.

La tercera es la más joven,
la que habla y canta 
como una  niña.
Ella es la mujer de los brillosos listones.
Ella es la mujer de los huipiles de gala.
Ella es la mujer  de las soguillas de piedra.
Ella es la mujer electa
para velar el cuerpo de don Juan.

AMAR EN MAZATECO

Me dejo querer en mazateco; 
levanto la falda del cerro,
sus senos se endulzan en mi boca.
Abro sus venas, me baña de placer,
la penetro, estoy adentro, 
gozo, de pasión grito. 
Me quiere, es un amor extraño 
dificil de entender en castellano

¿QUÉ HARÁS TÚ?

¿Qué harás tú cuando yo me vaya? 
Cuando yo me vaya y no aparezca más 
ante la sombra del sol y de la luna. 
Cuando el mundo se apague 
y vengan los terremotos y relámpagos. 
¿Qué harás tú? 
¿A quién abrazarás? 
Si después de todo, en otro cielo o infierno.
¿Tendrás las fuerzas para dormir con mi recuerdo 
y que mis palabras te abracen y te toquen? 
Yo no sé en ese mundo, ¿qué harás tú?

PIENSO EN TI

Hace frío, gruesas gotas de rocío 
resbalan por las mejillas 
frescas de las flores.
El fuego del fogón te alumbra 
y te guía. Te dan su calor 
las brazas que se encienden 
al amanecer.
La leña seca se diluye 
en nuestro espacio.
Tus manos diligentes apuran al comal 
para que al abrir la puerta al día 
no quede un solo rastro de tus huellas.
Yo voy silbando entre gaviotas.
Deshaciendo los nudos de la noche.
Dirigiendo el bongo hacia 
la profundidad del río, 
y allá, indefenso y sólo, 
a merced de la luna, 
pienso en ti.

HAN MUERTO TODOS

Estoy solo;
en la sombra los descarnados pululan. 
Ya no hay vida en la mirada.
El barro conjura llagas.
Todas las veredas llegan
al único camino que existe.
El misterio
sólo en la obscuridad es transparente. 
Nadie responde.
El silencio también
es una forma de gritar
y yo me voy gritando;
estoy solo, en la casa de plumas de quetzal
descansan todos.