Poetas

Poesía de Argentina

Poemas de Julio Llinás

Julio Llinás (Buenos Aires, Argentina; 1929 – 2018) fue un escritor, crítico de arte, publicista y poeta surrealista argentino.

Delicias

Escapaba hacia los grandes templos,
catedrales del Gin,
santuarios del comercio la política,
puentes y cárceles, delicias.
Y el astillero sagrado
de la Ciencia.
Abandonaba
algunas plantas amistosas
y una morada invisible.
Amaba el brillo de esas fieras
que se descubren en el canto
y que son dueñas de la guerra.
Caía,
como los reyes en el trópico
en un tornado indescriptible.

La alondra

El niño rompe sus juguetes
en busca de la alondra.
la oveja con ruedas,
el caballo de lechero,
el oso negro de la tía Blanca,
el tíovivo con música,
la locomotora alemana
y hasta el fonógrafo infantil
con aquella marcha espantosa
norteamericana.
Lo rompes todo,
le dice su padre.
Todo lo rompes,
le dice su madre.
Busco la alondra,
dice el niño.
Y, claro está, pasa el tiempo.
Y el niño, que ya está crecido,
busca la alondra en los campos,
en las bestias, en los libros,
en las mujeres.
Y todo lo destruye
en busca de la alondra.
Se ha convertido
en un hombre rodeado
de juguetes rotos,
de libros inútiles,
de mujeres destrozadas.
Hasta que llega el momento
en que se hace viejo
y camina por las calles,
distraídamente,
buscando siempre la alondra.
Pero una tarde, empuña
su bello Colt 38
y se pega un tiro.
Entonces,
de su cabeza ensangrentada
sale volando la alondra.
Es lástima que no haya
nadie para verlo.

Cholo vallejo

Si el mundo fuera cuerdo,
si lo fuera –digo, es un decir-
acaso yo sabría, después de tantos años,
de tantos accidentes, catástrofes, combates,
humillaciones, navajazos, intoxicaciones,
pánicos, muertes, esperanzas,
caídas de caballos, de dientes, de cabellos,
y esa legión de oscuridades,
si el mundo fuera, entonces, cuerdo,
-digo, es un decir-
tal vez acaso yo sabría
por qué me ha condenado la letra
en que nació la pena
a estar aquí de pie, a solas con la vida.

Rencores

País,
¿quién es feroz
sino tu niño acurrucado
en la pureza del desierto?
País, ¿quién ha quemado
tu carne de luz negra,
quién es el príncipe en tu fiesta
de rencores podridos por el sol?
Yegua sagrada
de los grandes vientos,
sé bondadosa y terrible,
¡oh roja! ¡oh despedázanos
y sangra
como una fuente de inocencia
a cada lado de un pueblo
y su miseria.

Festejo

Señora de alta pluma,
la noble Tierra se ha secado
bajo el orín de tus preciosas amenazas.
Mi terror es verte en los paisajes,
sobre un caballo afeminado,
desdichada y gloriosa
como una lengua herida.
Soplando un hálito de sangre
en las jornadas de gran paz,
sobre las hondas plantaciones.
Un día el viento
destruirá tu tribu,
tus dioses, tus orgullos.
Su coz de aceite virgen
en las márgenes humanas.
Tu piel será un festejo
majestuoso.
Yen el comercio
De una antigua infancia,
todas las hordas
estarán presentes.
Mi corrupción hara la gloria
de esa gran mañana.

Donde yo estoy

Los ojos blancos,
la piel paralizante:
me buscaréis en vano
entre mis bestias.
Mi roja música
ha triunfado.
(Ah la frenética infancia
junto al médano
y la esmeralda polar,
surcando nuestra casa).
Me encotraréis
en lo más hondo del bosque,
temblando al grito de la lava,
sirviendo a un mágico idiota.

Raíces

El hombre que habla
y devora sus palabras,
teje una fábula en su Tierra.
Y el aire invade
los verbos de su raza.
Así cayó esta zarpa
en mi inocencia.
Así creció mi orgullo
en este mundo.