Poetas

Poesía de Chile

Poemas de Juan Guzmán Cruchaga

Juan Guzmán Cruchaga nació el 27 de marzo de 1895 en Santiago, Chile. Era hijo de Juan José Guzmán Guzmán y Amelia Cruchaga Aspillaga, y provenía de una familia con una gran tradición literaria: dos de sus primos, Ángel Cruchaga Santa María y Germán Luco Cruchaga, eran destacados escritores.

Inició sus estudios en el colegio de San Ignacio en 1905, donde completó sus estudios de humanidades en 1912. Luego, en 1913, ingresó a la escuela de Derecho de la Universidad de Chile, pero decidió retirarse cuando estaba en tercer año. Posteriormente, se desempeñó como funcionario de la oficina del Tribunal de Cuentas hasta 1917.

En ese mismo año, publicó su primer libro de poesía, «Junto al brasero», que recibió elogios por parte de la crítica y consolidó su reputación como poeta. A partir de entonces, comenzó una vida de viajes constantes, trabajando en diversos cargos diplomáticos en el extranjero, entre ellos, cónsul de elección en Tampico, México.

A pesar de su carrera diplomática, Guzmán Cruchaga nunca abandonó su pasión por la literatura. Su obra literaria fue muy bien recibida en los lugares donde estuvo destinado, y su reputación como poeta creció con el tiempo. En 1962, recibió el Premio Nacional de Literatura de Chile, en reconocimiento a su trayectoria literaria.

Juan Guzmán Cruchaga estuvo casado con Raquel Tapia Caballero y tuvo un hijo, Juan Guzmán Tapia, quien se convirtió en un conocido juez en Chile. El poeta falleció en Viña del Mar el 21 de julio de 1979, dejando un legado literario significativo.

Claro de Luna

La luna entre los árboles
ennobleció el silencio de la noche armoniosa
y tomaron las fuentes vaguedad de pupilas,
y hubo meditaciones albm en las magnolias.

El misterio nocturno se aromó de azucenas,
conmovidas palabras vinieron de la sombra
Los amores antiguos, -seda triste, oro turbio,-
vivían en la voz helada de las hojas.

URZAINQUI

Tierra de Ios Cruchaga

Ver de nuevo la iglesia, el caserío,
nuestra casa de piedra, el pueblo austero
y oír pasar por el silencio el río
que en la roca labró el desfiladero.

Sentir de nuevo el ramalazo frío
que forjó el corazón del guerrillero,
mirar el campo que debió ser mío,
mi patio, mi ventana y mi lucero.

Entre la lluvia de un rincón de España
respirar hondo el aire de la hazaña
que puso en fuga al águila francesa

y recibir el ramo de alegría
que el sueño más feliz no presentía:
la dicha de la sangre que regresa.

A MEDIA AGUA DEL SUEÑO

«Nuestras vidas son los ríos
que van a dar a la mar.»

Jorge Manrique

A media agua del sueño y sin salida
hacia la superficie iluminada,
te llevaré, ya en calma —perseguida—
lejos del pensamiento y la mirada.

No ha de ceñirte luz descomedida,
ni ha de tocarme espina disfrazada,
ni flor de llanto, de fulgor vestida,
ni daño azul, ni cariñosa espada.

Te llevaré, dormida, en la corriente
de mi sueño, y en él, serenamente,
te alejarás del sol y el aire amargo.

Y sueño abajo iremos compañera,
hasta la claridad de la ribera
donde reposa el mar del sueño largo.

CANCIÓN

Alma, no me digas nada,
que para tu voz dormida
ya está mi puerta cerrada.

Una lámpara encendida
esperó toda la vida
tu llegada.
Hoy la hallarás extinguida.

Los fríos de la otoñada
penetraron por la herida
de la ventana entornada.
Mi lámpara estremecida
dio una inmensa llamarada.

Hoy la hallarás extinguida.

