Poetas

Poesía de Cuba

Poemas de Julio E. Miranda

Julio E. Miranda (1945-1998). Poeta, crítico literario, ensayista cubano. Julio E. Miranda, cubano de nacimiento, de madre española y padre cubano. Recorrió el mundo, exiliado desde principios de los sesenta, viviendo en Francia y Venezuela, Estados Unidos y España, Italia e Inglaterra. Crítico literario, brillante antologizador, motor de varias publicaciones, ensayista. Se movió siempre con enorme facilidad en la poesía, el cuento, la novela, el ensayo literario y la crítica cinematográfica. Poeta, con una docena de libros. Julio Miranda escribió de todo y todos, es decir, de muchos otros escritores, con una lucidez y una creativa punzante o asombrosa.

Un poema como una bala

Un poema como una bala
no tiene nunca su eficacia
aunque logre imitar su silbido

Un poema como la lluvia
lo más que hace es dejarte
ridículamente mojado

Un poema como el amor
llega siempre demasiado pronto
o demasiado tarde

Escribirás de nuevo
un poema
como un poema

Análisis

siempre desnudo en sueños
huyendo de las alambradas
siempre humillado y desnudo
preservando los lentes
para ver las miradas viéndolo
desnudo correr y tropezar
de un muro a otro
bajo los reflectores
y si de pronto a salvo
a salvo y vestido y en su casa
gentes sin rostros o
con todos los rostros entran y
examinan desgarran pisotean
y desaparecen: entonces corre
desnudo huyendo de las alambradas
-tiene sueños de judío- dice el
analista riéndose y él mismo
se ríe hasta que un nuevo
reflector lo desnuda

ella sonríe con sus ojos veloces

ella sonríe con sus ojos veloces: todas
esas cosas pasan en una página? Sonríe
ahora con sus labios él se aferra
a los bordes del vaso y logra al fin
salir aunque con manchas de humedad: ella
sonríe como la música de cien espejos rotos
cuyos fragmentos abren limpiamente
cien mil heridas: sobre la nieve hay
huellas y esa historia del hombre de papel
es un poco infantil no te parece? Ciego
cae de espaldas al mar desde la mesa mientras
oye su voz burlona recitando: el hombre de papel
enamorado inventa
un poema con el que ella
juega en sueños
sin saberlo siquiera -él dice:
pero no siendo narrador
no logra involucrar
a ambos en una misma
historia verosímil
piafan caballos enseñando sus grandes dientes
puertas se cierran en hilera un viento se desata y
volando graciosamente
ella olvida el poema -dice ella
él no la olvida a ella — dice él
entonces
el hombre de papel
dobla la página

Danza

Bailo
con mi hija en brazos.

Comencé
para calmarla.
Hace rato que duerme
cesó la música
y yo sigo bailando.

He improvisado una danza algo salvaje:
vueltas a derecha e izquierda
ritmadas por golpes de talón
y gritos sofocados.

Se ha hecho de noche.
La cuna quedó atrás
el cuarto quedó atrás
la casa quedó atrás.

Avanzo
mientras bailo
por una tierra de incendios y humaredas.

Bordeo los cráteres
busco aberturas en las alambradas
evito los cadáveres

Las trincheras me obligan a dar largos rodeos.

Bailo y avanzo
giro, vigilo y giro.
Afortunadamente
mi hija sigue durmiendo.

la belleza de mi mujer

la belleza de mi mujer no resiste al tiempo
la belleza de mi mujer está hecha de tiempo
la belleza de mi mujer cuece en el horno del tiempo
y cruje entre mis brazos