Alma, no me digas nada,
que para tu voz dormida
ya está mi puerta cerrada.

CHOPIN

Música pensativa
Temblorosa de lágrimas.

En alta mar la siente
maravillosa el alma
y va con ella a lo desconocido
en una suave compañía de alas.

CUATRO CAMINOS

Cuatro caminos frente a mi ventana…
Me llamaron de todos los caminos,
y al llamado, en la noche soberana,
acudieron mis sueños peregrinos.

Por ir a todas partes, a ninguna
pudo llegar mi corazón vencido,
eterno enamorado de la luna
de lo que ha muerto o de lo que se ha ido.

Cuatro caminos para la quimera,
bajo las flores y bajo los trinos…
¡Oh, si mi pobre corazón pudiera
ser un aroma en todos los caminos!

LEJANA

II

En el sueño de la tarde
muere el cantar melancólico.
Tus manos en el teclado
despiertan un sueño de oro.

Yo pienso: «Tus labios nunca
serán míos» , y en el fondo
sereno de mi tristeza
pasa un vuelo de abandono.

El viento oscuro dispersa
las hojas. Vierte el Otoño
sobre los campos dormidos
su silencio milagroso.

JUNTO AL BRASERO

La noche es tibia y perfumada,
blanco de luna está el sendero,
los niños tienen la mirada
fija en las chispas del brasero.

Sienten sus almas el descanso
y la quietud que siente alguna
garza dormida en un remanso
bajo el ensueño de la luna.

La abuela añora historias viejas
que oyen los tiernos pequeñuelos,
la abuela añora las consejas
que le narraron sus abuelos.

Les sabe hablar de una princesa
que quiso mucho a un trovador
y que murió de la tristeza
del amor.

Les sabe hablar de un rey valiente,
les vitupera a un rey cobarde,
les habla suave, suavemente
de la tristeza de la tarde.

La noche es tibia y perfumada,
blanco de luna está el sendero,
los niños tienen la mirada
fija en las chispas del brasero.

La abuela añora historias viejas
que oyen los tiernos pequeñuelos;
la abuela añora las consejas
que le narraron sus abuelos…

NADA ESPERO

«Si el mayor bien es pequeño.»
Calderón de la Barca

Ganados por el olvido
fueron la dicha, el dolor,
la nostalgia, el gran amor,
lo ganado y lo perdido.
Nada espero y nada pido
porque de nada soy dueño
y «el mayor bien es pequeño»
si dan en la nada oscura
tu vida con su ternura
y la mía con su sueño.

LEJANA

IV

Jazmines del Cabo. Noche
de meditaciones grises.
Fragancia pura y doliente
de jazmines 1 imposibles.

Tus pensamientos de nieve
perfuman todo lo triste.
Jazmines del Cabo. Noche
de meditaciones grises.
Me está diciendo el aroma
lo que nunca me dijiste.

Otoño

Restablecido apenas de mis males
principescos, percibo la elegancia
de los jardines de oro y la fragancia
de los fríos senderos otoñales.

Pienso que de cármenes lejanos
ha de venir, lo mismo que en un cuento,
una reina a curar mi desaliento
con las última rosas de sus manos.

Viene y va mi dolor como una esencia
de jazmines enfermos en el leve
y angustiado sigilo de la brisa.

Es tan sensible mi convalecencia
que el vuelo de las hojas me conmueve
y me hace sollozar una sonrisa.

Haruko Sam

Amante silenciosa de una noche,
fina muñeca de marfil antiguo,
cuando mi cuerpo duerma el sueño largo
recuerda al extranjero que te quiso.

Mi alma estará en la sombra, solitaria,
y en la neblina viviré perdido.
Entreabre las ventanas, y tu lámpara
será como una estrella en el camino.

Entonces en las alas de los pájaros
y en el rayo de luz vendrá mi espíritu
a reír en el agua de la fuente
y a encender la mañana de mis hijos.